El “católico y fiel cristiano” Cervantes celebra su IV centenario

Decenas de actividades culturales conmemorarán en 2016 la muerte del “escritor más universal”

Miguel de Cervantes en el Museo de Cera de Madrid

Miguel de Cervantes en el Museo de Cera de Madrid

El “católico y fiel cristiano” Cervantes celebra su IV centenario [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | El recién nacido 2016 será, ante todo, el año de Miguel de Cervantes. El más universal de los escritores. El año del IV centenario de la muerte del insigne autor de El Quijote. Un “acontecimiento de excepcional interés público” que tiene previstas 59 actividades de todo tipo para “contribuir a destacar la figura de Cervantes y su aportación al mundo de las letras y la cultura universal”, que es, literalmente, el objetivo marcado por la Comisión Nacional adscrita al Ministerio de Cultura y que presiden los Reyes.

“La difusión, divulgación, puesta al día y actualización de la figura y la obra de Miguel de Cervantes, así como el mejor conocimiento de su contexto histórico, cultural y literario”, según el ministro de Educación, Cultura y Deportes en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, ocupará los próximos doce meses. El año, pues, de un escritor del que no queda ya duda alguna, pese a las lagunas de su biografía: fue eminentemente católico.

Un hombre para el que la religión fue parte fundamental de su vida y de su obra. Cervantes murió, de hecho, el 22 de abril de 1615 con el hábito de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, congregación en la que ingresó en 1613 como hermano no profeso. Y con el sayal de la Orden Tercera con que fue enterrado al día siguiente, el día 23, en el Convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, en Madrid. En el mismo Quijote, Cervantes hace decir al hidalgo caballero que es “católico y fiel cristiano” o a Sancho proclamar que cree “firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la santa Iglesia Católica Romana”. Estaba retratándose a sí mismo.

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Las hermanas trinitarias inauguraron el pasado junio el monumento en honor a Miguel de Cervantes

El canónigo Salvador Muñoz Iglesias lo dejó más que claro en un magnífico libro Lo religioso en El Quijote (1989), publicado por el Estudio Teológico San Ildefonso de Toledo. Es ahí donde Muñoz Iglesias traza rigurosamente el retrato cervantino desde la fe: “Tengo el convencimiento de que Cervantes no era un escriturista, ni un teólogo o moralista, estrictamente dicho; pero tenía de la Sagrada Escritura, del dogma cristiano y de su moral un conocimiento extenso y profundo, ajustado y preciso, a un nivel más elevado que el usual en un ‘ingenio lego’. Su cultura bíblica, a juzgar por el uso frecuente que hace de la Biblia, era notable”.

No obstante, Muñoz Iglesias añade: “Todo esto, aunque no justifica el apelativo de teólogo estrictamente dicho para Cervantes, le hace acreedor al título en el sentido popular de encomio a sus conocimientos religiosos, más que normales en un seglar”.

En ese mismo sentido que Sancho califica de “teólogo” a don Quijote: “El diablo me lleve, si este mi amo no es tólogo, y si no lo es, que lo parece como un güevo a otro”, dice. Ese registro popular lo define el propio Don Quijote en las páginas de la segunda parte de la obra cervantina: “El que profesa –señala hablando de la caballería andante– ha de ser teólogo, para saber dar la razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedida”. Ese es, por tanto, el concepto de teólogo que Muñoz Iglesias le otorga a Cervantes, aunque, en cualquier caso, insiste en que su cultura religiosa “no es fruto de especiales estudios teológicos”.

Una obra con sentimiento religioso

Cervantistas como Ciriaco Morón han profundizado en esa religiosidad de Cervantes. En Nuevas meditaciones del Quijote, afirma, por ejemplo, que “el horizonte de Cervantes no podría ser otro que la filosofía y la teología escolástica”. Es patente, por tanto, que Cervantes no regatea su participación en la tarea de la Contrarreforma Española. Por eso que Muñoz Iglesias llega a desechar tajantemente aquella afirmación de Américo Castro, que vio en Cervantes a un “erasmista con ribetes de heterodoxia”.

Aun la de Marcelino Meléndez y Pelayo, que lo redujo a un “erasmismo ortodoxo”. Muñoz Iglesias rechaza, asimismo, a los que llama “exagerados panegeristas de la religiosidad de Cervantes”, como lo llegó a ser Miguel de Unamuno o incluso Rubén Darío, que creían haber visto en Don Quijote “a un héroe que recuerda muchas veces a Cristo” o, al menos, “un asceta cristiano, incluso un místico, destacando sus semejanzas con san Juan de la Cruz y, sobre todo, con san Ignacio de Loyola”.

Vicente Gaos llegó a decir: “No hay en toda la literatura occidental obra tan profana y a la vez tan impregnada de sentimiento religioso y espíritu cristiano como El Quijote. Por eso no es bastante elogio decir que es la primera novela de Europa, debiendo añadirse que es también –más que la Comedia de Dante– la epopeya de la cristiandad”.

Exagerado o no, lo que es innegable es el espíritu cristiano de Cervantes, quien ni mucho menos era “anticlerical, librepensador e incluso anticristiano cripto-judaizante”, como rebate Muñoz Iglesias. Es amplísima la presencia, evidente, de la religión en la literatura cervantina, como en la novela Los trabajos de Persiles y Segismunda –publicada poco antes de morir–, el drama La Numancia o, entre otros muchos títulos, en sus casi desconocidas poesías.

“En su cautiverio se ocupaba muchas veces en componer versos en alabanza de Nuestro Señor y de su bendita Madre, y otras cosas santas y devotas”, escribió uno de sus compañeros en Argel, Antonio de Sosa. Es Cervantes y “su invariable humanidad”, como le define Francisco Rico. Cervantes y su fe. “Bien predica quien bien vive, y yo no sé otras tologías”, que diría Sancho. O Cervantes.

Exposiciones, conciertos y congresos entre la vida y el mito del “manco de Lepanto”

logo-iv-centenario-muerte-cervantes-GLas exposiciones tendrán un especial protagonismo. La Biblioteca Nacional de España (BNE) organizará la muestra Miguel de Cervantes: de la vida al mito. 1616-2016 que, comisariada por el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Asocación Internacional de Cervantistas, José Manuel Lucía Megías, pretende reunir a partir del próximo 3 de marzo “el más importante conjunto de piezas relacionadas con su vida”, desde su infancia, a su participación en la batalla de Lepanto, su cautiverio en Argel, su producción novelística, su relación con los escritores de su tiempo, los monumentos en torno a su figura, su físico y su muerte.

El Ayuntamiento de Alcalá de Henares, ciudad natal de Cervantes, acogerá, por ejemplo, la muestra Cervantes Infinito, un recorrido por la vida y época del autor apoyado en una museografía envolvente, recreaciones audiovisuales y recursos multimedia. Destacan también los proyectos enfocados a la difusión del legado cervantino a través de Internet.

La BNE dará acceso, a través de una web propia, a todos los fondos existentes del legado cervantino, el más importante de los conservados en cualquier institución pública del mundo. Y, por supuesto, habrá artes escénicas, conciertos, publicaciones, cine, congresos, restauraciones… del llamado “manco de Lepanto”, enterrado en el convento de las Trinitarias, y cuyo monumento funerario fue inaugurado el pasado mes de junio, una vez localizado su presunto osario en el interior de la cripta de la iglesia conventual dedicada a San Ildefonso. “Caminante, el peregrino/ Cervantes aquí se encierra/ Su cuerpo cubre la tierra,/ no su nombre, que es divino”, como dice el epitafio que le dedicó Francisco de Urbina.

En el nº 2.971 de Vida Nueva

 

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