Cuento de Navidad 2015: El belén que no llegó

ilustración de Beatriz Sevilla para el cuento de Navidad 2015

Un relato que supera fronteras

ilustración de Beatriz Sevilla para el cuento de Navidad 2015

Texto: SANTOS URÍAS. Ilustraciones: BEATRIZ SEVILLA | Yusuf rebuscaba a conciencia entre sus figuras. Quería que aquellas que se llevaran como obsequio en el viaje fueran las más bonitas del taller. Los belenes de su tienda eran conocidos en toda esa región de Palestina. Buena madera, tiempo y cariño, era la fórmula que no fallaba, según él mismo decía. Su familia en España les había invitado a pasar unos días y preparaban ese momento, que aprovecharían para conocer algunos sitios de paso.

Mariam, su mujer, revisaba las maletas antes de cerrarlas y, aunque no llevaban demasiadas cosas, sí querían evitar gastos innecesarios, porque tampoco andaban muy holgados económicamente. Desde que el turismo había bajado ya nada había vuelto a ser igual, pero estaban acostumbrados a luchar en el día a día: ser árabe y cristiano te da una pasta especial, casi como la madera de los belenes.

Su hijo Ismael, que acababa de cumplir los tres años, era inquieto y despierto. Todo lo escrutaba con esos ojillos negros que parecían dos aceitunas. Hacía como que ayudaba a su madre sacando lo que con paciencia iba metiendo ella en el equipaje.

Salieron muy de mañana para llegar al paso de la barrera que divide los territorios palestinos de Israel. Dos pequeños bultos y una caja bien empacada con las figuras del misterio de la Navidad. Prepararon la documentación y un militar judío les miró de arriba a abajo. Luego vinieron un caudal de preguntas: ¿De dónde vienen? ¿A dónde se dirigen? ¿Cuál es su residencia habitual? ¿Les han entregado algún paquete? ¿Han hecho ustedes las maletas?

Abrieron los bultos y fueron estrictamente registrados, palmo a palmo. Ismael miraba con un gesto que se debatía entre el respeto y el miedo.

–¿Qué llevan ahí? –preguntó el soldado señalando el paquete con las figuras del belén.

–Es artesanía –respondió Mariam. Un regalo de Navidad.

Tuvo que desempaquetar también esa caja y el militar se detuvo un instante observando la belleza de las figuras.

–Las hago yo en mi taller –dijo con un cierto orgullo Yusuf, viendo que admiraba su obra.

Pero fue solo como un suspiro. Un instante en el que pareció que pasaba un ángel. Inmediatamente ordenó que volvieran a envolver el misterio y que cruzasen por el paso, no sin antes advertirles de que anduviesen con cuidado, con los últimos altercados estaba el ambiente muy tenso y no se andarían con miramientos ante cualquier provocación.

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En el nº 2.969 de Vida Nueva

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