‘El puente de los espías’: toda persona importa

'El puente de los espías',  fotograma de la película

J. L. CELADA | Que Steven Spielberg y Tom Hanks forman una sociedad de garantías quedó demostrado durante la peligrosa misión que ambos emprendieron para Salvar al soldado Ryan (1998) tras el desembarco de Normandía. Ahora, superado aquel infierno, vuelven a reunirse en plena Guerra Fría sobre el puente berlinés de Glienicke, testigo del intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y la Unión Soviética y que da título a su último trabajo.

La cinta arranca, sin embargo, a miles de kilómetros de allí, en Brooklyn, donde un espía ruso es apresado por los servicios de inteligencia norteamericanos después de un operativo de seguimiento entre sombreros, periódicos y carreras por el metro que ennoblece al género. Corre el año 1957, y las autoridades del país, preocupadas por demostrar que hasta un sospechoso así merece recibir todas las garantías legales, encargan su defensa a un prestigioso abogado de seguros.

Pretensión que el director, con su patriotismo habitual, aprovecha para apelar a lugares (causas, las llama él) comunes de su cinematografía, como la justicia, la libertad, la seguridad… Atención, en este sentido, al contraste –más allá de los factores climáticos que sugieren usar un abrigo o un ventilador– entre la gélida capital alemana y el cálido barrio neoyorquino, felices expresiones, eso sí, de una impecable puesta en escena.

Pero hay algo que este episodio real, (re)escrito por la afilada pluma de los hermanos Coen, subraya de un modo ejemplar: la determinación de tantos “hombres firmes” que, como nuestro protagonista (un maduro y solvente Hanks), arriesgan la estabilidad familiar, profesional e incluso nacional cuando están en juego vidas humanas. En tiempos de secretos atómicos y guerras de información, un héroe anónimo antepuso el valor de la dignidad –esa que el cobarde abandona antes que el campo de batalla– a cualquier otra consideración, porque “toda persona importa”. Ya sea “enemigo” o “presunto delincuente”.

Auxiliado por unas estudiadas transiciones entre secuencias, el veterano realizador va reconstruyendo con la oportuna tensión narrativa un fresco en el que priman las actitudes sobre los hechos, la victoria moral de una conciencia tranquila sobre las estrategias políticas y militares. Mientras el odio y el miedo levantaban un muro en el corazón de la vieja Europa, personajes como el letrado que obró el milagro sobre El puente de los espías reclaman hoy un lugar destacado en la historia. También en la del cine. Como mínimo, en la del rey Midas de Hollywood.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Bridge of spies.

DIRECCIÓN: Steven Spielberg.

GUIÓN: Matt Charman, Ethan Coen y Joel Coen.

FOTOGRAFÍA: Janusz Kaminski.

MÚSICA: Thomas Newman.

PRODUCCIÓN: Kristie Macosko Krieger, Marc Platt, Steven Spielberg.

INTÉRPRETES: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan, Alan Alda, Scott Shepherd, Sebastian Koch, Billy Magnussen, Michael Gaston, Austin Stowell, Ewe Hewson.

En el nº 2.968 de Vida Nueva

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