Francisco, ¡tenerte en África ha sido una gozada!

El obispo español Juan José Aguirre hace balance de la visita papal

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Francisco, con niños refugiados en Bangui

JUAN JOSÉ AGUIRRE (obispo de Bangassou, República Centroafricana) | Papa Francisco, ayer te fuiste y nos dejaste sabor a ti. Subiste al Boeing de Alitalia que te trajo un día antes, nos saludaste desde la escalerilla y nos dejaste huérfanos de ti. Tú a tu Vaticano, enrarecido por las historias de Vatileaks, corrupciones y también mil buenas cosas; y nosotros a nuestra tierra roja con polvo permanente en suspensión, olor a pólvora y lágrimas en las dos orillas de la capital, Bangui.

Gracias, porque nos dejaste la boca llena de miel. Durante tu estancia en Bangui bendijiste nuestra tierra. Hasta los dos líderes más radicales (¿lo sabías?) vinieron a darte la mano durante el encuentro en la mezquita. ¡No dejaste de lado a nadie! Al abrir la Puerta Santa de la catedral de Bangui, explotamos de misericordia contigo, porque Dios creó el mundo –me dijiste en español durante la comida en la nunciatura, citando a un padre de la Iglesia– y “vio que era bueno. Luego Dios creó al hombre y a la mujer… para tener alguien a quien perdonar”. Con la Puerta Santa abriste también nuestros corazones a la paz y a la fraternidad.

Ojalá que tu mensaje dure mucho tiempo y que sepamos crear una sociedad renovada y esperanzada hacia el futuro, después de tres años interminables de cuchillos largos y tres tristísimos años de muertes, violencia incontenida y calles sin salida manchadas de sangre derramada.

Gracias, papa Francisco, porque, sin rodeos ni medias palabras, lo has dicho todo y una luz de esperanza brilla ya en el horizonte del pueblo centroafricano. Os fuisteis todos con la sonrisa en los labios. Aves de mal augurio os habían avisado de peligros sin fin y de anular la visita. Pero hasta tu guardia vaticana, sudorosa y cansada, sonreía satisfecha, como diciendo “el Papa, con su cercanía y su amor por los olvidados de Bangui, ha vencido a los pronósticos más oscuros, ha ganado el pulso a las más negras profecías”.

En el nº 2.967 de Vida Nueva

 

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