Fidel Herráez quiere sacar a Burgos de “la comodidad”

El nuevo arzobispo tomó posesión el pasado 28 de noviembre en una catedral abarrotada

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Fidel Herráez y Francisco Gil Hellin Hellín se saludan ante el nuncio Renzo Fratini

JOSÉ BELTRÁN (BURGOS) | Plantarle cara al frío en la catedral de Burgos no es tarea fácil. Aunque se aplauda de forma repetida al nuevo arzobispo para expresar la calidez que le ofrecen unas gentes que, como definió el ya emérito Francisco Gil Hellín, son “sencillas, trabajadoras, sacrificadas, leales, honestas, no conflictivas”. Por ellas fue recibido Fidel Hérraez el 28 de noviembre en un templo abarrotado. Recibió el báculo de manos del nuncio, Renzo Fratini, que le instó, en nombre del Papa, a ser “presencia de Cristo para acompañar y confirmar en la fe”.

El que fuera obispo auxiliar de Madrid respondió con la templanza que acostumbra, la que lleva de herencia tras los veinte años de trabajo callado en Madrid –“ha resuelto muchas papeletas con discreción”, dice alguien a mi lado–. “Al llegar a esta diócesis, siento un profundo respeto y me veo indigno y pequeño; no son palabras vacías, os lo digo en verdad y de corazón”, señaló el prelado durante la homilía, en la que confesó que “no traigo ningún plan pastoral preconcebido”.

Aplicará el programa de su predecesor, Seréis mis testigos, pero con una mirada bergogliana, “a salir de la propia comodidad y a atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. En esta línea, expuso su deseo de impulsar el Año de la Misericordia a través de una “Iglesia sensible y atenta a los ancianos, a los niños, al dolor de nuestros hermanos en cualquier situación de pobreza, de enfermedad, de soledad, de carencia de Dios”.

Como recordó también Gil Hellín, Burgos es una diócesis que “decrece y envejece”, con el paro y la natalidad como nota preocupante común al resto de España y con una generación de jóvenes “bastante alejada de los sacramentos”.

Gratitud hacia Rouco

No faltaron en las palabras de Herráez el agradecimiento al cardenal Antonio Mª Rouco Varela, presente en la ceremonia, y a quien definió como “maestro en amor a la Iglesia y en celo evangelizador”. Tampoco se olvidó del auxiliar emérito, Alberto Iniesta, “que me acompaña desde el corazón”. Con esta toma de posesión, Juan Antonio Martínez Camino es el único de los auxiliares de Rouco que queda en Madrid a la espera y sin destino.

En el nº 2.967 de Vida Nueva


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