Una misionera española en Malí denuncia que infiltrados libios quieren romper el país

La ofensiva islamista se cierne sobre Europa y África

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Militares y policías cierran las calles de Bruselas en busca de comandos islamistas

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | La alocada carrera emprendida desde el 13-N en París por distintas facciones islamistas, cercanas unas al ISIS y otras a Al Qaeda, ha acelerado todo. En Europa, la palabra clave es convulsión: en Francia, que sigue concretando su nuevo orden constitucional mientras Hollande se reúne con los principales mandatarios mundiales para aunar una estrategia en Siria; en Bélgica, que ha estado cuatro días con Bruselas en estado de sitio en busca de comandos del ISIS; o en Rusia, que ha denunciado a Turquía ante la OTAN tras derribar a uno de sus cazas que se dirigían a Siria.

Mientras, en distintos puntos de África se han registrado duros ataques yihadistas. El último se dio en la noche del martes 24 en la capital de Túnez, cuando un atentado (aún sin reivindicar) contra un autobús en el que viajaba la guardia presidencial ocasionó 12 muertos y 17 heridos. Esa misma mañana, en la ciudad egipcia de Al Arish, en el Sinaí, un coche bomba contra un hotel había acabado con la vida de tres policías y dejó 14 heridos; el atentado se atribuyó a una filial del ISIS en Egipto.

Tres días antes, en Bourgade de Nigue (Camerún), un atentado suicida dejó siete muertos y diez heridos; fue obra de Boko Haram, que busca extender su acción al país vecino desde Nigeria. Pero el mayor golpe llegó en Bamako, la capital Malí, donde el viernes 20 varios radicales secuestraron a 170 personas en un hotel. Tras varias horas, la policía tomó las instalaciones, con un balance de 21 muertos y siete heridos. No está clara la autoría del ataque, pues tres grupos islamistas lo reivindican.

“Todo cambió cuando cayó Gadafi en Libia”

Consultada por Vida Nueva, la religiosa española Mercedes Cuadrado, quien llegó en 1977 a Malí y que comparte comunidad en Bamako junto a tres compañeras de su congregación, las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda, lo achaca a elementos incontrolados que en los últimos tres años buscan adueñarse del norte del país: “Aquí impera un islam pacífico, que respeta a la minoría cristiana, muy valorada. Pero todo cambió cuando cayó Gadafi en Libia. Muchos partidarios se infiltraron en nuestras fronteras y se aliaron con grupos tuaregs del norte, enfrentados al Gobierno. Entre ellos hay de todo y muchos son más tolerantes, como se vio en el acuerdo de paz con el Ejecutivo, firmado este junio. Son los más radicales los que buscan desestabilizar el país”.

Pese a todo, se muestra esperanzada: “La gente quiere vivir en paz. Lo veo en mi comunidad. Trabajamos en dos proyectos sociales en las periferias de Bamako; uno está destinado a la promoción de las mujeres y otro es un centro de maternidad. En ambos, casi todos los trabajadores son musulmanes. El país siempre ha tenido a gala ser laico y abierto”.

Por ello confía en que el Gobierno pueda controlar la situación y en que continúe la presencia de tropas internacionales (la misión de la ONU cuenta con 7.000 soldados). Algo que apoya la mayoría: “Francia nos salvó hace dos años, cuando los radicales amenazaban la capital. La gente lo valora”.

¿Y si los islamistas rompen el país? Ella no se irá: “Estamos en los buenos y en los malos momentos. Yo no tengo miedo. Además, nuestra sola presencia fortalece a las comunidades”.

En el nº 2.966 de Vida Nueva

 

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