‘Flow’: confesiones de un actor

'Flow',  fotograma de la película

J. L. CELADA | A punto de estrenar su función largamente soñada, un actor (Juan del Santo, ubicuo y resuelto en el manejo de los diversos registros interpretativos) se sitúa ante el espejo del teatro vacío para exorcizar sus miedos –escénicos y existenciales–, mientras rinde tributo al arte de ser otro, de vivir otras vidas. Todo lo que tiene y necesita está ahí, sobre la soledad de las tablas. “Si puedo alcanzarlo con la imaginación –proclama–, puedo expresarlo con el cuerpo”.

Así arranca Flow, la película de “acción interior” que David Martínez ha puesto en pie con escasos recursos, pero sobrado de fe… en la profesión y en la capacidad del ser humano para sobreponerse a sus miserias y “tocar el misterio”. De todo ello sabe bastante el protagonista de esta historia, un tipo entregado a los ensayos de su obra –y a la bebida–, que acude a clásicos del imaginario cinematográfico como El Padrino o El hombre elefante para hablarnos de su familia (el amor de una madre, la relación con su hermano, una hija desatendida…), compartir sus complejos o lamer sus heridas.

La muerte del padre, portador de una herencia envenenada, marcará un punto de inflexión en la narración de los hechos (hábilmente apoyada en conversaciones telefónicas y cartas manuscritas) y en la propia trayectoria de este lobo solitario: cárcel, depresión, vida en la calle… Instante en el que decide emprender un largo camino para reencontrarse consigo mismo. Y que la cámara de Martínez aprovecha para conducirnos de la ciudad al campo, de la mirada de corto alcance a la amplitud de horizontes, de la palabra desbocada a los largos silencios.

La cinta, que hasta entonces había desnudado el alma del artista sostenida por la intensidad dramática connatural al oficio, se adentra en el territorio de la quietud y la contemplación en busca de una oportunidad para reconciliarse con el pasado (un progenitor lejano, pero muy presente; una madre que está ahí, sin pedir nada a cambio…). También para redescubrir la magia, el duende de ese momento irrepetible que hermana al monje y al actor, “aquella fuerza misteriosa que todo el mundo puede reconocer pero nadie puede explicar”.

Flow es la confirmación de que el talento no entiende de límites, de que la vida y la escena tampoco conocen fronteras en su inagotable trasvase de sueños y desvelos, de que a ambos lados siempre estamos a tiempo de despertar a la fascinación y transformar la realidad. Sin perder la libertad ni caer en la locura.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Flow.

DIRECCIÓN: David Martínez.

GUIÓN: David Martínez y Juan Alberto García del Santo.

FOTOGRAFÍA: José Martín Rosete.

MÚSICA: Alberto Torres.

PRODUCCIÓN: Juan Alberto García del Santo y David Martínez.

INTÉRPRETES:  Juan del Santo, Berta Solanas Martínez, Carlos Escobar y las voces de Concha Velasco, Emilio Gutiérrez Caba, Francesc Garrido, Alejandra Lorente, Lluís Homar, Óscar Sánchez Zafra, Gonzalo Baz.

 

En el nº 2.965 de Vida Nueva

Compartir