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Discurso del presidente en la inauguración de la XXII Asamblea General de CONFER 2015

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Palabras del presidente Luis Ángel de las Heras, cmf

  • 1. Saludos

Un cordial saludo a D. Renzo Fratini, Nuncio de Su Santidad en España, que ha presidido la eucaristía de inauguración y nuevamente nos acompaña en este acontecimiento tan importante para la Iglesia y la vida consagrada que peregrina en estas tierras: la Asamblea General de CONFER. Gracias por su aprecio y cercanía. Por su mediación manifestamos al papa Francisco la fidelidad y el afecto de las personas consagradas a las que representamos, así como nuestra comunión y nuestra oración para que el Espíritu le ilumine, le fortalezca y le sostenga con la alegría de Cristo y del Evangelio de la Misericordia en la misión que el Señor le ha encomendado para bien de la Iglesia y de la humanidad. El papa Francisco pide que recemos por él.

Lo hacemos ahora en unos instantes de silencio.

Un recuerdo para Fray José Rodríguez Carballo, arzobispo secretario de la CIVCSVA, que finalmente no puede venir por problemas de agenda y para el Prefecto de la Congregación de IVCSVA, Cardenal Braz de Aviz, quien ya nos comunicó que no estaría aquí, pero sí en la inauguración del encuentro de consagrados jóvenes, D.m., el próximo 6 de diciembre en Salamanca. Nuestra sincera gratitud al presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada (CEVIC), D. Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza, por sus palabras y porque un año más asiste a toda la Asamblea. Saludamos igualmente a todos los miembros de la Comisión, algunos de los cuales nos acompañan o acompañarán estos días: P. Eusebio Hernández, agustino recoleto, obispo de Tarazona, D. Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres, Fray Jesús Sanz, franciscano, arzobispo de Oviedo, D. Joaquín López de Andújar, obispo de Getafe y D. Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander.

A través de ellos también expresamos la comunión con todos nuestros pastores, los demás obispos de las Iglesias particulares donde las personas consagradas, religiosos y religiosas, con su presencia y su ministerio enriquecen la comunión eclesial. Mañana por la tarde nos saludará el Cardenal Blázquez, presidente de la CEE, quien demuestra con su presencia el interés por la vida consagrada. Antes, por la mañana, nos encontraremos con D. Carlos Osoro, vicepresidente de la CEE y arzobispo de Madrid, diócesis en la que celebramos nuestra Asamblea, quien quiere seguir mostrándonos su acogida y cercanía.

Saludo a Dª Lourdes Grosso, misionera idente, directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada. Dª Vicenta Estellés, obrera de la Cruz, recientemente elegida presidenta de la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS) no puede asistir, pero vendrá mañana D. Lucio Arnáiz, Sacerdote del Prado, representando a esta Conferencia hermana.

Saludo al P. Juan Carlos Pérez, SDB, salesiano, nuevo Presidente de Escuelas Católicas y a D. José María Alvira, SM, marianista, secretario general, que representan a tantos Institutos religiosos comprometidos en la escuela católica, plataforma inigualable e imprescindible de evangelización desde la libertad y el compromiso. Vamos unidos en muchos derroteros de vida consagrada y eclesial.

Agradecemos igualmente su presencia al presidente y al secretario general de Cáritas Española, D. Rafael del Río y D. Sebastián Mora, que nos acompañan fielmente. Este año hemos seguido trabajando en varios frentes con ellos y hemos compartido voz a favor de los sin voz, especialmente inmigrantes y refugiados, junto a otras instituciones de la Iglesia.

Me alegra mucho saludar a los ex-presidentes de CONFER desde la unificación en 1994. El P. Elías Royón, SJ, asistirá mañana. Los P.P. Ignacio Zabala, SM, y Alejandro Fernández, OdM, se encuentran hoy entre nosotros. Los PP. Jesús Lecea, SchP y José Félix Valderrábano, CMF, han agradecido la invitación, pero han excusado su asistencia al tiempo que envían saludos cordiales a esta Asamblea.

Expresamos nuestra gratitud por su generosa y no siempre fácil dedicación a la CONFER a quienes han ejercido el servicio de presidentes, de vicepresidentas —Paloma Aguirre, Asunción Codes, Cecilia Barredo y Margarita Bofarull—, de secretarios/as generales. Gratitud que se extiende a los equipos que los acompañaron. Aquella sementera sigue produciendo en estos días buenos frutos de unión y valientes desafíos de crecimiento.

Un saludo cordial y agradecido al resto de invitados. Perdonad que no os nombre a todos. Sentíos afectuosamente acogidos en esta Asamblea que es vuestra.

La más calurosa y fraterna bienvenida a vosotras y vosotros, superiores mayores, con quienes formamos esta XXII Asamblea General de CONFER, en especial a quienes asistís por primera vez. Gracias por vuestra numerosa participación que nos permite, un año más, constituir formalmente la Asamblea en primera convocatoria. Haced el favor de enviar a vuestros hermanos y hermanas un abrazo fraterno de esperanza, cercanía y comunión intercongregacional y eclesial de parte de esta Asamblea en la que tenemos presentes a todos.

Finalmente, permitidme un saludo cordial a las Religiosas del Amor de Dios, que nos acogen, a quienes son estrechos y fieles colaboradores de la tarea cotidiana de CONFER y a todo el personal de la sede, que se va renovando como veremos y ha trabajado con cariño y entusiasmo preparando esta Asamblea y continuará haciéndolo aquí. Estamos a vuestro servicio durante estos días para lo que necesitéis.

  •  2. «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).

El año pasado nos dábamos cita en nuestra Asamblea General motivados para adentrarnos en otras orillas. Recordaréis el lema: «Vayamos a la otra orilla» (Mc 4,35). Fue la primera consigna dada por la XX Asamblea. En esta misma se propuso abordar el tema del servicio de la autoridad, que ha inspirado el lema de este año 2015: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27). Como os decía en la carta convocatoria, el tema completa la llamada para ir hacia otras orillas desde donde afrontamos nuestra entrega a Dios y a sus preferidos. Lo que se convierte en un referente para el resto de servicios en los que estamos llamados a entregarnos las personas consagradas y nos compromete a escuchar vigilantes el clamor de una humanidad sufriente. El servicio de la autoridad, que es servicio evangélico, tiene una fuerte dinámica de salida misionera y una exigencia comprometedora y testimoniante.

En la conclusión de la XXI Asamblea General hace un año, recordábamos Evangelii gaudium nº 25: «…Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una “simple administración”. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un “estado permanente de misión”».

Con esta convicción evangélica de no dejar las cosas como están y manteniéndonos en estado permanente de misión, en salida, hemos procurado caminar en CONFER hacia otras orillas y contemplar la realidad desde abajo, para estar en medio de nuestros hermanos como quienes sirven. Y lo hemos hecho con otros, compartiendo visión y misión en nuestra Iglesia. Así ha sido el proceso con Cáritas Española, Justicia y Paz y la Comisión de Migraciones de la CEE, hasta constituir el «Marco Común de la Red Intraeclesial frente a la situación actual» para articular una estrategia conjunta de Iglesia ante el reto de las migraciones en clave de hospitalidad, dignidad y derechos para todos los inmigrantes, no solo para quienes obtienen estatuto de refugiado.

Así ha sido también el camino compartido de la Red Intraeclesial Frontera Sur de España para la acogida y acompañamiento de personas que llegan allí, sobre todo a la valla de Melilla. Así lo hemos hecho también mostrando nuestro apoyo a la lucha contra el tráfico, la trata y la explotación de personas a través de la red europea de religiosas/os y laicos RENATE y del Grupo Santa Marta, impulsado por el papa Francisco con el objetivo de combinar recursos de las autoridades civiles y de la Iglesia Católica para erradicar y prevenir esta lacra social y atender pastoralmente a las víctimas.

Así llegamos a esta Asamblea para ratificar este modo de caminar que nos muestra aquél que no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos (cf. Mt 20, 28) yendo a la otra orilla (cf. Mc 4, 35). Aquél que está en medio de nosotros, de nuestros hermanos y hermanas de congregación, en medio de los hombres y mujeres que peregrinan en este mundo en estos tiempos, en medio de todos, especialmente de los que más sufren, como el que sirve (cf. Lc 22, 27).

Lo descubrimos en el cartel para esta Asamblea. Como trasfondo está el icono del cirineo, que ayuda a llevar la cruz a ese Jesús que está en medio de nosotros, sirviendo y entregándose “hasta el extremo en los extremos”. Es una imagen que habla de la autoridad en la vida consagrada como una dinámica que consiste en “hacerse cargo”, “encargarse” y “cargar” con la cruz de Cristo, de quien dimana el servicio, y con las cruces de los hermanos de congregación y del mundo, hacia quien se dirige nuestra entrega. Con este trasfondo, en este cartel se ve, en primer lugar, la propia cruz de Cristo, que sigue en medio de este pueblo necesitado “como el que sirve”.

En segundo término, las manos de muchos hombres y mujeres, también muchas personas consagradas, sin que podamos percibir su edad, su salud, su condición física, su ánimo, que ayudan a llevar la cruz. Cada cual según sus posibilidades. Son manos alzadas con autoridad. Pero esta autoridad no viene de su propia fuerza, que siempre será insuficiente, sino de su deseo y decisión en asociarse a la entrega de Jesús, que va camino del Calvario para llegar al horizonte luminoso de la verdadera Vida. En tercer lugar, vemos dos fotografías en la parte de arriba que concretan y ponen rostro al modo de servir propio de los consagrados. Este modo consiste, por una parte, en levantar y abrazar a los débiles con la alegría de la fe y de la vida nueva en Cristo. Es lo que quiere reflejar la foto de la religiosa. Y, por otra parte, este modo de servir consiste en acoger, sostener y fortalecer a quienes están dispuestos para que conozcan y amen cada vez más al Padre. Es lo que podemos ver en la foto de las manos en el momento de la profesión religiosa.

Somos cirineos. La cruz del servicio la lleva Jesús, en medio, como el que sirve. Nos hacemos cargo, cargamos entre todos la Cruz, asociados a quien tiene autoridad porque entrega la vida sirviendo para que otros tengan vida y una vida abundante (cf. Jn 10,10).

  • 3. El servicio de la autoridad en la vida consagrada de estos tiempos.

En estos tiempos se cumple aquella palabra de Jesús en el evangelio de Mateo después de que todos los discípulos se indignaran contra los dos Zebedeos que, lejos de querer ser cirineos, sí querían los primeros puestos. Probablemente aquellos discípulos indignados también pretendían los primeros puestos, como relata Lucas cuando menciona la discusión sobre quién debe considerarse el más importante. Se acabó esta discusión cuando «25 Jesús entonces les dijo: Los reyes someten las naciones a su dominio, y los que ejercen poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores. 26 Pero entre vosotros no debe ser así. Antes bien, el más importante entre vosotros debe ser como el más pequeño, y el que dirige debe ser como el que sirve. 27 Pues ¿quién es más importante, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es, acaso, el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22, 25-27).

Hoy sigue resonando con fuerza esta llamada de Jesús: “entre vosotros no debe ser así”. Sigue en vías de desarrollo este cambio de paradigma. No ha de ser así entre nosotros. No ha de ser. La vida consagrada siempre ha estado llamada a servir. Y cuando se descubre su dimensión de servicio es creíble y es bien acogida.

En estos tiempos en los que la humanidad ha progresado tanto, todavía hay esclavitudes, algunas nuevas, actos de dominación, de clara opresión y de corrupción. Como también encontramos escándalos tristes en la Iglesia y en la vida consagrada lejos de la coherencia y del servicio evangélico de la autoridad. Todo inadmisible.

Pero la vida consagrada, como el papa Francisco nos ha recordado reiteradamente, está llamada a ser profética, vigilante y activa. Por tanto debe denunciar y, al mismo tiempo, liberarse de todo interés opresor, corrupto, egoísta, autorreferencial, en definitiva antievangélico. Para ir siendo cada vez más una vida de servicio entregada por todos, “de la misma manera que la de Jesús”, para lavar y erradicar el daño, el mal, la violencia, el odio, el pecado, el delito. Los versículos finales del texto de Mateo sobre los puestos importantes dicen: «El que quiera ser importante entre vosotros, sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero, sea vuestro esclavo. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos» (Mt 20, 27-28).

Sin duda ya vivimos así en la vida consagrada, pero podemos vivirlo más si crecemos en esta entrega quienes estamos llamados al servicio de la autoridad sin ceder a estrategias que se asemejen a los poderes de este mundo. Nuestro modo de servir se contagiará hasta el último rincón de la misión que realizan desde cada carisma nuestros hermanos y hermanas.

Lo pone de manifiesto desde otra perspectiva muy interesante el evangelio de Lucas cuando nos dice que no podemos servir a dos amos, pues seremos fieles a uno y despreciaremos al otro, que no podemos servir a Dios y al dinero (cf Lc 16,13). O lo que sería lo mismo: es incompatible servirnos a nosotros y a los otros al mismo tiempo. San Agustín lo dice sabiamente cuando presenta las dos ciudades fundadas en dos amores: el amor propio y el amor a Dios. A cualquiera de las dos podemos servir. Bien a la ciudad de los que ponen la gloria en sí mismos, bien a la ciudad de los que ponen la gloria en Dios: «aquélla reina en sus príncipes o en las naciones a quienes sujetó la ambición de reinar; en ésta unos a otros se sirven con caridad»1.

Lo recrea hermosamente un hijo de san Agustín en este texto:

Dos amores alzaron dos ciudadelas, el “amor de lo bajo”, la Ciudad Baja con murallas y fosos y centinelas. Allí llaman los hombres “amo” al dinero, “paz” a la muerte, “porvenir” al desastre y a la avaricia, “subversión” a los gritos de los obreros, y pregonan la cínica ley del más fuerte como “justicia”. Arriba, en la montaña, cerca del sol, el “Amor de lo alto” levantó la brillante Ciudad de Dios, la habitan los pacíficos, los inocentes, los que por ser humildes tienen la cumbre, los del corazón lleno de mansedumbre, la buena gente que lleva el evangelio escrito en la frente. Ellos son la semilla de la belleza, ellos son la promesa de un mundo limpio, y la certeza de que dará su fruto tanta tristeza. […]…delante de ti, tienes las dos ciudades, nadie vendrá a quitarte tu libertad, pero tampoco a nadie podrás culparle del camino que sigas, del Señor al que digas -“quiero ser ciudadano de tu ciudad”-. Hallarás otros locos en la tarea, de todos los países y los colores, esos son tu familia, esa es la Iglesia que fundó un hombre joven de Galilea con pescadores para hacer de los tiempos, tiempos mejores.

  • 4. El Año de la Vida Consagrada.

Estamos celebrando todavía el Año de la Vida Consagrada y en España hemos concluido hace poco menos de un mes el Año Jubilar Teresiano. Como todos esperábamos Santa Teresa nos ha inspirado durante este Vº Centenario de su nacimiento. Así, el papa nos ha recordado que «Teresa de Jesús invita a sus monjas a «andar alegres sirviendo» (Camino 18,5). Evocando la alegría de la Santa, Francisco añade: «¡El Evangelio no es una bolsa de plomo que se arrastra pesadamente, sino una fuente de gozo que llena de Dios el corazón y lo impulsa a servir a los hermanos!»3.

Muchos preguntan: ¿Qué ha supuesto o está suponiendo este Año? Creo que cada uno de nosotros puede dar respuestas positivas a esta pregunta. Ha supuesto un tiempo para despertar, para contagiar alegría, para contar una gran historia de vida y misión, para sentirse dichosos por seguir construyéndola. Ha supuesto darnos cuenta de que en la Iglesia nos necesitamos todos y debemos avanzar sin descartar a nadie, cultivando unas mutuas relaciones fundadas en el amor, en la verdad y en la libertad para crecer en la comunión de la que las personas consagradas debemos ser expertas.

Está siendo un año para mirar más allá de nosotros mismos y saber a quién adoramos, a quién servimos. Un año para construir Iglesia, como Pueblo de Dios, con nuestros pastores, con los laicos, con el resto de la vida consagrada, dando fe de que hacer memoria agradecida, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza se hace conjugando los verbos en plural eclesial, en armonía de relaciones: agradecemos, vivimos, abrazamos.

Han sido numerosas las iniciativas con motivo del Año. No se pueden recordar aquí todas. Menciono las concurridas celebraciones de inicio del Año convocadas por los obispos en las respectivas diócesis, sus cartas pastorales sobre la vida consagrada, las exposiciones organizadas por CONFER regionales y diocesanas, las conferencias, congresos, mesas redondas, jornadas, semanas

CONFER ha procurado impulsar y apoyar las más posibles de distinta manera, con la presencia en actos programados, con intervenciones en los mismos. De forma directa la Presidencia y la Secretaría General se han implicado en la Jornada organizada por la Facultad de Teología de la UP Comillas, en la 44 Semana Nacional de Vida Religiosa del ITVR de Madrid, que reunió a más de novecientas personas consagradas y en el Encuentro Nacional de Vida Consagrada convocado por la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada y celebrado los días 3 y 4 de octubre pasado con más de mil quinientos participantes, donde todo el personal de la sede estuvo colaborando intensamente.

Por otra parte, durante el Año, ha habido un esfuerzo por dar a conocer personas, fundadores, congregaciones. La web del año y la comunicación a través de las redes sociales ha ayudado a ello. Quiero resaltar las oraciones semanales que han preparado y están preparando las CONFER’s diocesanas y que tienen una excelente acogida y valoración.

Cada congregación ha mirado a su pasado con gratitud y todos hacemos nuestro lo de los demás. En esta memoria agradecida y compartida voy a mencionar algunas efemérides que, por tanto, son de toda la vida consagrada en España. Además del Año Jubilar Teresiano al que ya he aludido, los Guanelianos han celebrado cincuenta años de su presencia en España; las religiosas de la Asunción el ciento cincuenta aniversario de la llegada a nuestro país; la familia salesiana, el bicentenario del nacimiento de Don Bosco y la familia dominicana acaba de inaugurar el Jubileo por los ochocientos años de la Orden de Predicadores que se cumplirán en 2016. Perdonad si no he recogido algún acontecimiento relevante.

Vivimos el presente con pasión. Se vive sobre todo en lo cotidiano que pasa inadvertido y lo confirma el compromiso de congregaciones religiosas que se ha puesto de relieve este año con dos galardones destacados. El VIº Premio de Derechos Humanos Rey de España concedido a las Religiosas Adoratrices por su labor a favor de las mujeres víctimas de trata y violencia de género. Y el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2015 a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, por una ejemplar labor en los difíciles momentos que hoy vive el mundo, en cuestiones tan sensibles como la epidemia del ébola, las crisis migratorias y, en general, la protección de las personas más desfavorecidas y en riesgo de exclusión. Como ellas y ellos han señalado son reconocimientos sociales que ponen en el centro a las personas que los amos de este mundo han puesto o han dejado al margen.

Agradecidos por el pasado y apasionados por el presente el gran reto es abrazar el futuro con esperanza en fidelidad activa y creativa. Crecemos en una espiritualidad de adoración que pone a Dios en el centro. El Papa terminaba el encuentro con los jóvenes consagrados en Roma el día 17 de septiembre pasado diciendo: “Sed hombres y mujeres de adoración”. Sin pedir, sin agradecer, sin alabar siquiera. Continuamos trabajando la pastoral vocacional con seriedad e ilusión. Vamos tomando conciencia de que nuestras congregaciones crecen en multilculturalidad con horizonte intercultural, como nuestro mundo y nuestra Iglesia. Seguimos con la reorganización de organismos mayores aquí, procurando que los objetivos sean de renovación de vida y misión según cada carisma. No queremos que sea un repliegue, ni una señal de decadencia de esta forma de vida, ni una compleja gestión de recursos, sino la búsqueda responsable de un modo mejor y más adecuado de desarrollar la misión encomendada en los tiempos y las circunstancias actuales.

Para abrazar el futuro con esperanza continuamos también con nuestra decidida apuesta por compartir tareas, espiritualidad y misión con los laicos. CONFER ha organizado este año el segundo encuentro y ya está programado el tercero para marzo de 2016.

En medio de las dificultades, que no faltan, brilla más y aparece con más claridad la esperanza que el Señor nos regala porque no solamente tenemos una historia gloriosa para contar, sino una gran historia que construir, como nos ha recordado el papa Francisco que decía Vita consecrata en 1996 en su nº 110, que termina afirmando: «Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas» (VC n. 110).

  • 5. Conclusión del Año de la Vida Consagrada en el Año de la Misericordia.

Miramos hacia el futuro, impulsados por el Espíritu. Avanzamos hacia el final del Año de la Vida Consagrada que se cerrará cuando se haya abierto el Año de la Misericordia. La vida consagrada tiene que ser experta en misericordia. Debemos disponernos para ser enviados, mensajeros, misioneros/as de la misericordia. No podíamos encontrar mejor conclusión para el Año de la Vida Consagrada. Consagrarnos a la experiencia y a la feliz tarea de la misericordia.

Mientras avanzamos hoy nos acompañan tres verbos que también son de servicio evangélico y aunque se proclaman en imperativo exigente suenan como sugerencias motivadoras al mismo tiempo: despertad, alegraos, adorad.

¡Despertad! Estar despiertos en medio de nuestros hermanos como el que sirve. Se nos ha invitado a despertar al mundo, nada menos. Por supuesto, tenemos que despertar nosotros. Despertarse para despertar. Vivir despiertos para que el mundo sea más humano, para que destierre lo que le deshumaniza. Para que apueste por ese proyecto de liberación de Dios sobre la humanidad siempre antiguo y siempre nuevo, siempre por hacer, siempre don y siempre tarea, siempre seductor y siempre posible. Vivir dormidos es la tentación que nos espera en cualquier rincón de la vida consagrada. Vivir dormidos es vivir sin sueños. Soñar, soñar despiertos nos hace estar atentos a lo que el Espíritu inspira y los hombres y mujeres de este mundo gritan desde sus mayores pobrezas. Hay mucho que despertar con esperanza. Hay mucha conversión como don y tarea: pastoral y misionera, comunitaria, ecológica. Conversión de caminos intercongregacionales.

¡Alegraos! Estar alegres en medio de nuestros hermanos como el que sirve. Fue la primera exhortación para preparar el Año de la Vida Consagrada. Alegraos y contagiad la alegría, alegrad. Lo hemos meditado, asimilado como una clave de lectura nuestra de la Evangelii gaudium. El papa nos ha dicho que donde hay personas consagradas hay alegría. Puede ser una constatación, pero sobre todo es un magnífico desafío a nuestra identidad y misión, a nuestra coherencia que como don hemos de pedir y procurar.

¡Adorad! Adorar a Dios en Espíritu y en verdad para estar despiertos y alegres en medio de nuestros hermanos como el que sirve. Adorar nos impulsa a ser vida consagrada en salida, en permanente estado de misión dentro de una Iglesia igualmente en salida, en permanente estado de misión. Adorar al único Dios para acercarse y acoger con el corazón propio de personas consagradas lo mismo a refugiados, que a inmigrantes, parados, víctimas de la trata de personas o de las jaulas de la vergüenza, esclavos del siglo XXI, ancianos solitarios, enfermos… para cuidar la casa común de todos.

Que todos podamos disfrutar y aprovechar esta Asamblea General y contribuir a su buen fin desde estos momentos. Que cada uno aprendamos a estar cada vez más y mejor en medio de nuestros hermanos como Jesús, como el que sirve.

¡Muchas gracias!

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DOCUMENTOS: Carta del secretario de la CIVCSVA en la clausura de la XXII Asamblea General de CONFER 2015