Los jesuitas, al paso de los refugiados

La Universidad Pontificia Comillas celebra unas jornadas para visibilizar su situación e interpelar a la acción inmediata

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Los jesuitas, al paso de los refugiados [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | En pleno parón en la UE para aplicar sus propias políticas de cuotas e integrar a 160.000 de los 700.000 refugiados (en su mayoría sirios) que han llegado hasta nuestras fronteras, las redes jesuitas están actuando desde hace mucho tiempo, y en varios frentes. Así lo reflejó el encuentro con periodistas que se celebró, el pasado 29 de octubre en Madrid, en la Universidad Pontificia Comillas. Expertos de diversas instituciones de la Compañía de Jesús ofrecieron su testimonio y llamaron a un cambio de paradigma inmediato.

El rector de Comillas, Julio Martínez, denunció que hasta ahora “ha habido mucha tecnocracia y poca política” por parte de la UE, que parece ignorar que estamos ante “un problema humano” que, como mínimo, es inaplazable desde hace dos años, cuando ya el papa Francisco lo denunció dolorido en Lampedusa. En este sentido, reclamó que España camine hacia el “modelo intercultural” y huya de “sistemas fracasados, como el asimilacionista francés o el multicultural inglés”.

Amaya Valcárcel, coordinadora de Promoción del Servicio Jesuita para los Refugiados (SJR), con sede en Roma, pidió desterrar tres tópicos que generan xenofobia: “El miedo a la invasión, a la islamización y a que se infiltren yihadistas entre los refugiados. Por el primero, hablamos de una crisis global, no europea o de Oriente Próximo. En todo el mundo hay 60 millones de refugiados, más que nunca. ¿De verdad Europa no puede asimilar a 700.000 de ellos? Lo segundo y lo tercero son algo que, desde los atentados del 11-S, se oye cada vez más. Sin embargo, nuestra experiencia en el día a día en todas nuestras redes es que es falso, no ha habido ni un caso de extremistas entre los refugiados”.

En la línea de derribar prejuicios, Valcárcel dio otro dato revelador: “Solo un 10% de los refugiados sirios han llegado a Europa. Cuatro millones están en Líbano, Turquía y Jordania. Y ocho millones son desplazados internos, dentro de la propia Siria. Respecto a los que abandonan sus hogares, ya sea hacia otros enclaves internos o a los países vecinos, la realidad es que están al límite; no solo huyen por las bombas o por el ISIS, sino porque la vida cotidiana en Alepo o Damasco es terrible: no tienen apenas agua potable o electricidad, comen carne una vez al mes, sus hijos no tienen escuelas a las que ir… ¿Quién puede mantener una vida así?”.

Por todo ello, la representante del SJR ofreció alternativas que asienten el verdadero espíritu de una UE “que firmó la Convención de Ginebra y, por tanto, se comprometió a no cerrar sus fronteras o a detener a quienes vienen reclamando asilo, pues eso viola el derecho internacional”. Así, planteó cuatro mecanismos legales que eviten que los refugiados deban ponerse en manos de mafias o afrontar viajes marítimos que les pueden costar la vida: “El primero, que los visados humanitarios para solicitar asilo se puedan pedir ya en el país de origen; el segundo, desarrollar cuotas de reasentamiento para los más vulnerables, como hacen EE.UU., Canadá o Brasil, y con cifras no ridículas como las actuales; el tercero, la reunificación familiar en un sentido amplio, con tíos o primos aparte de padres e hijos, siendo aceptados por otras familias de acogida; el cuarto, flexibilizar la obtención de visados”.

El origen de la crisis, la primavera árabe

Cristina Cortázar, directora de la Cátedra Jean Monet de Migración y Asilo en la UE, denunció que “la situación es dramática desde 2013, aunque el origen de la crisis está en la llamada primavera árabe”. En cuanto a la respuesta de la UE, lamentó que “nuestra legislación, habituada a responder a casos individuales, no estaba preparada para una situación de llegada masiva como esta”. Con vistas a impulsar “resortes jurídicos” adecuados al nuevo contexto, Cortázar propuso dos grandes medidas: “Fomentar registros especiales en los puntos calientes de llegada, con el fin de favorecer el impulso de las cuotas de reubicación, y denunciar los malos usos cometidos contra los que son definidos como inmigrantes irregulares, muchas veces detenidos o devueltos al otro lado de la frontera. La inmensa mayoría de los refugiados que llegan lo hacen en situación de irregularidad, pero, si inmediatamente hacen constar su situación y solicitan asilo, están ejerciendo un derecho y su situación ha de ser obligatoriamente estudiada”.

Alberto Ares, responsable del Sector Social del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), abordó la situación de las tres vías principales de acceso de refugiados por el Mediterráneo: “La este, por Turquía, Grecia o Macedonia, que es la más numerosa, con unas 500.000 personas; la central, por Libia e Italia, por la que han llegado unas 100.000 personas; y la sur, en el eje Ceuta-Melilla-Nador, donde al año entran unas 10.000”. En el caso de la sur, que es la que más interpela a España, el también investigador del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) alertó de un dato para la reflexión, teniendo en cuenta la escasa disposición inicial nuestro Gobierno para aceptar acoger a unas decenas de miles de refugiados: “Entre 2000 y 2008 entraban al año en España una media de 650.000 emigrantes económicos, con un pico, en 2007, de casi un millón”.

Ares rechazó el trato que reciben muchos refugiados en la frontera sur: “En Melilla, lo primero con lo que se encuentran es un Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI). No debe ser muy buena la experiencia, pues la mayoría de los que al final logran entrar en nuestro país intentan marcharse a otros, como Alemania. Es evidente que no se sienten acogidos. Nos debemos plantear dos grandes retos: la hospitalidad y, al fin, la integración”.

Juan Iglesias, investigador del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM), explicó que su institución fue creada en 1994 para trabajar en red con otras entidades jesuitas como el SJR, el SJM o Entreculturas. Así, si su acción siempre ha estado enfocada en “analizar el fenómeno migratorio y, comprendida la realidad, ayudar a definir políticas públicas integradoras”, es lo que hacen ahora con la crisis de los refugiados: “Conocer sus perfiles y tratar de eliminar prejuicios, preparando la acogida y contando lo que ocurre en las fronteras”, demandando “políticas de generosidad”. Y es que “ya somos otro país, otra sociedad. Hemos pasado de ser un país de acogida a otro en el que los que llegaron como migrantes en su día son ya una parte muy importante de nuestra población, modelando nuestra sociedad”.

El liderazgo del Papa

En el posterior debate, todos coincidieron en señalar el papel de liderazgo del papa Francisco a la hora de afrontar este fenómeno. Cuestionados por Vida Nueva sobre si se está empezando a cumplir su deseo de que cada parroquia o comunidad cristiana acoja a una familia de refugiados, se destacó que en España ya hay grupos que reclaman información y que en Alemania o Italia muchas parroquias y albergues, coordinados por Cáritas u otras entidades eclesiales, ejercen de sostén imprescindible para miles de familias.

Además del análisis y la interpelación a la sociedad y a las autoridades para que se genere una cultura de acogida, la Universidad Pontificia Comillas va un paso más allá. Y lo ha hecho a través de su Clínica Jurídica, en la que, desde este curso, estudiantes de Derecho y de Postgrado se están formando al servicio de la comunidad y la justicia, recibiendo información jurídica detallada sobre asilo y refugio, con el fin de poder formar a su vez a grupos o parroquias que quieran saber cómo pueden hacer a la hora de acoger en su seno a familias de refugiados. Por ahora, como explicó Concepción Molina, directora de la Clínica Jurídica, participan en el programa 40 abogados, 20 estudiantes de Grado y 12 de Postgrado. Los profesores lo son de un modo gratuito.

La Mesa de la Hospitalidad está lista

Refugiados-G-2La Mesa de la Hospitalidad, el órgano con el que la Archidiócesis de Madrid está canalizando su plan de atención a los refugiados, en estrecha colaboración con Cáritas y CONFER, avanza a buen ritmo de cara a una próxima intervención directa. Tal y como informa en un comunicado la entidad, el Gobierno ha decretado que la acogida de los refugiados que lleguen a España se dé en varias fases a lo largo de dos años. En una primera, “las administraciones y las tres ONG concertadas (ACCEM, CEAR y Cruz Roja Española) se harán cargo durante los primeros meses de todo lo relativo al alojamiento, manutención, asistencia psicológica, jurídica y social, escolarización de menores, sanidad, etc.”. En posteriores etapas, ya entrarían en juego otras asociaciones y hasta familias particulares.

De lo que sí advierte la Mesa de la Hospitalidad es del riesgo de que haya “una fractura social” en caso de no haber una política integral con todas las víctimas de la crisis: “Vemos con preocupación que, si no se elevan los listones de atención y el respeto de los derechos económicos y sociales de la población española y de la inmigrante que convive con nosotros en situaciones de vulnerabilidad, podrían surgir agravios comparativos e incrementarse una peligrosa fractura social, caldo de cultivo de actitudes xenófobas”.

A nivel de propuestas, el equipo diocesano pide, entre otras cosas, aumentar la inversión en cooperación internacional, apoyar a los grupos que no pueden huir de focos de conflicto, mejorar el sistema de concesión de visados humanitarios o fomentar las autorizaciones individuales de residencia y trabajo en circunstancias especiales.

En el nº 2.963 de Vida Nueva

 

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