Chequeo de urgencia a la pastoral sanitaria

Los capellanes de hospitales demandan apoyo y cercanía de sus obispos

pasillo del hospital de San Juan de Dios de Burgos, a punto de cerrar febrero 2015

J. LORENZO | Se les puede ver en más de 300 hospitales de toda la geografía, aunque a veces, con su bata blanca, puedan pasar por un miembro más del personal sanitario. Son los capellanes y voluntarios del Servicio de Atención Religiosa de los Centros Hospitalarios (SARCH), más de 1.500 personas que, como acaban de señalar en un Simposio sobre Pastoral Hospitalaria, quieren mostrar a los enfermos y sus familias “la ternura y la misericordia de Dios a través de nuestra persona, nuestros gestos y palabras”.

Ternura que comparten con las 150.000 personas que visitan al mes, aunque en medio de crecientes dificultades, como también se ha constado en ese encuentro, celebrado en Madrid a mediados de octubre. Y es que, según una encuesta presentada en ese simposio que organizó el Departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal, la mayoría de quienes desarrollan este apostolado ven regular o mal el futuro de los servicios religiosos hospitalarios.

La razón de ese pesimismo estriba en que “nuestra Iglesia, hoy en día, también es un poco más pesimista que optimista”, señala Jesús Martínez Carracedo, director de ese departamento. “Pero también porque, posiblemente, tengan la sensación de que no están siendo apoyados o defendidos los servicios religiosos con la contundencia que esperarían de las diócesis. Muchos de los servicios son atendidos por sacerdotes, que ven como cada día tienen más tareas. Y en el hospital, si no dedicas tiempo a estar allí, a trabajar con los enfermos y con los profesionales sanitarios, te vuelves insignificante. Esas razones pesan, aunque también puedan pensar que, por la Ley de Protección de Datos, hoy les resulta más difícil la entrada en las habitaciones, y también es verdad que el ámbito político está cambiando…”.

Carracedo no cree que, en este último punto, determinadas formaciones políticas pudiesen plantear la eliminación en los centros públicos de los espacios dedicados al culto, como se insinuó en alguna ocasión. “En su momento, en los hospitales de nueva creación se plantearon espacios comunes de culto para varias confesiones –apunta–. Pero nunca llegó a ser así. En algún caso, la Iglesia católica aceptó compartir espacio, pero no se llegó a firmar el acuerdo porque las restantes religiones se opusieron. En otros hospitales se dividió el espacio, pero solo se usa el católico mientras el otro permanece vacío…”.

Capellanes en los comités de ética

Más complicado está el tema de que sean incorporados en los comités de ética asistencial que funcionan en los hospitales, porque –como se ha visto en el reciente caso de la niña gallega cuyos padres pidieron que, ante su estado de salud, dejase de recibir alimentación– los partidos políticos creen que así es la religión la que entra en esos comités integrados por especialistas.

“Los comités conocen bien qué capellán puede entrar en un comité de ética –defiende este sacerdote gallego–. En ellos entras por la valoración que hacen de tu trabajo, y no por representación institucional, algo que prohíben los decretos que los regulan. Como es por votación, es muy fácil vetar la entrada de alguien. Y si un capellán no trabaja bien en su hospital, es imposible que se le admita. Hace unos años era más fácil para nosotros, porque la gente que trabajaba en el campo de la bioética era mayoritariamente cristiana, pero hoy hay más diversidad y hoy por el hecho de ser capellán no se entra en uno de ellos”.

En todo caso, en este simposio, los representantes de la pastoral de la salud de la mayoría de las diócesis volvieron a mostrar su deseo de formar parte de esos comités, pero también de que su tarea sea reconocida en los hospitales, para lo cual apuestan por profesionalizar su tarea. Pero no solo necesitan ese reconocimiento en los centros hospitalarios. Como señalan en su comunicado final, “estar en el hospital nos enriquece y nos ayuda a crecer y madurar, pero también nos desgasta y puede quemarnos; por ello necesitamos, además de la gracia del Señor, el apoyo y la ayuda de nuestros pastores y de nuestra comunidades”.

De hecho, en la encuesta presentada en el simposio, los capellanes pedían a los organismos diocesanos “mayor comprensión, valoración y reconocimiento”; “apoyar la formación de capellanes de hospital y residencias”; “cercanía”; y que sus superiores “visiten más los hospitales para conocer su realidad”.

En el nº 2.963 de Vida Nueva

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