‘El nuevo Nuevo Testamento’: cosas del patinaje

'El nuevo Nuevo Testamento',  fotograma de la película

J. L. CELADA | El belga Jaco Van Dormael, padre cinematográfico de Totó, el héroe (1991) o Las vidas posibles de Mr. Nobody (2009), ha querido imaginar ahora a otro padre, Dios, viviendo en Bruselas con ¡su esposa e hija! y que mata los días ideando arbitrarias leyes universales para “fastidio” de los humanos. No hay nada que le produzca mayor satisfacción a este tipo grosero y mal encarado que contemplar cómo luchan y sufren cual simples juguetes entregados a su caprichosa voluntad. Una imagen tan alejada de la misericordia divina que hasta su propia hija decide darle un escarmiento: desde su todopoderoso ordenador (en la original recreación del despacho celestial, con sus archivadores infinitos) realiza un envío masivo de mensajes a todos los mortales con su fecha de defunción.

La travesura de la pequeña es el provocador punto de partida de esta particular relectura del Nuevo Testamento, presuntamente irreverente y transgresora, pero que resulta más inofensiva de lo que prometía la presencia del mezquino personaje interpretado por el cómico Benoît Poelvoorde. Más allá de puntuales toques de humor negro, tampoco El nuevo Nuevo Testamento aprovecha el juego que proporciona esa cuenta atrás llamada a devolver a los hombres la conciencia de su muerte.

'El nuevo Nuevo Testamento',  fotograma de la películaAunque el director encomienda a la joven protagonista la misión de reescribir los evangelios en compañía de seis nuevos apóstoles, la aventura arranca con el Génesis (por una ciudad de calles desiertas y libros en blanco, los animales preludian la irrupción de un ser humano pixelado) y el Éxodo (o huida del hogar de la niña ¡a través del tambor de la lavadora!, único cordón umbilical con el mundo exterior) y culmina con un Cantar de los Cantares de luz y color junto al mar.

Entre ambos momentos, Van Dormael nos invita a seguir la estela de varias vidas en derribo: una joven que perdió un miembro (y la alegría de vivir), un obseso sexual con tristes recuerdos de infancia, un asesino erigido en brazo ejecutor del destino y hasta la gran Catherine Deneuve ¡enamorada de un gorila del circo! en el summum de la excentricidad.

Con una puesta en escena heredera del inigualable Jean-Pierre Jeunet (Delicatessen, Amelie o Micmacs), algún ramalazo surrealista de La vida de Brian (1979) y una música que ayuda a digerir el trago, esta requetenueva mutación bíblica repite una y otra vez que “la vida es como una pista de patinaje: mucha gente se cae”. Pues bien, la propia película de Van Dormael tiene bastante que ver con esa disciplina deportiva. Las piruetas imposibles se antojan muy estéticas.

Sin embargo, se corre el riesgo de perder el equilibrio y dar al traste con el ejercicio. Ni las intuiciones más ocurrentes ni las imágenes más logradas evitan que el espectador salga de la sala con la sensación de que le han tomado el pelo. Y eso –no solo ciertas caricaturizaciones religiosas de dudoso gusto– también molesta.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Le tout nouveau testament.

DIRECCIÓN:Jaco Van Dormael.

GUIÓN:Thomas Gunzig y Jaco Van Dormael.

FOTOGRAFÍA: Christophe Beaucarne.

MÚSICA: An Pierlé.

PRODUCCIÓN: Jaco Van Dormael.

INTÉRPRETES: Benoît Poelvoorde, Yolande Moreau, Pili Groyne, Catherine Deneuve, François Damiens, Johan Heldenbergh, Laura Verlinden, Serge Larivière, Didier De Neck, Marco Lorenzini, Romain Gelin.

 

En el nº 2.961 de Vida Nueva

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