El cardenal Cañizares pide perdón

Sus declaraciones sobre la “invasión de refugiados” recibieron un alud de críticas contra él y la Iglesia

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JOSÉ RAMÓN NAVARRO PAREJA (VALENCIA) | “Lo primero que hago, con toda sinceridad y de buen grado, es pedir perdón a los refugiados, perseguidos y emigrantes venidos a España en los últimos meses”. Son las primeras palabras del cardenal Antonio Cañizares en la nota que hizo pública el viernes 16 y con la que intentaba poner fin a las críticas y al “linchamiento” provocado por unas declaraciones suyas, tres días antes, en el marco de un desayuno informativo, en las que había afirmado que no todos los emigrantes “son trigo limpio” y que los refugiados eran “el caballo de Troya dentro de las sociedades europeas”.

Las polémicas palabras llegaban tras una conferencia en el Fórum Europa, en la que había defendido que “si la Iglesia no evangeliza, no ayuda nada a la sociedad”. En el turno de preguntas, el arzobispo de Valencia se cuestionaba si “esta invasión de emigrantes y de refugiados es todo trigo limpio, o ¿viene con mucha mezcla?”. Él mismo se daba la respuesta: “Viene con mucha mezcla”, para, a continuación, pedir “lucidez” para ver “quién está detrás de todo esto”.

“No dejemos pasar todo, porque hoy puede ser algo que queda muy bien, pero que realmente es el caballo de Troya dentro de la sociedad europea y, en concreto, de la española”, añadió. En el mismo acto, el purpurado señalaba que no creía que “haya aumentado la pobreza en las proporciones tan enormes que dicen. Yo no veo a la gente en la calle pidiendo más que antes, ni viviendo más bajo el puente”.

Esas declaraciones contrastaban con las acciones que la Iglesia diocesana había emprendido para la acogida de los emigrantes y que, incluso, en la misma conferencia el cardenal había recordado. De hecho, a principios de septiembre, Cañizares había creado una Comisión de Ayuda a Refugiados y Cristianos Perseguidos y había dispuesto que varias viviendas del propio arzobispado se abrieran para acoger a familias desplazadas por la crisis migratoria. Además, en el último año, la Archidiócesis de Valencia ha prestado ayuda a más de 40.000 emigrantes a través de viviendas de acogida, economatos y programas de acompañamiento.

A pesar de estos hechos, sus polémicas palabras no tardaron en recibir una agria respuesta desde círculos políticos. El alcalde de Valencia, Joan Ribó, las calificó como “absolutamente intolerables” y “propias de la extrema derecha”, y la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra, las tachó de xenófobas y recordó un pasaje evangélico: “Fui extranjero y me acogisteis”.

Las afirmaciones también encontraron respuesta en algunos grupos eclesiales como la HOAC de Valencia, que pedía que la diócesis se convierta en “tierra de acogida para personas refugiadas”. Por su parte, el ministro del Interior, Jorge Fernandez Díaz, salía en defensa de Cañizares al afirmar que el cardenal “participa del principio de misericordia con los más débiles y, en concreto, con los refugiados”. Por su parte, el obispo auxiliar de Valencia, Esteban Escudero, hacía público un comunicado en el que insistía en que “el contenido de las graves acusaciones de xenofobia vertidas contra el cardenal Cañizares no se ajustan en absoluto a la verdad de su pensamiento”.

Unos apoyos que no frenaron la oleada de descalificaciones a la que el cardenal quiso poner fin con su carta. Cañizares pedía no solo perdón a los refugiados e inmigrantes, sino “a los diocesanos de Valencia” por el “daño moral” por las críticas que, a propósito del tema, se habían hecho a la Iglesia. También dejaba claro en su nota “que no es ese mi pensamiento, jamás lo ha sido, el que me atribuyen estos días algunos medios de comunicación”, y denunciaba que el “verdadero linchamiento de mi persona en estos días constituye una manipulación de mi pensamiento, de mis palabras, de mi corazón”.

“Me han dolido algunas cosas que se han dicho”

Cañizares, en su nota, también explicaba que no pretendió “descalificar a todos los refugiados”, sino “defenderlos”. “No tengo ninguna prevención, solo afirmo que se tenga prudencia; no digo más que lo dijo el Papa: ‘Existe el peligro de infiltración, eso es cierto’”, añadía. Y también confesaba “que me han dolido algunas cosas que han dicho de mí, sin fundamento alguno, sobre todo por venir de quienes venían, personas significativas”. Puntualizaba también que “no trato de defenderme personalmente” y finalizaba afirmando que “olvido todo y no tengo en cuenta para nada lo sucedido: simple y sencillamente insisto en pedir prudencia, espero reciprocidad y lealtad, y suplico, humildemente, que recen por mí”. Unas horas después de publicar la nota, en la madrugada del sábado, el cardenal resultaba herido leve en un accidente de tráfico cuando su coche fue embestido por una conductora en estado de embriaguez. 

En el nº 2.961 de Vida Nueva

 

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