‘Lejos de los hombres’: el Camus creyente

'Lejos de los hombres',  fotograma de la película

J. L. CELADA | La relación de Albert Camus con Argelia no solo se remonta a su nacimiento (1913) en la excolonia francesa, donde sus padres cultivaban los campos. Algunas de sus principales obras, como El extranjero (1942) o La peste (1947), se desarrollan en el país magrebí. El mismo escenario elegido para El huésped, un breve relato suyo que ha inspirado ahora el segundo trabajo de David Oelhoffen: Lejos de los hombres, un western norteafricano que cambia al clásico sheriff por un maestro rural (Viggo Mortensen, aquí sí, acreditando que a veces menos es más).

En la Argelia de 1954, tras el estallido de la guerra contra el invasor galo que culminaría con la independencia en 1962, nuestro hombre recibe el encargo de custodiar a un detenido hasta la ciudad más cercana para que sea juzgado por el asesinato de un pariente. Desde la apartada escuela donde enseña a leer y escribir a los niños más pobres del Atlas, ambos emprenden ruta prevenidos frente a los recelos que cada cual despierta en su compañero de viaje. El hijo de colonos con orígenes españoles y excombatiente reciclado en profesor compartirá travesía con el lugareño musulmán, huidizo y temeroso ante la posible venganza familiar.

El tercer “personaje” en discordia son los paisajes extremos que se encuentran a su paso, como corresponde al género surgido en el lejano Oeste. Una naturaleza tan hostil como la propia climatología se erige en impecable –e implacable– telón de fondo de esta historia de amistad y desarraigo. Un hábitat donde cuesta ponerse a salvo del fuego cruzado entre dos bandos, colonizadores y colonizados; del choque entre las leyes de unos y otros, los occidentales que se toman la justicia por su mano y quienes se rigen por la diyá islámica o pago de sangre. Bien saben ellos que nadie puede escapar de la ley.

Camino de su destino final, la pareja protagonista sorteará disparos, raptos y amenazas por parte de viejos amigos y nuevos enemigos. “Antes, para los franceses éramos árabes; ahora, para los árabes somos franceses”, se lamenta contrariado el cowboy de la meseta sahariana, mientras intercambia con su reo parcas reflexiones (los silencios y las miradas ganan la batalla a las palabras) acerca del valor, el honor, la libertad… y las leyes. También las de Dios, el Creador, en quien aconseja depositar toda confianza y cualquier petición. Humilde enseñanza que transmite a su “hermano” musulmán cuando este, con el viento por testigo, afronta la encrucijada definitiva.

Merecido Premio Signis en la Mostra de Venecia del pasado año, Lejos de los hombres representa el triunfo discreto de un cine de imágenes y actitudes que apuesta por el encuentro entre culturas y el diálogo interreligioso. El existencialista Camus escribió: “No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo”. Su particular profesión de fe bien podría ilustrar esta hermosa película.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Loin des hommes.

DIRECCIÓN:David Oelhoffen.

GUIÓN:Antoine Lacomblez y David Oelhoffen sobre El huésped, un relato de Albert Camus.

FOTOGRAFÍA: Guillaume Deffontaines.

MÚSICA: Warren Ellis.

PRODUCCIÓN: Marc du Pontavice, Matthew Gledhill.

INTÉRPRETES: Viggo Mortensen, Reda Kateb, Nicolas Giraud, Yann Goven, Ángela Molina, Djemel Barek, Vincent Martin.

 

En el nº 2.959 de Vida Nueva

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