Matrimonio español en el Sínodo: “Hemos sufrido nubarrones, pero hemos luchado por no perder el norte”

María Montserrat Rosell y Eugeni Gay, auditores en la XIV Asamblea General 

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María Montserrat Rosell y Eugeni Gay

J. LORENZO | Se conocieron hace 46 años, en Barcelona, el día de su patrona, Nuestra Señora de la Merced, y ya no se separaron. Juntos van también al Sínodo, en donde participarán invitados por Francisco como auditores. Eugeni Gay Montalvo, exmagistrado del Tribunal Constitucional, y su mujer, María Montserrat Rosell, miembro del grupo de matrimonios de la parroquia de San Francisco de Sales, afrontan esta experiencia “muy emocionados” y con esperanza de que esta asamblea alumbre “una verdadera actitud evangélica” ante los problemas de las familias.

PREGUNTA.- ¿Cómo viven su designación para participar como auditores?

RESPUESTA.- El nombramiento nos ha sorprendido enormemente y lo aceptamos muy emocionados, y aunque nos llena de una inmerecida responsabilidad, le pedimos a Dios que nos ilumine en el trabajo que se nos encomiende por el bien de la Iglesia.

P.- Se supone que, cuando han sido designados, deben ser un matrimonio ejemplar… ¿Cómo se consigue eso en una convivencia de 44 años? ¿No ha habido nubarrones?

R.- Somos un matrimonio normal que siempre ha intentado seguir las enseñanzas del Evangelio. Hemos tenido, sin duda, nubarrones, pero hemos luchado por no perder el norte hacia el que apuntamos desde un principio.

P.- Desde esa perspectiva de tantos años, ¿cuáles son los principales retos para un matrimonio cristiano?

R.- La aceptación mutua y el esfuerzo constante por comprenderse, lo que significa no solo la aceptación, sino también la renuncia, que son las bases de la convivencia humana. Nadie está en la posesión absoluta de la razón cuando las posturas son honestas y bien intencionadas.

P.- ¿Ha perdido sentido la familia en una sociedad como la nuestra? Hay menos bodas, los matrimonios duran menos, hay nuevas formas de familia, que –dicen– erosionan las llamadas familias tradicionales…

R.- De ninguna manera… La familia, desde siempre, ha sido el núcleo de la convivencia humana y el lugar donde los hijos aprenden a relacionarse en sociedad. Ciertamente, existe una crisis de la ahora llamada familia tradicional, y es por eso que debemos interrogarnos honestamente por sus causas e, incluso, preguntarnos si, de verdad, resulta algo malo como con tanta ligereza algunos argumentan.

P.- ¿Saldrán concreciones pastorales de este Sínodo para ayudar a las familias en sus dificultades?

R.- Sin duda saldrán, como ya han salido los dos motus proprios sobre la reforma de los procesos judiciales. Creemos que, entre los aspectos más necesitados, está la ayuda a las familias desestructuradas y necesitadas, cuando estas quieren seguir en el camino que en su día se trazaron. La principal directriz debiera ser, pues, el acogimiento de todas ellas y una verdadera actitud evangélica ante sus problemas, angustias y necesidades.

P.- ¿Qué opinan de esos dos motus proprios?

R.- Nos parecen muy acertados, pues los procedimientos canónicos no responden ya ni a las necesidades ni a los signos de los tiempos. Fueron primero las Decretales de 1234, el gran texto jurídico de la Iglesia que influyó en las legislaciones de toda Europa; fue después el Código Canónico de 1917 y, más tarde, el de 1981, incluyendo un importante motu proprio de Pablo VI; y ahora, naturalmente, a partir de estos, volverá a ser revisado. Los cambios jurídicos, sin embargo, no han afectado a la esencia de lo que es fundamental en la doctrina de la Iglesia.

P.- ¿A qué creen que se debe la tensión presinodal que estamos viviendo, con documentos en contra de esos motus proprios, con libros escritos por cardenales que oponen doctrina a soluciones pastorales, como pide Francisco?

R.- La Iglesia, que es una, no puede dejar de tener tensiones, como cualquier sociedad humana. Pero no olvidemos que es el Espíritu Santo quien vela por ella, y es el Papa, mediante la colegialidad, quien solicita de sus obispos que deliberen manifestando sus opiniones, no siempre coincidentes, y quien tiene la responsabilidad derivada del ministerio petrino recibido directamente de Jesucristo.

P.- Uno de los temas más controvertidos es el de la comunión a los divorciados vueltos a casar. ¿Qué se puede hacer ante esa situación?

R.- El perdón y la misericordia son atributos de la madre, y la Iglesia, que es Madre y Maestra, debe ser solícita con los fieles creyentes que se hallan en esa situación, y a ella le corresponderá decir a sus hijos si pueden o no participar del gran sacramento de la Comunión. Creemos que este Sínodo tendrá en cuenta, entre otros muchos, este aspecto sobre el que nos pregunta.

En el nº 2.958 de Vida Nueva

 

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