Berta Soler: “Algunos pastores olvidan que somos parte de su rebaño”

Representante de las Damas de Blanco en Cuba

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Berta Soler siendo detenida (imagen de archivo)

Extracto de la entrevista con Berta Soler

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Entre los muchos ecos que ha dejado la visita de Francisco a Cuba, el que más debate enciende es el de si el Papa quiso verse o no con disidentes del castrismo. Especialmente significativa en ese sentido es la voz de Berta Soler, una de las principales representantes de las Damas de Blanco, movimiento que agrupa a madres, hijas y esposas de presos políticos. En esta entrevista con Vida Nueva, ofrece su versión detallada de los hechos.

PREGUNTA.- ¿Estaba organizado un encuentro con el Papa durante su visita a Cuba?

RESPUESTA.- Antes de su viaje, las Damas de Blanco enviamos una carta a Francisco a través de la Nunciatura en Cuba, pero no tuvimos respuesta; hasta el 19 de septiembre, el mismo día que llegaba, cuando desde Nunciatura se nos hizo llegar una invitación para acudir a su sede y dar la bienvenida al Papa. No sabíamos nada más que eso, si sería un simple saludo o podríamos entrevistarnos con él. Sin embargo, cuando íbamos a salir, la policía nos detuvo y nos tuvo encerradas cinco horas, el tiempo necesario para no llegar a la cita.

Al día siguiente, domingo, íbamos a ir a la misa con el Papa en la Plaza de la Revolución de La Habana. Pero, a las cinco de la mañana, nos detuvieron a las puertas de nuestra sede. Íbamos 24 damas y el disidente Ángel Moya Costa [perteneciente al llamado Grupo de Los 75, en referencia al número de opositores que fue encarcelado en la oleada de represión de 2003]. Al mismo tiempo, la policía detuvo a otras 23 damas en sus propios hogares… Nos tuvieron retenidas a todas el tiempo suficiente como para que no pudiéramos estar en la ceremonia. Lo mismo harían al día siguiente, en las visitas del Papa a Holguín y Santiago de Cuba, buscando que ninguna de nosotras, ni siquiera las provenientes de otras provincias, consiguiera ver a Francisco.

El Papa bendijo a los disidentes

P.- Sin embargo, pese a un entramado policial tan coordinado, algo escapó a su control…

R.- Efectivamente, seis damas estuvieron en la misa de La Habana, el domingo 20. Y, como demostraron algunos fotógrafos presentes, tres disidentes consiguieron romper la seguridad y acercarse al papamóvil. Entre ellos, había una de nuestras damas, María Josefa Acún. Francisco les vio, hizo el gesto de pedir que parara el vehículo y le dio su bendición al que tenía más cerca. Ya sabemos cómo acabó todo: a los pocos segundos, se los llevaron detenidos.

P.- ¿Cuál es su situación?

R.- Los tres continúan encarcelados y, a modo de protesta, están en huelga de hambre… No tenemos más noticias.

P.- En general, ¿cómo valora el viaje de Francisco a su país?

R.- Todos tenemos que dar gracias por la visita, que ha sido una bendición para el pueblo de Cuba. Sin embargo, las víctimas que denunciamos la opresión no podemos estar satisfechas en ese sentido. Si hubiera podido hablar con el Papa, le habría pedido que hiciera pública una oración por la libertad en Cuba. Y, más concretamente, que pidiera en sus discursos por el fin de la violencia policial, por la libertad de los presos políticos y por la libertad religiosa. No dijo nada de esto, por lo que, tristemente, el balance aquí es negativo. Si hubo represión antes y durante la visita, no va a dejar de haberla después. El Papa debió haber mencionado nuestra situación.

P.- ¿Cómo es la relación de la Iglesia cubana con la disidencia?

R.- A nivel de jerarquía, niegan la realidad y no se pronuncian públicamente reclamando el cese de la represión. Concretamente, nuestro colectivo es despreciado y, cuando se refieren a nosotras algunos obispos, hablan de “esas damas”… Sí hay muchos sacerdotes preocupados por nuestra situación, pero, a nivel de los pastores, algunos olvidan que somos parte de su rebaño.

P.- ¿Cómo cree que influirá el desbloqueo de las relaciones con Estados Unidos en la situación de la disidencia?

R.- Estados Unidos, preocupado ante todo por su expansión comercial aquí, empoderará al régimen cubano y no hará nada cuando este fortalezca su maquinaria represiva. Al fin y al cabo, es lo que hacen la mayoría de gobiernos: conocen la violencia que hay en Cuba y no se pronuncian, guardan un silencio cómplice. Nuestra única esperanza está en que, algún día, el pueblo de Cuba esté realmente unido, pero no podemos esperar nada de Gobierno alguno.

P.- ¿Es católica? ¿Influye todo esto de algún modo en su vivencia de la fe?

R.- Soy católica desde que, de niña, mis vecinas me llevaran con ellas a misas clandestinas, en los tiempos más difíciles para la Iglesia. Ahora, desde hace 15 años, voy a misa siempre a la iglesia de Santa Rita, en La Habana. Hoy [el día en que se realizaba esta entrevista], por cierto, hemos celebrado la Virgen de la Merced, la patrona de los presos, por lo que ha sido muy especial. Mi fe aumenta porque sé que Cristo está con nosotros y nos da fuerzas. Lo que hagan sus representantes me puede doler, pero no afecta a mi fe.

En el nº 2.958 de Vida Nueva.

 

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