Berta Soler: “Algunos pastores olvidan que somos parte de su rebaño”

Representante de las Damas de Blanco en Cuba

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Berta Soler siendo detenida (imagen de archivo)

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Entre los muchos ecos que ha dejado la visita de Francisco a Cuba, el que más debate enciende es el de si el Papa quiso verse o no con disidentes del castrismo. Especialmente significativa en ese sentido es la voz de Berta Soler, una de las principales representantes de las Damas de Blanco, movimiento que agrupa a madres, hijas y esposas de presos políticos. En esta entrevista con Vida Nueva, ofrece su versión detallada de los hechos.

PREGUNTA.- ¿Estaba organizado un encuentro con el Papa durante su visita a Cuba?

RESPUESTA.- Antes de su viaje, las Damas de Blanco enviamos una carta a Francisco a través de la Nunciatura en Cuba, pero no tuvimos respuesta; hasta el 19 de septiembre, el mismo día que llegaba, cuando desde Nunciatura se nos hizo llegar una invitación para acudir a su sede y dar la bienvenida al Papa. Sin embargo, cuando íbamos a salir, la policía nos detuvo y nos tuvo encerradas cinco horas, el tiempo necesario para no llegar a la cita. Al día siguiente, domingo, íbamos a ir a la misa con el Papa en la Plaza de la Revolución de La Habana. Pero, a las cinco de la mañana, nos detuvieron a las puertas de nuestra sede el tiempo suficiente como para que no pudiéramos estar en la ceremonia.

P.- Sin embargo, pese a un entramado policial tan coordinado, algo escapó a su control…

R.- Efectivamente, seis damas estuvieron en la misa de La Habana, el domingo 20. Y, como demostraron algunos fotógrafos presentes, tres disidentes consiguieron romper la seguridad y acercarse al papamóvil. Entre ellos, había una de nuestras damas, María Josefa Acún. Francisco les vio, hizo el gesto de pedir que parara el vehículo y le dio su bendición al que tenía más cerca. Ya sabemos cómo acabó todo: a los pocos segundos, se los llevaron detenidos.

P.- En general, ¿cómo valora el viaje de Francisco a su país?

R.- Todos tenemos que dar gracias por la visita, que ha sido una bendición para el pueblo de Cuba. Sin embargo, las víctimas que denunciamos la opresión no podemos estar satisfechas en ese sentido. Si hubiera podido hablar con el Papa, le habría pedido que hiciera pública una oración por la libertad en Cuba. Y, más concretamente, que pidiera en sus discursos por el fin de la violencia policial, por la libertad de los presos políticos y por la libertad religiosa. No dijo nada de esto, por lo que, tristemente, el balance aquí es negativo. Si hubo represión antes y durante la visita, no va a dejar de haberla después. El Papa debió haber mencionado nuestra situación.

P.- ¿Cómo es la relación de la Iglesia cubana con la disidencia?

R.- A nivel de jerarquía, niegan la realidad y no se pronuncian públicamente reclamando el cese de la represión. Concretamente, nuestro colectivo es despreciado y, cuando se refieren a nosotras algunos obispos, hablan de “esas damas”… Sí hay muchos sacerdotes preocupados por nuestra situación, pero, a nivel de los pastores, algunos olvidan que somos parte de su rebaño.

Entrevista íntegra solo para suscriptores

En el nº 2.958 de Vida Nueva.

 

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