En su encuentro en Filadelfia, el Papa llama a los inmigrantes a “conservar la memoria”

papa Francisco en el Independence Mall de Filadelfia para el encuentro con inmigrantes y sobre la libertad religiosa viaje a Estados Unidos 26 septiembre 2015

Francisco reclama a todas las religiones que trabajen juntos por la paz, la dignidad y los derechos

papa Francisco en el Independence Mall de Filadelfia para el encuentro con inmigrantes y sobre la libertad religiosa viaje a Estados Unidos 26 septiembre 2015

El Papa en el lugar donde se firmó la Declaración de Independencia, bajo la estatua de George Washington

MARIANO CHÁVEZ | En el encuentro para la libertad religiosa con la comunidad hispana y otros inmigrantes, mantenido por el papa Francisco hoy sábado 26 de septiembre frente al Independence Mall –uno de los principales iconos de Filadelfia y del país, por ser este el lugar en el que discutió y se consumó la Independencia de los Estados Unidos–, se mostró fiel a lo que se ha vuelto una constante petición a los católicos en la mayoría de sus discursos, principalmente a los jóvenes: salir a la calle y hacer lío. Después de haberse reunido con seminaristas y de haber celebrado en el Seminario de San Carlos Borromeo el aniversario del arzbispo de Filadelfia, Charles Chaput, Francisco llegó al Independence Mall dispuesto a tocar las heridas más profundas de la migración.

Fuera del programa oficial, durante la mañana se había llevado a cabo una marcha promovida por la organización defensora de los inmigrantes ‘Juntos’, con alrededor de cien personas, para pedir al Pontífice que tienda la mano a los millones de inmigrantes que viven con temor a ser deportados. Frente a la inminente clausura del Encuentro Mundial de las Familias, los adheridos a esta organización exigen que también se defienda a las familias de los inmigrantes, que están sufriendo de constantes separaciones por las políticas anti-inmigratorias del país norteamericano.

A su llegada al Independence Mall, la esperanza y el entusiasmo se dejó sentir entre los asistentes, que ansiosamente esperaban la llegada de quien prometía dar voz a los que han sido silenciados por políticas migratorias inhumanas. Antes de llegar a donde daría su discurso, se detuvo a a besar a unos bebés de una familia inmigrante, recibió una muñeca como obsequio de una niña y bendijo a una familia hispana que le obsequió una cruz originaria de Querétaro, México.

En este marco, el Papa enfatizó una tarea imprescindible para salvar a los pueblos de la dominación: la conservación de la memoria. “Un pueblo que tiene memoria no repite los errores del pasado; en cambio, afronta con confianza los retos del presente y del futuro. La memoria salva el alma de un pueblo de aquello o de aquellos que quieren dominarlo o utilizarlo para sus intereses”.

Haciendo referencia al jesuita e historiador Michel de Certeau, el rescate de la historia fue un tema fundamental dentro del discurso, así como el encuentro de signos evangélicos en cada una de las tradiciones: “Nuestras tradiciones religiosas nos recuerdan que, como seres humanos, estamos llamados a reconocer a Otro, que revela nuestra identidad relacional frente a todos los intentos por imponer ‘una uniformidad a la que el egoísmo de los poderosos, el conformismo de los débiles o la ideología de la utopía quiere imponernos’”.

Y añadió: “En un mundo en el que diversas formas de tiranía moderna tratan de suprimir la libertad religiosa, o de reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública, o de utilizar la religión como pretexto para el odio y la brutalidad, es necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y derechos de los demás”.

Asimismo, no estacatimó al hablar del tema de la globalización, un fenómeno imprescindible si se trata de tocar el aspecto migratorio: “La globalización no es mala, la tendencia a globalizarnos es buena; pero lo que puede ser malo es el modo de hacerlo. Si la globalización pretende igualarlo todo, destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y cada pueblo, y eso es malo. Si la globalización busca unir a todos pero respetando a cada persona y su peculiaridad, nos hace crecer y lleva a la paz”.

Libertad religiosa y “sano pluralismo”

Sin duda, esto sirvió como una plataforma idónea para manifestar algo que ya había afirmado en su reciente encíclica Laudato si’, en un país en el que ha recibido las mayores de sus críticas por parte de los miembros del Partido Republicano: “Vivimos en un mundo sujeto a la ‘globalización del paradigma tecnocrático” (Laudato si’, 106), que conscientemente apunta a la uniformidad unidimensional y busca eliminar todas las diferencias y tradiciones en una búsqueda superficial de la unidad. Las religiones tienen, pues, el derecho y el deber de dejar claro que es posible construir una sociedad en la que ‘un sano pluralismo que, de verdad respete a los diferentes y los valore como tales’ (Evangelii gaudium, 255), es un aliado valioso ‘en el empeño por la defensa de la dignidad humana… y un camino de paz para nuestro mundo herido’”.

Congruente con su petición inicial de no perder nuestro pasado, recalcó los costos personales que cada uno de los inmigrantes han tenido que padecer con el fin conseguir de un mejor porvenir para sus familias: “Muchos de ustedes han emigrado a este país con un gran costo personal, pero con la esperanza de construir una nueva vida. No se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar. Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a su nueva nación. No se avergüencen nunca de sus tradiciones”, sentenció.

Finalmente, en medio de aplausos y ovaciones, fue despedido por la multitud que reflejaba alegría en cada uno de los rostros de los asistentes. La siguiente parada era el Parque Benjamin Franklin, para celebrar la Fiesta de las familias y la vigilia de oración con motivo del VIII Encuentro Mundial de las Familias que el Pontífice clausura mañana.

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