La Iglesia siembra dignidad entre los temporeros

Cáritas dirige programas de atención para los jornaleros en 16 diócesis

Temporeros

La Iglesia siembra dignidad entre los temporeros [extracto]

JOSÉ LUIS PALACIOS | En este tiempo, los viñedos se llenan de maquinaria y de manos para recoger la uva y transportarlas a las bodegas. La Iglesia, a través de sus comunidades y organizaciones, intenta acompañar a las víctimas de la injusticia y promover la solidaridad con las personas indefensas. Por eso, Cáritas tiene programas específicos de atención a los jornaleros en 16 de sus diócesis. “La precarización en el campo va en aumento debido a que los autóctonos se han unido a los extranjeros en la búsqueda de un jornal, y a la degradación general de las condiciones de trabajo”, señala Sergio Barciela, responsable de coordinación de los programas para jornaleros.

La aparición de los intermediarios agrava la situación. Se trata de “personas, normalmente extranjeras, que prometen trabajo a sus compatriotas y consiguen que se desplacen donde supuestamente van a ser contratados, pero la realidad es que luego ni hay tanto trabajo, ni las condiciones son las que les habían dicho. Además se quedan con parte de los sueldos”, según comenta Dolores Olmedo, coordinadora de comunicación de Cáritas Ciudad Real. Los agricultores pagan lo estipulado en el convenio y dejan al intermediario que se encargue del papeleo. “Si el día de trabajo se paga a cerca de 50 euros, a los temporeros les llegan 25 o 20”, indica Olmedo.

A los sindicatos no les resulta fácil actuar. “Cuando llegan a nosotros para denunciar un abuso, ya es tarde”, explica Demetrio Muñoz, secretario provincial de la federación agroalimentaria de Comisiones Obreras en Ciudad Real. No obstante, el mayor volumen de fraude que se comete con los empleados del campo es su empleo en la economía sumergida. “Más de la mitad de las peonadas no se declaran ni cotizan al sistema especial, con consecuencias en el déficit de la Seguridad Social y en las prestaciones futuras”, afirma Muñoz.

Este año, Cáritas ha puesto en marcha, por vez primera, una campaña para recoger datos sobre la explotación laboral de los temporeros, con especial atención a la labor de captación de los intermediarios. Por su parte, en La Rioja “se distribuye información sobre sus derechos, pero también les alertamos del peligro de las subcontrataciones ilegales”, detalla Obdulia García, responsable de los temporeros en Cáritas La Rioja.

Economía sumergida

La falta de alojamientos adecuados es el otro gran problema de los temporeros. Se calcula que en las proximidades de los invernaderos de Almería viven cerca de 5.000 personas, y en los campos de Huelva entre 2.000 y 3.000 personas durante las semanas de mayor actividad de la campaña fresera. En lo que va de año, se han producido cuatro incendios en asentamientos desperdigados por las tierras onubenses, sin que, por fortuna, se produjeran daños personales. Carmen Limón, técnica de Cáritas Huelva, insiste en reclamar una mesa donde estén presentes todos los implicados: empresarios, sindicatos, ONG, administraciones y los propios afectados.

“Hay que conseguir que los temporeros no tengan que vivir en chabolas y eso se resolvería estableciendo mecanismos de mediación tutelados por las administraciones para fomentar el alquiler en los pueblos freseros y reforzando los servicios sociales destinados a la población en general para que en las épocas de mayor demanda se vean ampliados”, reclama Limón. Asimismo, añade: “La dignidad de las personas tiene que estar por encima de los intereses económicos. Para nosotros, el otro es nuestro hermano”.

Las parroquias se convierten en viviendas

No es raro que se cedan espacios parroquiales para la acogida temporal de trabajadores del campo extranjeros o que se persiga una convivencia normalizada, mediante clases de español, comidas compartidas y fiestas interculturales. Es lo que hace la parroquia de Fuensanta de Martos (Jaén), donde el sacerdote Jesús Castro lleva ya tres años de ejercicio ministerial. “Cuando la gente escucha las motivaciones y las penalidades de quienes han venido a trabajar, la percepción cambia mucho y se dan las condiciones para las relaciones humanas”, comenta el joven presbítero. Por su parte, Dolores Olmedo, coordinadora de comunicación de Cáritas Ciudad Real, considera que “la gente de Iglesia, en general, entiende que el que llega es un ser humano, con sus derechos y su dignidad, que puede necesitar ayuda, pero sobre todo calor humano. Como cristianos, no podemos desentendernos de la situación de hermanos nuestros que pasan días buscando trabajo, sin tener donde dormir o donde lavar su ropa”.

En el nº 2.956 de Vida Nueva.

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