Cuba y Estados Unidos: el viaje más importante de Francisco

Una visita que marca un hito en la relación entre ambos países

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Viaje de Francisco a Cuba y Estados Unidos: así será su histórico paso por dos países “reconciliados” [extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | De los diez viajes internacionales de Francisco, el que emprende con destino a Cuba y Estados Unidos (del 19 al 28 de septiembre) es, sin duda, el más complejo y difícil y, por otra parte, el que mayor expectación ha suscitado en todo el mundo.

“Recuérdese –nos dice un interlocutor vaticano– que el viaje, en un principio, iba a limitarse a Filadelfia para asistir al VIII Encuentro Mundial de las Familias. Sucesivamente, llegaron las invitaciones del presidente Barack Obama y la del Congreso norteamericano, a la que se sumó la del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. Como colofón, el Gobierno y la Iglesia cubanos interpelaron al Santo Padre para que su primera etapa tuviese como destino Cuba, cuya población le está muy agradecida por su fundamental apoyo al acercamiento entre su país y Estados Unidos”.

Van a ser, pues, nueve días muy intensos, a lo largo de los cuales Bergoglio pronunciará 24 discursos (siete en Cuba y 17 en Estados Unidos). Entre ellos destacan el que dirija en el aeropuerto de La Habana nada más desembarcar del avión que le conducirá desde Roma y la homilía del domingo 20 de septiembre, durante la misa celebrada en la Plaza de la Revolución; sigue, en orden cronológico, el que tendrá como escenario el Capitolio de Washington y, como oyentes, a los miembros de la Cámara de Representantes, del Senado y del Tribunal Supremo de EE.UU. (es la primera vez que un papa es invitado a dirigirse al Congreso).

Al día siguiente, Francisco hablará ante los representantes de las naciones que forman la ONU, como ya lo hicieron en su día Pablo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI; por fin, el último día de su estancia en Filadelfia celebrará la misa conclusiva del Encuentro Mundial de las Familias. Dada la proximidad de la asamblea sinodal sobre esta materia, cuanto diga el Santo Padre habrá que leerlo e interpretarlo como expresión de su diseño para este trascendental acontecimiento en la vida de la Iglesia.

Al presentar a los periodistas el programa del viaje, el habitualmente sobrio Federico Lombardi, portavoz vaticano, subrayó las “enormes expectativas” que ha suscitado la visita del Papa tanto en Cuba como en Estados Unidos. En unas recientes declaraciones al Corriere della Sera (12 de septiembre), Ben Rhodes, uno de los consejeros de Obama, afirmaba: “El papel del Papa en el acercamiento cubano-estadounidense ha sido fundamental. Y no solo sobre Cuba; es un líder espiritual, pero también un personaje cuya voz es importante en los desafíos que afrontamos todos los días desde las desigualdades al medio ambiente. El Pontífice ha sido con frecuencia fuente de inspiración para el presidente, que lo espera en Washington con impaciencia”.

Por si faltara poco para colmar las expectativas, el anuncio del Gobierno cubano de que libera a 3.522 presos ante la visita del Papa es ciertamente un hito. Si bien ese gesto ya se dio en los viajes de Juan Pablo II y Benedicto XVI, siempre fue a posteriori y, además, nunca había alcanzado este volumen en cuanto a número de beneficiados.

Prueba de esas esperanzas que suscita Francisco es el deseo manifestado por el Gobierno de Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) para que el Papa o el Vaticano, de alguna manera, se asocien al proceso de paz que desde hace tres años se desarrolla en la capital cubana y que podría poner fin a cincuenta años de guerrilla, con centenares de miles de víctimas.

Se llegó incluso a especular sobre si el Papa podría recibir a una delegación de las FARC, como estas habían solicitado. “La negativa a esta petición –dijo el portavoz vaticano– es la respuesta más atendible porque introduciría un elemento extraño en el programa de la visita papal. Yo, desde luego, no lo preveo ni figura en la agenda, pero, obviamente, el Papa decidirá lo que quiera hacer. Todos deseamos, y el Santo Padre el primero, que el diálogo dé buenos resultados, pero eso es una cosa, y otra distinta un encuentro suyo con las FARC en otro país”.

Con Rusia al fondo

También desmintió Lombardi que estuviese programado un encuentro con el presidente ruso Vladimir Putin durante su estancia en Nueva York. El rumor había circulado como fruto de unas declaraciones del observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, Bernardito Auza, y tenía como fundamento que durante el mes de septiembre la presidencia del Consejo de Seguridad corresponde a Rusia, y no se excluía que Putin quisiera aprovechar esta ocasión para volver a entrevistarse con Bergoglio, al que vio en Roma el pasado 10 de junio. Pero el desmentido formal lo dio el portavoz de la representación rusa en el Palacio de Cristal, Alexey Zaytsev, informando de que el presidente de la Federación Rusa llegará a Nueva York el 27, cuando el Papa ya se encontrará en Filadelfia.

papa-francisco-CubaLombardi también destacó que en este viaje, además del secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, acompañará al Papa el secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher. “Es un indicio del carácter prevalentemente internacional de este viaje”, comentó. En el curso del mismo, tanto Parolin como su número dos mantendrán contactos con las autoridades cubanas, estadounidenses y de otros países, especialmente durante la etapa neoyorkina; esos días se encontrarán en Manhattan muchos líderes mundiales. Por último, el jesuita restó importancia a las noticias que circulan sobre posibles atentados: “No hay especial preocupación ni nos han llegado noticias de este tipo”.

Por otro lado, el martes 15 se hizo público el elenco definitivo de los participantes en la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que comenzará el próximo 14 de octubre. La mayoría de los nombres eran ya conocidos, porque fueron elegidos en su día por las diversas conferencias episcopales de los cinco continentes.

Había cierta curiosidad por conocer la lista de los llamados “miembros de nombramiento pontificio”; esta vez son exactamente 45 y, de ellos, 27 son cardenales (muchos de ellos nombrados en el último consistorio). Es una selección bastante ecléctica, donde, al lado de Walter Kasper, se encuentran los cardenales Carlo Caffarra, Wilfrid Fox Napier o Elio Sgreccia, cuyas orientaciones conservadoras son de todos conocidas.

No son escasos los nombres latinoamericanos: Óscar Rodríguez Maradiaga, Raymundo Damasceno Assis, Suárez Inda, Sturla, Lacunza, Porras Cardozo, Carlos Aguiar, el argentino Víctor Manuel Fernández y el obispo de Piedras Negras (México), Alonso G. Garza Treviño. El trío español –Blázquez, Osoro e Iceta– se completa con la designación pontificia del arzobispo de Barcelona, cardenal Lluís Martínez Sistach.

Sorprende un poco que, entre los colaboradores del secretario especial, monseñor Bruno Forte, haya –sí– tres españoles (Matías Augé Benet, Luis Clavell y José Granados) y un solo latinoamericano, el francisco brasileño Antonio Moser. Una mayor presencia del Nuevo Continente se constata entre los auditores y auditoras (una de ellas, María Marcela Mazzini, profesora de teología en la Universidad Católica Argentina, y la religiosa costarricense Berta María Porras Fallas).

En las parejas de esposos que asistirán al Sínodo las hay de España, Colombia y Brasil; algunas de ellas ya participaron en la anterior asamblea sinodal.

El Papa sigue, como es normal, los movimientos de opinión en torno al Sínodo, pero no está preocupado en absoluto. Al recibir a los Equipos de Nuestra Señora, especializados en la pastoral de las familias y de los matrimonios, les pidió que rezasen por la próxima asamblea sinodal, “a fin de que la Iglesia reflexione siempre con mayor atención sobre lo que viven las familias que se encuentran amenazadas en este difícil contexto actual”.

En el nº 2.956 de Vida Nueva

 

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