Beatificadas tres religiosas del Instituto de San José de Gerona

Angelo Amato presidió la ceremonia recordando que “cada cinco minutos muere un cristiano”

beatificacion--Instituto-de-San-José-de-Gerona

La catedral, durante la celebración

BLANCA RUIZ ANTÓN | La Catedral de Gerona acogió el pasado día 5 la beatificación de las tres religiosas del Instituto de San José de Gerona, Fidela, Josefa y Facunda. En la ceremonia estaba presente el recuerdo de los miles de mártires que hoy tienen que huir de sus países a causa de su fe y que, incluso, pierden la vida por ello. En total, más de 100.000 cristianos mueren por su fidelidad al evangelio cada año. Y es que, como recordó el cardenal Angelo Amato, prefecto de las Causas de los Santos, y que presidió la ceremonia, “cada cinco minutos muere un cristiano a causa de su fe. ¿Ha pasado el tiempo de la persecución de los cristianos? Parece que no. Los cristianos ahora son la minoría más perseguida del mundo, pero de la que los medios hablan menos”, precisó el prefecto. Al mismo tiempo, aseguró que “los cristianos son llamados en cada tiempo a dar un testimonio de fidelidad y alegría”.

Un total de 400 religiosas dedicadas a la atención de los enfermos en 54 comunidades repartidas en Europa, América Latina y África forman hoy esta congregación. Las hermanas Fidela, Josefa y Facunda fueron de las primeras víctimas del odio a la fe de la Guerra Civil. Ellas murieron asesinadas el 30 de agosto de 1936, pocos meses después del estallido de la contienda. “La barbarie de los asesinos fue vencida por la caridad de las mártires. Los nombres de quienes las persiguieron se pierden en la memoria, mientras que el de las tres hermanas es venerado para dar gracias a Dios por la valentía de su testimonio”, apuntó Amato.

1.200 personas en la catedral

Ante las más de 1.200 personas que llenaban la catedral y alrededores, Francesc Pardo, obispo de la Diócesis de Gerona, aseguró a las religiosas del Instituto de San José que “la beatificación de las tres hermanas mártires manifiesta la veracidad del Evangelio que vivís y testimoniáis”. La hermana Marta Cecilia fue afortunada por partida doble, ya que además de presenciar la beatificación, fue una de las tres religiosas elegidas para llevar las palmas al altar durante el rito de la beatificación.

Según explicó a esta revista, haber sido seleccionada para ello “es una gran responsabilidad porque ellas vivieron la palma del martirio y llevarla en su beatificación significa para mí una llamada especial a vivir como ellas hicieron, a decirle al Señor siempre que sí”. La hermana Marta es una de las 40 religiosas que ha venido desde América Latina, mientras que las demás permanecen al cuidado de los enfermos y ancianos en las obras que tienen en Colombia, Perú, Argentina, Ecuador, Venezuela y México.

Por otra parte, María del Carmen García, superiora general, entregó al prefecto de las Causas de los Santos las reliquias de las tres mártires. “Hoy es un día histórico para nuestro instituto. Estamos plenamente emocionadas y agradecidas por este reconocimiento a la labor de nuestras hermanas. Ello nos reafirma en la misión que seguimos realizando actualmente: aliviar el dolor y sembrar la paz”, afirmó, visiblemente emocionada.

La postuladora de la causa, la hermana Teresa Fernández, comentó a Vida Nueva que se realizó un proceso de beatificación conjunto puesto que las tres hermanas murieron en situaciones parecidas en el mismo tiempo. Facunda falleció en Barcelona y Josefa y Fidela, superiora del Convento de Gandía, en Valencia. Por ello, estuvo presente en la celebración el cardenal Antonio Cañizares, como arzobispo de Valencia.

“Sus vidas son un testimonio de coherencia, de consagración al Señor en su entrega total. Fueron absolutamente fieles a los enfermos a los que se dedicaban. Fueron vidas ejemplares de servicio a los enfermos y de perdón”, afirmó. Muestra de ello fue que los milicianos fueron a buscar a la hermana Facunda a la casa de un enfermo que atendía. “Al sacarla de allí se cayó por las escaleras y sangraba por la nariz. Abajo estaba la portera, que muy probablemente fue quien la delató, pero la hermana Facunda se despidió saludándola con la mano y sonriendo. Perdonándola”, concluye Fernández.

En el nº 2.955 de Vida Nueva.

Compartir