‘Ático sin ascensor’: hogar de ida y vuelta

'Ático sin ascensor', fotograma de la película

J. L. CELADA | Que dos ilustres de la gran pantalla como Morgan Freeman y Diane Keaton encabecen el reparto de cualquier producción no solo constituye un excelente reclamo para la taquilla, sino que suele garantizar un plus de credibilidad nada desdeñable en estos (superficiales) tiempos que corren. Por sencilla que sea la historia narrada, su arrolladora presencia augura casi siempre momentos de gran cine. Algo así sucede en el Ático sin ascensor que ambos comparten en el East Village neoyorquino desde hace más de cuatro décadas y que da título al último trabajo de Richard Loncraine.

A ciertas edades, cinco pisos de escaleras se antojan un motivo de peso para plantearse un cambio de vivienda. También un buen pretexto para arrancarnos una sonrisa a costa de los usos (jornadas de puertas abiertas) y abusos (pujas) del mercado inmobiliario en la ciudad de los rascacielos; pero, por encima de todo, la enésima ocasión para hablarnos de la convivencia, de la nostalgia y de los amores otoñales.

Sobre el fondo televisivo de un supuesto ataque terrorista en el puente de Brooklyn (imagen del desquicie general instalado en el país desde el 11-S y alimentado por los medios), el director británico nos cuenta con la serenidad que reclaman las decisiones importantes cómo afronta el matrimonio protagonista la disyuntiva vital de mudarse de casa. En su plácido discurrir, la cinta va y viene de las preguntas a las vacilaciones, de los deseos a los recuerdos (con flash-backs de juventud perfectamente prescindibles), en un viaje de ida y vuelta al hogar que saca a relucir los temores de esta pareja de jubilados.

Por momentos, como su maltrecha mascota en la clínica veterinaria, la profesora retirada y el viejo pintor no saben bien dónde están ni adónde van a ir. Peor aún: “Los perros –admiten– se adaptan a su destino mejor que nosotros”. De tal modo que, por mucho que haya cambiado el barrio desde sus años mozos, sienten que lo echarán de menos si se marchan de allí. ¿Y si no lo hicieran?

Mientras debaten los pros y los contras del cambio planeado, a ratos de11sbordados por el circo que genera la compraventa de inmuebles, Loncraine aprovecha para acercar el objetivo de su cámara a las miradas tiernas y cómplices de los inquilinos de este Ático sin ascensor. De ellas brota toda la verdad de una película melancólica, incluso rutinaria; que nace de una idea muy simple, pero que crece al ritmo impuesto por dos intérpretes cuyo manejo de los registros –cómicos o dramáticos, según convenga– sostiene un discurso ya formulado antes sobre el hecho de envejecer y los sentimientos que afloran a esas alturas de la vida. Nada que no sepamos, aunque dignificado por el oficio de Freeman y Keaton, dos veteranos que dejan aquí su impronta, haciendo que un filme fácilmente olvidable resulte entretenido y hasta emotivo.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: 5 Flights Up.

DIRECCIÓN: Richard Loncraine.

GUIÓN: Charlie Peters, basado en la novela Heroic Measures, de Jill Ciment.

MÚSICA: David Newman.

FOTOGRAFÍA: Jonathan Freeman.

PRODUCCIÓN: Curtis Burch, Morgan Freeman, Lori McCreary, Tracy Mercer, Charlie Peters.

INTÉRPRETES: Morgan Freeman, Diane Keaton, Carrie Preston, Cynthia Nixon, Alysia Reiner, Sterling Jerins, Claire van der Boom, Josh Pais.

 

En el nº 2.955 de Vida Nueva

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