Libros

‘Dímelo en cristiano’


Una obra de Jesús Bastante (Ediciones KHAF-RD Libros). La recensión es de José Beltrán.

'Dímelo en cristiano', Jesús Bastante

Título: Dímelo en cristiano. La comunicación en la Iglesia

Autor: Jesús Bastante

Editorial: Ediciones KHAF-RD Libros

Ciudad: Madrid, 2015

Páginas: 192

JOSÉ BELTRÁN | Dios es comunicación. Es más, Buena Noticia. Pero, ¿y la Iglesia? En ocasiones, la “no comunicación”. Incluso, profeta de calamidades. Así como las instituciones religiosas se han puesto al día en materia de finanzas, profesionalizando a quienes están al frente de la administración de diócesis, hospitales y colegios, resulta apremiante abordar la comunicación corporativa como un ejercicio de evangelización.

Si se quiere ser Iglesia “en salida”, como reclama Francisco, que tenga una voz y una respuesta en medio del mundo real y del continente digital, toca abordarlo con la misma madurez con la que se forma a un canonista o al pastoralista, o confiar en un profesional que domine el lenguaje de los medios.

Pero, conscientes de que no en toda parroquia, colegio o residencia se puede crear un equipo de comunicación, quienes tienen la responsabilidad de dirigir uno de esos centros –por tanto, de ser el rostro amable o no de la Iglesia a través de una conferencia, una homilía o una declaración a la prensa– están llamados a conocer al menos las principales claves de cómo poner los pilares para transmitir el mensaje que queremos con cierto éxito, de manejarse ante una nube de periodistas o una situación de crisis.

Así afronta aquí el desafío Jesús Bastante, dando las pinceladas necesarias para que el altavoz no distorsione el mensaje. Para ello, a lo largo del libro, encontramos de forma esquematizada recomendaciones, abecedarios, decálogos –más que útil el elaborado por Claudio Maria Celli sobre el mundo virtual– para familiarizarse con unas reglas básicas, conocer las fronteras y aprender trucos para plantarse ante una cámara o una grabadora.

Para ello, lo mismo analiza ejemplos de comunicación fallida a los que dar esquinazo, que la manera en la que los obispos norteamericanos afrontaron el escándalo de abusos sexuales, o aplaude el trabajo del Opus Dei para darle la vuelta a El Código Da Vinci a través de una minuciosa labor de comunicación institucional. No menos interesantes son sus reflexiones sobre la imagen proyectada de la familia en los últimos años, y razón no le falta en cómo se ha mostrado una institución excluyente en lugar de propositiva y positiva.

Depurar el lenguaje

Sugerente el título, Dímelo en cristiano, en tanto que expresión popular que es una llamada a depurar el lenguaje para hacerlo comprensible. Justo cuando la jerga católica se hace más incomprensible para el cristiano o el ateo de a pie. ¿Cuántos vecinos nuestros saben qué es un laico o un seglar? ¿Y la diferencia entre una congregación y un instituto secular?

A menudo se abusa de estos términos “especializados” con gente que no los conoce, con lo que estamos levantando una barrera de palabras infranqueable que rompe el ejercicio de la comunicación y cierra a cal y canto el anuncio de la Palabra. Para ello, el autor personaliza en dos referentes comunicativos: Jesús, como comunicador que llega al otro, que se hace entender; y Francisco, con sus lecciones de transparencia, valentía y medida espontaneidad, con su capacidad para lanzar globos sonda y la autenticidad de sus gestos.

Manual divulgativo y accesible para todos los públicos, de rapidísima lectura. Para quienes, tras beberse, subrayar y anotar las pistas que regala Bastante, quieran adentrarse en un curso avanzado de comunicación institucional, echen mano de Yago de la Cierva. El que hiciera de la JMJ de Madrid una isla comunicativa en el entramado comunicativo eclesial español recoge en La Iglesia, casa de cristal (BAC) lecciones concretas y aterrizadas para situaciones de crisis comunicativa, y lograr así una unidad entre lo que se es y lo que se cuenta. Porque, como sentencia Bastante, “una Iglesia que no cumple con lo que predica no resulta creíble y, lo que es peor, resta credibilidad al propio mensaje de Jesús”.

En el nº 2.953 de Vida Nueva

Actualizado
28/08/2015 | 01:53
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