Salvador Giménez Valls: “No llego a Lleida como un turista”

Salvador Giménez Valls, obispo electo de Lleida nombrado en julio 2015

Obispo electo de Lleida

Salvador Giménez Valls, obispo electo de Lleida nombrado en julio 2015

JOSÉ BELTRÁN | Tiene pocas maletas que hacer. “Mis libros y algo de ropa”. No es hombre de acumular. Así asume su inmediata mudanza después de que el 29 de julio el Papa le nombrara obispo de Lleida, tomando el testigo de Joan Piris, que renunció tras cumplir 75 años. “Con tener una cama y un sitio donde hacer la comida me es suficiente”, asegura Salvador Giménez Valls. Se da la circunstancia de que los tres últimos obispos menorquines –Francesc Xavier Ciuraneta, Piris y ahora él– han pasado a ser titulares en Lleida.

PREGUNTA.- ¿Conoce su nueva casa?

RESPUESTA.- Tan solo he ido a Lleida una vez, pero compartimos lo esencial: la misma fe y el mismo credo. Cuando voy a Lleida no voy a un lugar con gente desconocida, sino con católicos que participan de la eucaristía y de los sacramentos, que escuchan la Palabra de Dios y que saben que el obispo es aquel puede ayudarles a orientar su vida. En ese sentido, tengo muchísimo ganado. No soy un turista que llega totalmente de nuevas y luego se marcha. Voy a participar de forma activa de la vida de la gente de la diócesis.

P.- Cuando le plantean desde Roma este salto, ¿tiene la tentación de decir que no?

R.- Tengo un plus de responsabilidad y de coherencia. Cuando le planteo a un sacerdote que necesito que vaya a una parroquia o le hago un encargo determinado, le pido que tenga una confianza enorme en el Señor. Por eso cuando el Papa me pide este nuevo servicio, no tengo ningún motivo para decirle que no me siento a gusto o que no me conviene. Donde él me diga que he de ir, iré. De lo contrario, no solo incumpliría mis consejos a los demás, sino que no sería fiel a la misión a la que he sido confiado.

P.- ¿Cómo ha hecho posible en Menorca esa Iglesia en salida hacia las periferias de Francisco y cómo espera hacerlo en Lleida?

R.- En Lleida hay mucho conseguido y en Menorca siempre hemos estado muy preocupados por las personas que más sufrían. Tenemos una organización caritativa con mucha gente participando, para responder ante tantas parroquias donde la tasa de personas que viven en riesgo de exclusión es elevada.

P.- ¿Qué echará más de menos de Menorca? ¿La cercanía de una diócesis pequeña?

R.- En Menorca somos como una gran familia. Aquí me he sentido como en mi pueblo cuando era acólito y seminarista, donde todos nos conocemos.

P.- ¿No da vértigo volver ahora a la pastoral urbana?

R.- No mucho, porque ya tuve experiencia de ser cuatro años obispo auxiliar en Valencia, mi diócesis de origen, con toda la complejidad que conlleva. Ahora solo espero a que el Señor me ayude mucho para que, uniendo la parte más familiar y anónima de Menorca con ese cariz más urbano de Lleida, consiga hacer lo único que sé: presentar a Cristo a los demás.

Desafío soberanista

P.- Llega a una diócesis catalana en pleno desafío soberanista de Artur Mas.

R.- Eso es lo que primero pensé cuando me comunicaron la noticia. Pero cuento con todos los demás hermanos obispos que viven allí, que están preocupados por el asunto, pero tampoco obsesionados por ello. Siento su apoyo y colaboración y espero que no me sea difícil afrontar este asunto.

P.- Usted fue el primer obispo europeo nombrado por Benedicto XVI. Ahora Francisco confirma su valía. ¿Encarna ese perfil de pastor con olor a oveja?

R.- Francisco busca personas que estén dispuestas a servir a todos aquellos que les rodean. Y a servir, presentando la parte más tierna del rostro de Jesucristo. Esto exige no tener nunca miedo a encontrarse con las personas, para ayudarles, para escucharles, para acompañarles y para corregirles incluso. El Papa nos pide a los obispos que seamos servidores.

P.- En los dos últimos años, se vienen produciendo cambios significativos en la Conferencia Episcopal y en algunas diócesis. ¿Ha cuajado la revolución Francisco en España?

R.- No lo sé. Yo espero poder colaborar con Francisco en aquello que el Señor le pide en este momento de la historia de la Iglesia. Nos toca hacer un esfuerzo por acompasar nuestros pasos al Evangelio y a la propia historia de la Iglesia que orienta Francisco.

P.- Entre los documentos que reflejan este cambio está ‘Iglesia servidora de los pobres’. ¿Es la nueva hoja de ruta del Episcopado español?

R.- Yo creo que sí. Me gustó que hiciéramos el esfuerzo de elaborarlo con rapidez, puesto que hay una insistencia por parte de algunos de pensar que los obispos callan o han callado mucho ante tanta necesidad. No es cierto, y la mejor prueba es este documento valiente y fiel.

En el nº 2.952 de Vida Nueva

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