‘Ghadi’: un barrio con ángel

Ghadi, película de Líbano de Amin Dora

“Esta película es un canto a las diferencias que nos hermanan”

Ghadi, película de Líbano de Amin Dora

J. L. CELADA | Un pequeño barrio, en una localidad costera del Líbano, es el escenario donde tiene lugar esta fábula contemporánea sobre el poder del amor, de la fe… y de la imaginación. Un barrio con las ventanas muy juntas, un hervidero de cotilleos en el que las historias cambian con el paso del tiempo, pero no así su fisonomía ni sus habitantes. Algunos, como el protagonista de Ghadi, crecieron en él, cosa que no puede decirse de muchos de sus vecinos, aferrados a los mismos hábitos y manías de siempre.

El libanés Amin Dora debuta en la gran pantalla contándonos la vida de Leba (Georges Khabbaz), un profesor de música felizmente casado y padre de dos niñas que confía en ser bendecido con un hijo varón. Antes, el propio cabeza de familia ya nos ha presentado en rápidos flashes –aunque abusando de la voz en off, como sucederá a lo largo del filme– a los principales personajes del singular vecindario: el carnicero, el barbero, el policía… y hasta la prostituta. Todos ellos custodiados día y noche por la imagen de san Elías, patrono que bautiza a buena parte de la población masculina, con los consiguientes equívocos que genera tan encendida devoción al profeta.

En este microcosmos transcurrió su infancia, entre las clases de piano y las burlas que sufría en el colegio por su tartamudez. Y aquí ha formado el hogar que ahora espera la llegada de un nuevo miembro, “el regalo de esta casa”. Sin embargo, el niño que da nombre a esta cinta ha nacido con síndrome de Down, circunstancia que despierta cierta inquietud en el seno de la comunidad.

Mientras “nuestro héroe” recibe todo el cariño de sus seres queridos, la superchería vecinal extiende el rumor de que se trata de un “castigo divino”; de que los sonidos que emite el pequeño, tratando de imitar los cantos de su padre, solo tienen una explicación: está poseído por el demonio. La única solución que los acalorados vecinos proponen al “problema” –que les preocupa tanto como el alcantarillado maloliente de sus calles– sería internarlo en una institución lejos de allí. Pero, ¿y si hubiera otra salida?, discurre el progenitor. ¿Y si el diablo se transformara en ángel?

Arranca entonces un disparatado plan para desactivar el clamor popular, una feliz idea que proporciona los momentos más absurdos y más tiernos de esta comedia con alma. Con la ayuda de las minorías del lugar (el negro, el gay, el tonto y la rara), el protagonista nos invita a (re)descubrir el lenguaje del corazón para combatir esos pecados o discapacidades que sí dificultan la convivencia: la envidia, la avaricia, los resentimientos, los prejuicios…

Ghadi es un canto a las diferencias que nos hermanan, la melodía –ya sea de Mozart o de un coro infantil– de un barrio con ángel. No solo por ese “guardián” que se asoma durante horas al balcón de su casa, sino por la gracia que derrochan los pobladores de este entrañable universo creado por el director. Su prometedor estreno nos enseña que hacer reír y tocar las conciencias no son aspiraciones irreconciliables.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Ghadi.

DIRECCIÓN: Amin Dora.

GUIÓN: Georges Khabbaz.

FOTOGRAFÍA: Karim Ghorayeb.

MÚSICA: Najib Mishlawi.

PRODUCCIÓN: Najib Mrad.

INTÉRPRETES: Georges Khabbaz, Lara Rain, Emmanuel Khairallah, Camille Salameh, Rodrigue Sleiman, Samir Youssef, Caroline Labaki, Giselle Boueuz.

En el nº 2.952 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir