Brasil, una segunda patria para miles de haitianos

inmigrantes haitianos en Brasil en la fiesta de la bandera

La Archidiócesis de São Paulo lidera la acogida de migrantes del país caribeño

inmigrantes haitianos en Brasil en la fiesta de la bandera

Fiesta de la bandera de Haití en Nuestra Señora de la Paz

Brasil, una segunda patria para miles de haitianos [extracto]

ÓSCAR ELIZALDE PRADA (BRASIL) | Como si se tratara de un centro de peregrinación haitiano, en el populoso barrio Liberdade, ubicado en el corazón multiétnico y pluricultural de São Paulo, la parroquia de Nuestra Señora de la Paz se erige en lugar de encuentro y referente de asistencia social y acompañamiento pastoral para cientos de migrantes provenientes del país caribeño que se acercan a diario a sus puertas en busca de techo y orientación para subsistir, ante las condiciones precarias y la vulnerabilidad que experimentan a su llegada a Brasil.

La parroquia, que en sus orígenes –hace ya 75 años– fue un punto de referencia cultural y espiritual para migrantes italianos, acoge hoy a cerca de 170 hombres y mujeres de Haití, mientras que la Casa del Migrante alberga a unos 110. Ambas obras están animadas por los padres scalabrinianos –congregación de origen italiano cuyo carisma es la pastoral de los migrantes– y forman parte de la acción de la Arquidiócesis de São Paulo a favor de la movilidad humana, marcada en los últimos años por un significativo éxodo de haitianos, quienes, tras el terremoto de 2010, llegaron al país en busca de mejores condiciones de vida. Hoy se estima que 60.000 haitianos viven en Brasil, de los cuales 17.000 han legalizado su permiso laboral y constituyen el principal grupo de extranjeros con “cartera de trabajo”.

Si bien es cierto que la mayoría de los haitianos que entran en Brasil reciben “visa humanitaria” por parte del Gobierno, muchos, sin embargo, son víctimas de los “coyotes” que se lucran con el tráfico de personas y con falsas promesas de prosperidad laboral. A su llegada al país, unos y otros no encuentran condiciones favorables para sobrevivir y son víctimas de prejuicios racistas y/o sufren diversos atropellos en sus derechos más elementales.

Moise Jean, por ejemplo, tiene 37 años y es padre de cuatro hijos que subsisten con las remesas que envía periódicamente. Cuando la empresa que le contrató como albañil en el estado de Pará no le pagó lo acordado al finalizar el primer mes, decidió regresar a la capital paulista y acudir a la parroquia Nuestra Señora de la Paz en busca de ayuda para encontrar un nuevo empleo. Mientras tanto, su familia en Haití permanece en vilo.

Una bola de nieve

El padre Paolo Parisi, scalabriniano, señala que “es necesario planear; se ha hecho una buena acción al abrir las puertas, pero no se ha percibido que esto genere pasos significativos ante las nuevas demandas por servicios de acogida, cursos de portugués, mecanismos de integración… Todo esto ha creado una bola de nieve que tomó por sorpresa al Gobierno”.

La Arquidiócesis de São Paulo, por su parte y con el apoyo de la familia scalabriniana, desde 1977 asumió la solicitud de dom Paulo Evaristo Arns, entonces arzobispo, de “acoger a migrantes suramericanos en búsqueda de mejores condiciones de vida”. Y a esto se dedica actualmente la Misión Paz, en su intento de ofrecer un hogar a los migrantes y refugiados con sus historias, identidades y valorando la interculturalidad.

Con un balance de casi 7.000 personas atendidas por motivos migratorios durante 2014 –entre ellas, un significativo número de haitianos–, la Misión Paz es un referente nacional de organización y trabajo cualificado, que va más allá del asistencialismo y establece puentes hacia una sociedad más justa, solidaria e incluyente. En este campo, “la acción de la Iglesia prácticamente ha sustituido a la del Estado, aunque el Gobierno debe involucrarse más y cumplir el papel que le corresponde”, concluye el padre Parisi, quien también es el coordinador de Misión Paz.

Misión Paz

La Misión Paz articula la acción pastoral de la Arquidiócesis de São Paulo a favor de los migrantes haitianos en cuatro núcleos:

  • 1. La Casa del Migrante, que les ofrece un hogar –hospedaje, alimentación y cursos de portugués– mientras legalizan su permanencia en el país y consiguen empleo.
  • 2. El Centro Pastoral y de Mediación de los Migrantes, que facilita apoyo profesional a nivel jurídico, educativo, médico y laboral, entre otros, para favorecer su calidad de vida y dignidad humana.
  • 3. El Centro de Estudios Migratorios, que funciona como espacio de formación e información para agentes de pastoral y académicos interesados en el mundo de los migrantes, mediante investigaciones, acervos documentales y publicaciones periódicas, como la revista Travessia.
  • 4. Las parroquias, donde se privilegia la pastoral del migrante, como es el caso de Nuestra Señora de la Paz.

En el nº 2.951 de Vida Nueva

Compartir