Pascale Warda: “Cuando apuntan a un cristiano, destruyen las raíces de Irak”

Exministra de Política Migratoria del Gobierno de Irak

Pascale-Warda

BLANCA RUIZ ANTÓN. FOTO: AIN | Es una de esas mujeres que el régimen iraquí querría esconder bajo un burka. Pascale Warda fue ministra de Política Migratoria de Irak. Tras los recientes secuestros y ataques a los cristianos por la irrupción del Estado islámico (EI) es una de las principales portavoces contra la falta de libertad religiosa y del “genocidio silencioso de cristianos” –dice claramente– que se está produciendo.

El modelo que defiende el EI considera a los cristianos como apóstatas por no convertirse al islam. “Esto justifica cualquier medio para exterminar a los cristianos y a quien sea por la fuerza; un modelo que es inaceptable incluso para los musulmanes moderados, que no se imaginan lo que es volver hacia atrás 1.400 años”, asegura.

Los recientes asesinatos y secuestros contra los cristianos son, según Warda, un modo de desestabilizar al país, “porque cuando apuntas a los cristianos, lo haces también a sus escuelas, sus hospitales, sus universidades; destruyes las raíces del país y su diversidad”. Y es que, para ella, “la presencia cristiana es la más auténtica de Irak; los cristianos hemos sido testigos de la reconstrucción del país, somos imagen del progreso, de la colaboración y de la ciencia”.

La radicalización de Irak ha sido progresiva desde 2003, tras la caída del régimen de Sadam Hussein. Warda recuerda cómo, por aquel entonces, se hablaba de una “islamización de Irak, como si el país necesitara un refuerzo de los principios musulmanes”. La situación empeoró drásticamente para todos los que no los aceptaron. Para ella, que formaba parte de la oposición, uno de los principales problemas tras el régimen fue que “ningún iraquí ni americano había pensado qué habría después, y los políticos no sabían diferenciar entre hacer política y religión”. El aumento de las tensiones entre musulmanes y cristianos, unidos al desgobierno del país y a la radicalización de los últimos años, hizo que se llegara a la situación actual.

“La iglesia y los cristianos estamos completamente debilitados. Necesitamos un Estado que ayude y defienda a sus ciudadanos”, reclama Pascale Warda. Un ejemplo concreto es la entrada en Mosul del EI y la actitud del ejército iraquí, quien “dio la espalda a los cristianos que eran ejecutados u obligados a exiliarse si no se convertían al islam”. Los que decidieron quedarse deben pagar la yizia, un impuesto por no ser musulmán y que pasa a las arcas de los radicales.

Los países occidentales, según Warda, alientan este fanatismo con su financiación y con la incorporación al EI de nuevos adeptos, muchos procedentes de barrios pobres de Europa. “Son sometidos a un lavado de cerebro: se les promete dinero, el paraíso… Ves la pobreza que hay en tantos países y a los jóvenes sin poder salir adelante; en cambio, en un solo día [en el EI], pueden ganar muchísimo dinero”, afirma.

Ante esta situación, Warda entiende que una de las posibles soluciones pasa por la condena de este terrorismo por parte del mundo musulmán moderado. La ausencia de esta desaprobación anima “la actuación y la repetición de estos hechos”, explica. Se necesita “que los jefes musulmanes digan: ‘Habéis hecho esto en nombre de nuestro Dios y nosotros lo condenamos’”.

La eliminación del EI es un proyecto que ve “muy negro”, pero confiesa que “para Dios nada hay imposible”. “Muchas cosas pueden ser santas, pero nunca una guerra”, sentencia.

Sin misas en Mosul

La tradición cristiana de Irak, la antigua Mesopotamia, se remonta a la evangelización de Oriente en tiempos del apóstol santo Tomás, 700 años antes de la llegada del islam. Así lo sienten los cristianos, que se niegan a “ser considerados una minoría extranjera en su propio país”, reconoce Pascale Warda. Inicialmente, la convivencia fue muy positiva por los elementos comunes: la adoración al Dios único y el respeto a Jesús por parte del Corán. “Esta paz no duró mucho tiempo” y las tensiones han llegado hasta hoy. Hace diez años los cristianos en Irak eran más de un millón; ahora no llegan a doscientos mil. En regiones históricas como Mosul o Nínive, la población ha sido esquilmada y los cristianos han huido. “Desde hace 2.000 años es la primera vez que Mosul no tiene ninguna misa”, asegura.

En el nº 2.949 de Vida Nueva.

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