Jesús García Recio: “Han arrinconado a la Biblia en las instituciones”

Sacerdote y creador del Instituto Bíblico Oriental, condecorado con la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio

Jesús García Recio, creador del Instituto Bíblico Oriental de León

Jesús García Recio, creador del Instituto Bíblico Oriental de León

Jesús García Recio: “Han arrinconado a la Biblia en las instituciones” [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ. Fotos: SERGIO CUESTA | El sacerdote Jesús García Recio (Aleje, León, 1958), verdadera autoridad mundial en semiología y en estudios orientales, pertenece ya a la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Sabio ya lo era –y desde muy temprana edad–, pero la Encomienda concedida por el Ministerio de Cultura reconoce sus méritos innegables en el campo de la cultura, la educación y la ciencia del creador del magnífico Instituto Bíblico Oriental (IBO).

Con sede en la Colegiata de San Isidoro, en León, alberga una de las mejores bibliotecas del mundo especializadas en asiriología –con más de diez mil volúmenes, entre los que destacan textos cuneiformes mesopotámicos– y un extraordinario museo con biblias en arameo, griego, copto y etiópico, datadas entre los siglos IV y XVII. Ningún otro espacio abre sus puertas de par en par a la cuna de las civilizaciones y al origen del mundo contemporáneo como lo hace el IBO, obra de toda una vida, de una pasión y de una fe inquebrantable en Dios.

“He recibido la condecoración con un doble sentimiento. En primer lugar, con cierto recelo y, en segundo lugar, con agradecimiento –afirma a Vida Nueva–. Con recelo, porque yo vivo en un pueblo muy pequeño, somos 37 personas, y he ido poco a poco retirándome de lugares importantes, capitales e instituciones, para vivir en este retiro, en estos montes de los Picos de Europa. Todas estas honras disturban mucho a nuestra sencillez. Esto es lo que explica el recelo.

En segundo lugar, como no somos solo lo que queremos ser, sino lo que Dios quiere que seamos, todos tenemos tareas en la vida que Dios nos indica, como en este caso un instituto dedicado a la Biblia y al Oriente. Esta condecoración va para él y, en su nombre, estoy muy agradecido”.

Una iniciativa privada

PREGUNTA.- Este reconocimiento ¿ayuda, ante todo, a la difusión del IBO?

RESPUESTA.- Sí, por eso hay que recibirlo con mucho agrado. Tiene prestigio y atravesamos unos años muy malos para la cultura en general, y para la espiritualidad. Ciertamente, estas atenciones son más que bien recibidas. Además, la Biblia se encuentra muy esquinada, está muy en abandono o en retirada, la han arrinconado mucho en las instituciones; todo lo que sea devolverla a su lugar hace que este libro extraordinario pueda hacer el bien en la sociedad.

Evidentemente, la Biblia no necesita ninguna condecoración, pero como ella vive también en sociedad, así se le da una oportunidad de salir a la palestra, de ser un poco más considerada socialmente. Y lo que se refiere a Oriente, lo mismo. Porque la Biblia, nosotros y la cultura estamos muy unidos a este Oriente, que ahora se encuentra tan perseguido. Es una distinción que hace bien a la Biblia y a su Oriente.

Jesús García Recio, creador del Instituto Bíblico Oriental de León

P.- Este instituto, ¿atraviesa un momento privilegiado, de prestigio y de expansión?

R.- Es una obra que ha comenzado como las parábolas, como el grano de mostaza. En primer lugar, es una iniciativa privada, no tiene detrás al Estado ni a instituciones. Es un granito que se sembró en el año 2003, pero que venía pensándose desde mucho más atrás, allá por los años 70. Así ha ido creciendo y extendiéndose por diversos lugares, siempre en colaboración con otras entidades: el Seminario de Santiago de Compostela, los agustinos de Valladolid, la Facultad de Teología de Vitoria, el Instituto Superior de Pastoral de Madrid, los Picos de Europa y San Antonio, Texas, con el Mexican American Catholic College.

Y, si Dios quiere, el año que viene estaremos con una presencia importante en Oriente, en Bagdad. Como instituto, muy sencillo y humilde, nos tenemos que dejar ayudar porque con las posibilidades que nosotros tenemos no se podría hacer.

P.- El gran objetivo es el conocimiento de la Biblia, pero también de los recursos culturales y científicos para poder estudiarla en profundidad…

R.- Más que nada, es abrir caminos nuevos, invitar a que la Biblia y Oriente se puedan cultivar de manera distinta a lo propiamente académico. Quiero decir que hay facultades de teología, seminarios y universidades, pero no son los únicos caminos para acceder al conocimiento de la Biblia ni tampoco al orientalismo. Dicho claramente, es poner este texto sagrado en manos de las personas que lo deseen, que estén hambrientas y tengan ganas de saber, ya sea un niño de 9 años o un adulto de 80, sean cuales sean sus circunstancias. Es un acercamiento de este saber a pie de calle, sin las complicaciones que tiene una institución académica.

P.- De hecho, desde el instituto se organizan cursos de lenguas semíticas de gran aceptación.

R.- Ciertamente. Parecería como ilógico, porque son estudios que, en principio, están muy recogidos en ámbitos de mucha especialización, como es el caso del Pontificio Instituto Bíblico de Roma o las universidades pontificias; y no digamos ya el orientalismo, la asiriología… Tratamos de sacarlos de esos espacios y ponerlos en el juego de la vida, para que todos puedan acceder a esos saberes.

Cuando hemos hecho esto, resulta que hay personas que quieren estudiar. Por ejemplo, en los Picos de Europa tenemos como alumnas a amas de casa que saben leer hebreo con cierta facilidad; lo mismo, hay quienes acuden a cursos de sumerio o acadio y son capaces de leer textos de 1.500 o 1.400 años antes de Cristo, y cuando acaban se van a su casa y preparan la comida o hacen sus labores. Las ganas de saber son infinitas.

Vuelta a los orígenes

P.- Oriente vive unos tiempos durísimos, marcados por la irrupción del Estado Islámico…

R.- La Biblia hace de cordón umbilical con Oriente porque nos lleva a nuestros orígenes, hacia donde procedemos en el sentido espiritual. Allí tenemos nuestro lugar original. Por eso Oriente nos duele a todos, porque todos tenemos allí, de alguna manera, casa y antepasados. Y hay algo muy importante: allí es donde Dios quiso plantar su tienda, donde quiso venir a vivir entre los hombres. Allí están sus huellas. Cuando se dan circunstancias como las actuales, que tienen este grado de perversión con muertes, asesinatos, violencia infinita, una deshumanización que llega a unos extremos inconcebibles… contemplamos que, detrás de todo, está la intención de borrar la huella o el paso de Dios por este mundo.

Que no quede noticia de que Dios, en un momento, a través de su Hijo, el Señor Jesucristo, vivió unos años en aquella tierra, es lo que está detrás de esta perversión o de este mal, ahora tan encastrado. Nos pueden matar a todos, cortarnos el cuello; pero tratar de expulsar a Dios, como si Él no hubiera formado parte de la historia de la humanidad, es aún mucho más grave.

P.- ¿Qué podemos hacer desde nuestras casas, desde nuestras parroquias?

En primer lugar, leer y consolarnos con la Biblia. Teniéndola a mano siempre encontraremos elementos para entender todo esto que ocurre. El argumento mayor es Mateo, Marcos, Lucas y Juan, es decir, la Pasión del Señor. Y eso nos hará comprender la situación de nuestros hermanos, los cristianos de Oriente. Ellos lo encarnan de una manera muy singular, son el reflejo de esa Pasión que se perpetúa. Una parroquia, una diócesis, puede ponerse en contacto muy bien con una parroquia o una diócesis de los cristianos de Oriente. Y hacer un viaje, visitar a estos cristianos.

Nuestra presencia es lo más importante: que los hermanos de Oriente sientan que hay otros hermanos aquí que se preocupan por ellos. Otro modo son las peregrinaciones a estos lugares santos, acercarnos a nuestros hermanos que viven en Israel, en Jordania, en Egipto, y procurar que se vaya extendiendo también a Siria o a Irak.

En el nº 2.949 de Vida Nueva.

Compartir