La gran fiesta de los pueblos

HNA. ELVIRA FERNÁNDEZ ALLER | Misionera Dominica del Rosario. Quinindé-Esmeraldas (Ecuador)

Sí, realmente es impensable que el papa Francisco decidiese venir a Ecuador en su primer viaje a América. ¡Qué sorpresa, qué emoción el que quiera acercarse a este pueblo dolido y manipulado tantas veces por los diferentes poderes! Son tantas las promesas hechas y no cumplidas… Parece que escuchan, pero, a la hora de la verdad, no hacen caso.

Ahora este pueblo ya no está tan callado, se está despertando. “Algo nuevo está naciendo…”. Pienso que el Papa intuye lo que sucede o le están llegando mensajes, pero seguro que con su presencia apoyará y animará mucho a estos pueblos, de tanta fe, tan creyentes y, asimismo, sufrientes. Creo que discierne los dramas humanos existenciales, el grito de los pobres, tantos pobres, aunque no estén ahí donde llegará.

Él sabe lo que está pasando en esta Tierra, La Pachamama, en esta “Casa común” de la que nos habla en su última encíclica. Lo que le pasa a la Tierra les está pasando a los pobres. Aquí también se está defraudando el plan que Dios tenía para los hombres.

Su llegada será, sin duda, un motivo de acercamiento a Jesús y, como él mismo decía hace unos días, “la fe es tocar a Jesús y quedarse con la gracia que nos salva”. Tocarle a Jesús, no al Papa. Es Jesús, Él nos salva. Dios se vale de todo para que lleguemos a Él. Esto nos viene de su mano.

Nosotras, desde nuestra pequeña comunidad, intentamos mostrar este mensaje a nuestros vecinos a través de nuestra acción pastoral. Somos tres hermanas que vivimos en un barrio de las afueras de Quinindé. Son gente sencilla y muy necesitada, rodeados por una ausencia de infraestructuras que puede convertir en un verdadero problema una simple tormenta. Es una realidad dura para ellos, pero también para nosotras que estamos a su lado. En muchos momentos nos vemos impotentes, no sabemos si verdaderamente ponemos alguna solución.

Desde este acontecer, hemos descubierto que lo mejor que podemos hacer por nuestra gente es acompañarles y escucharles. A los jóvenes, a las mujeres, a las familias. En ocasiones les visitamos en sus casas. En otros momentos somos nosotras las que abrimos las puertas de nuestro hogar. Solo desde ahí, desde esa acogida y ese compartir, podemos ofrecerles a Jesús como la respuesta que necesitamos nosotras y que necesitan ellos. Pero hay que dar un paso más. Por eso también buscamos acompañarles y prepararles para que ellos sean los protagonistas de su devenir, quienes tomen la iniciativa en sus propios grupos misioneros, en la Iglesia.

Todo Ecuador está preparado para viajar, ver y escuchar los mensajes de Francisco. Se prepara la gran fiesta de estos pueblos. Esperamos que los políticos no interfieran, sino que sean receptores de los mensajes y cambien tal vez su forma de actuar, siendo transformados por la gracia de Dios, la sonrisa y la alegría del papa Francisco. ¡Estamos de fiesta!

En el nº 2.948 de Vida Nueva

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