Publicada ‘Laudato si”: conversión ecológica ¡ya!

El desafío del cuidado de la casa común según Bergoglio

huella de zapato en un césped verde

 

ANTONIO PELAYO | Ya sabíamos que el día de su elección como sucesor de Pedro, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, decidió hacerse llamar Francisco cuando su amigo el cardenal brasileño Cláudio Hummes, franciscano, le susurró al oído: “No te olvides de los pobres”. Ahora, al escoger como título de su segunda encíclica las palabras Laudato si’ mi Signore (Alabado seas, mi Señor) del Canto de las Criaturas compuesto por san Francisco de Asís en 1224, el Santo Padre reconoce como primera fuente de inspiración a quien nos recuerda que “nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”. Por eso la encíclica tiene como tema central “el cuidado de la casa común”.

La encíclica demuestra que Bergoglio tiene una concepción bien diversa de lo que hoy supone para la humanidad el desafío ecológico. Hemos espigado algunas de sus afirmaciones que lo corroboran:

  • “Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteamiento ecológico se convierte siempre en una planteamiento social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (n. 49).
  • “Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente. Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas” (n. 56).
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    Las palabras más usadas por Bergoglio en Laudato Si’

    “Al mismo tiempo, crece una ecología superficial o aparente que consolida un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad. Como suele suceder en épocas de profunda crisis, que requieren decisiones valientes, tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto” (n. 59).

  • “Todo planteamiento ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados. El principio de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho universal a su uso es una ‘regla de oro’ del comportamiento social y el ‘primer principio de todo ordenamiento ético-social’” (n. 93).
  • “La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente , al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (n. 111).
  • No se puede prescindir de la humanidad. No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología. Cundo la persona humana es considerada solo un ser más entre otros, que procede de los juegos del azar o de un determinismo físico, ‘se corre el riesgo de que disminuya en las personas la conciencia de la responsabilidad” (n. 118).
  • “Por otra parte, es preocupante que cuando algunos movimientos ecologistas defienden la integridad del ambiente y con razón reclaman ciertos límites a la investigación científica, a veces no se aplican estos mismos principios a la vida humana. Se suele justificar que se traspasen todos los límites cuando se experimenta con embriones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser humano va más allá del grado de su desarrollo. De ese modo, cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica” (n. 136).
  • “Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad de los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (n. 139).

Artículo íntegro solo para suscriptores

En el nº 2.946 de Vida Nueva.

 

ESPECIAL ENCÍCLICA ‘LAUDATO SI”

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