‘Lejos del mundanal ruido’: amor a tres bandas

Fotograma de la película 'Lejos del mundanal ruido'

J. L. CELADA | En la Inglaterra de 1870, una joven independiente, de firmes convicciones y un punto obstinada (Carey Mulligan prestando su misterioso encanto a esta mujer adelantada a su tiempo) se debate entre tres pretendientes tan distintos como las clases sociales a las que representan y la idea que encarnan del enamoramiento y el cortejo. Ellos y la bella dama que aspiran a convertir en su esposa constituyen los pilares sobre los que descansa Lejos del mundanal ruido, adaptación de una de las novelas más exitosas del británico Thomas Hardy (1840-1928), que ya fue trasladada al celuloide en los años 60.

El encargado de acometer esta nueva versión no es otro que Thomas Vinterberg, director de Celebración (1998) o La caza (2012), y uno de los padres del movimiento Dogma, lo cual no significa que nos enfrentemos a dos agitadas horas de cámara en mano. Antes bien, asistido por la espléndida fotografía de su compatriota Charlotte Bruus Christensen, el realizador danés nos brinda un primoroso ejercicio de estilo (encuadres, iluminación, música, dirección artística…), digno de los apasionantes hechos narrados.

Fotograma de la película 'Lejos del mundanal ruido'Tras recibir una inesperada herencia, la que fuera simple sirvienta pasará a ser la dueña de la mayor granja de la comarca y patrona de un importante número de empleados. En plena era victoriana, en un mundo de varones, nuestra protagonista se niega a ser “propiedad” de ningún marido, aunque acabará rendida a los encantos de un sargento impulsivo y autoritario.

Objeto de halagos, proposiciones, rechazos, plantones, rumores…, aprenderá que “quien algo quiere algo le cuesta”, pero también que ese amor que anda buscando es ingrato, que ha tornado su alegría en llanto. Seguramente, porque a una mujer le cuesta mucho expresar sus sentimientos “en un idioma diseñado para hombres”.

El espectador se erige entonces en testigo de cargo de su lucha por no abandonarse a los celos, la locura o la pena. Privilegio –o condena, en su caso– que comparte con los otros dos aspirantes a ocupar su corazón: un acaudalado soltero mayor que ella, portador de una tentadora promesa de estabilidad y protección; y un pastor arruinado, sinónimo de generosidad, lealtad y complicidad.

A estas alturas, parece demasiado evidente hacia dónde se encamina esta historia de amor a tres bandas. Sin embargo, su previsible e idílico desenlace no arruina el majestuoso edificio levantado por Vinterberg, cuyo manejo del oficio le ha permitido cambiar de registro para regalarnos un interesante fresco de época, su particular relectura de esta obra de Hardy sobre convenciones impuestas y emociones a flor de piel.

Entre bailes de compromiso, caballos al galope, ovejas que se despeñan o graneros en llamas, Lejos del mundanal ruido se reivindica como prueba inequívoca de que una película puede ser refinada sin ser pretenciosa, conmover sin resultar lacrimógena y ganarse al público con la sobria y serena elegancia de los clásicos.

FICHA TÉCNICA

Título original: Far from the Madding Crowd.

Dirección: Thomas Vinterberg.

Guión: David Nichols, basado en la novela de Thomas Hardy.

Fotografía: Charlotte Bruus Christensen.

Música: Craig Armstrong.

Producción: Andrew Macdonald, Allon Reich.

Intérpretes: Carey Mulligan, Matthias Schoenaerts, Michael Sheen, Tom Sturridge, Juno Temple, Jessica Barden, Bradley Hall.

En el nº 2.946 de Vida Nueva

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