Cuando Dios llora en los hospitales

La Fundación Aladina acompaña a los niños con cáncer

Paco Arango, presidente de la Fundación Aladina

Paco Arango, presidente de la Fundación Aladina

MARÍA PÉREZ | No es fácil hablar del cáncer infantil. Mucho menos dedicarse a ello. Solo una luz venida directamente desde arriba podría hacer que un empresario como Paco Arango (México, 1966) dejara todo por esta causa. “Mi fe es inusual, a mí me dieron el don de la fe, fue como un regalo, y esto me ha permitido ver, en cada momento de sufrimiento, a Dios llorar en los hospitales”.

Fundada por Paco Arango en 2005, actualmente la Fundación Aladina ayuda a más de 2.000 niños a pie de cama todos los años; ha llevado a cabo mejoras hospitalarias muy significativas, como el Centro de Transplantes Maktub en el Hospital Niño Jesús de Madrid (pionero en Europa, donde ya han realizado más de 130 trasplantes de médula ósea); pero también en el Hospital Gregorio Marañón, el Doce de Octubre, el Hospital de Getafe… Además, este año se extenderán a Alicante, Asturias, Barcelona, Bilbao y Sevilla.

Pero además de las aportaciones económicas que Aladina realiza en los hospitales españoles, hay otro trabajo mucho más importante y silencioso: el apoyo a los niños enfermos, que llevan a cabo sus 55 voluntarios fijos. “Nosotros nos convertimos en un miembro más de la familia, somos un apoyo psicológico todos los días. Esto es muy importante, porque para que un niño te acepte en los malos momentos, te tiene que ver en los buenos”.

Sin embargo, y aunque la fe está en la base de la Fundación Aladina, el respeto es siempre lo que prima a la hora de acercarse a los niños enfermos y sus familias: “Nosotros nunca entramos con el ángulo de fe, porque somos muy respetuosos; pero yo he visto milagritos en los hospitales. Imagínate cuando de repente un padre recibe el testimonio inequívoco de que su hijo está bien. Eso transforma, te atraviesa. Ha habido y hay milagritos, y han sido increíbles”.

Pero su labor no se queda ahí. La palabra maktub procede del árabe y significa “lo que está escrito”. No es casualidad que la primera película que Paco Arango escribiera, dirigiera y produjera lleve por título Maktub. Estrenada en 2012 y con tres nominaciones a los Premios Goya (mejor actriz secundaria, mejor director novel y mejor canción original), Maktub cuenta la historia de Antonio, un chico al que Paco conoció en el Hospital Niño Jesús mientras se recuperaba de un trasplante de médula ósea. “Yo siempre pienso que el cine es una sesión de hipnosis alucinante, un lugar desde el que se pueden transmitir grandes mensajes. Y hay muy pocas películas donde puedas entretenerte de verdad, pero al mismo tiempo recibir una dosis de vida. Así es el cine que hago ahora: divertido, y con tintes muy importantes de fe”.

Artículo íntegro solo para suscriptores

En el nº 2.946 de Vida Nueva.

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