Una mirada al Corazón de Jesús hoy: un Amor interesado

Los latidos de la Encarnación

Pliego Vida Nueva Una mirada al Corazón de Jesús hoy 2944 junio 2015

FERNANDO CORDERO MORALES, SS.CC., pastoralista en el Col·legi Padre Damián SS.CC. (Barcelona) | Dios aplica su propia pedagogía, que no consiste en sermones, instrucciones complicadas o teología de escritorio (cfr. Evangelii gaudium, 133). Así se dirigió al profeta Jeremías: “Baja al taller del alfarero que te voy a hablar al corazón” (Jr 18, 1). La devoción al Corazón de Jesús pretende provocar esa experiencia que hace ver y habla al corazón. Hemos de ser lo suficientemente humildes y realistas para darnos cuenta de que nosotros no disponemos del amor de Dios como algo que podamos entregar o del que nos podamos apropiar.

La experiencia del conocimiento del amor de Cristo, que supera todo conocimiento, es, antes que nada, un don que da Él cuando quiere, a quien quiere y como quiere. Nosotros hemos de favorecer que ese encuentro se produzca, prepararnos y preparar a otros para que, verdaderamente, alcancemos la búsqueda y el deseo. Y pedir con san Pablo, doblando las rodillas ante el Padre, para que “por la fe resida Cristo en los corazones para que estén arraigados y cimentados en el amor”
(Ef 4, 14-19).

La experiencia del amor de Dios “toca” la vida, nos “toca” en lo más hondo de nuestro ser. Esto se transparenta en los momentos de plenitud, de comunión, en los que nos sentimos unidos a los demás. Por eso, la palabra clave para hablar del corazón es unidad.

El enamoramiento “toca” el corazón, un encuentro memorable, el acompañamiento a un enfermo que apreciamos fraternalmente, un diálogo donde se transparenta el espesor de la existencia o un reencuentro son algunas oportunidades para vivir cordialmente. Mas no olvidemos que la pedagogía divina nos habla, sobre todo, en lo cotidiano: la madre que mira a su bebé que duerme plácidamente en su regazo, el adolescente que descubre nuevas posibilidades, una visita a una exposición de arte o un paseo por la playa, un abrazo agradecido.

Dios toca la vida entera

Dios nos habla, aunque a algunos les habla más claramente, les “toca” la vida entera, como podemos entrever en el testimonio de Maru Cornejo, misionera en Mozambique, dedicada a acompañar a niñas enfermas: “Vuelvo del hospital con Fátima y Cintia para la aldea, después de esperar a un médico que no vino a trabajar. Para rebajar mi enfado, decido que mejor cantar en el coche hasta casa, intentar que esta mañana no parezca tiempo perdido. Las enanas me enseñan una y yo les enseño otra. Con ellas nunca el tiempo es perdido porque siempre hay risas, cosas que aprender y descubrir”.

“Por el camino nos encontramos a varias mamás que van para la aldea y las montamos atrás en nuestra ranchera. Me doy cuenta de que varias lloran. La hija de una de ellas acaba de fallecer con cuatro años. Cuando bajaron las mamás del coche, Cintia me preguntó: ‘¿Qué pasa cuando los niños se mueren, quién los cuida…?’. Cuando todavía me cuesta articular palabras, ellas ya me llevan otra vez allí donde solo Tú eres la respuesta. ‘Lo importante no es dónde estemos nosotros –les respondo–, aquí o allí, sino que nunca estaremos solos, ahora Dios será como la mamá de esta niña. Y cuando pasen unos días, Dios hablará con esa mamá despacito para que no se preocupe y sepa que su hija está bien’”.

La huella del dolor, de la fragilidad, “toca” el corazón y lo transforma. Si atendemos al sentido bíblico, el corazón no es solo la sede de los afectos, sino de las decisiones, de la voluntad, incluso del conocimiento. El corazón es el centro de la persona. En una sociedad fragmentada, la fe puede entenderse hacia unas áreas de nuestra vida excluyendo otras (por ejemplo, la económica o la afectivo-sexual).

Que resida Cristo en nuestros corazones quiere decir que Cristo sea quien conforme toda nuestra existencia, no solo que sea el centro, sino que desde ahí lo armonice y unifique todo. Cuando descubrimos ese punto donde nuestra vida se une, hallamos entonces el corazón. La espiritualidad del Corazón de Jesús es integradora, unifica, centra a la persona.

Pliego íntegro publicado en el nº 2.944 de Vida Nueva. Del 6 al 12 de junio de 2015

Compartir