Divorciados vueltos a casar: “Les traigo un abrazo de parte de Francisco”

José María Zavala y Paloma Fernández, divorciados vueltos a casar
José María Zavala y Paloma Fernández, divorciados vueltos a casar

José María Zavala y Paloma Fernández

BLANCA RUIZ ANTÓN | Manuel Serrano y Carmen Candela se casaron por lo civil en 2012, con 60 y 51 años respectivamente y tras sendos divorcios de sus primeros cónyuges. “Sufrimos mucho, hubo quienes mostraron enfado, rechazo, casi nos anatemizan”, recuerda con dolor Manolo. “Queríamos casarnos porque era necesaria una estructura familiar consolidada, al menos, un consentimiento público porque los seis hijos de Carmen vivían con ella cuando yo me trasladé a su casa”, explica Manuel, quien tiene tres hijos de su primer matrimonio.

Aunque ambos siguieron cerca de la fe durante sus respectivas rupturas, “el Señor vino a nuestro encuentro a través de una amiga de Comunión y Liberación. Allí encontramos un abrazo de hermano que nos aceptaba en nuestras circunstancias. El Señor vino a nuestro encuentro en esas circunstancias tan paradójicas porque no tenemos un matrimonio religioso. Pero valoramos tanto el matrimonio que lo tratamos de vivir cristianamente, aunque no podemos estar casados por la Iglesia”, reconoce él. Hoy llevan ocho años en su proceso de nulidad y a la espera de que “la Iglesia un día nos diga algo”.

Y en medio de esa mar revuelta de dificultades y rechazos, Carmen y Manuel escribieron al papa Francisco contándole su situación. Y entonces fue él quien habló. “Un día, sin previo aviso, un sacerdote se presentó en nuestra casa. Nos dijo que venía de parte del Santo Padre para darnos un abrazo y su bendición”, recuerda emocionado Manuel.

“No tenemos que rasgarnos las vestiduras por no poder comulgar”, insiste. “Respetamos la doctrina porque es de nuestra madre, que es la Iglesia, pero hay quienes hacen de la doctrina su bandera y yo creo que la única bandera es Jesús”, apunta. “Donde el Señor nos enamora es en el bautismo. La confesión y la comunión son sacramentos importantes, pero que vienen después del bautismo”, subraya, aunque también reconoce que “si no puedes comulgar y confesar, puedes sentirte excluido, especialmente si estas solo y ves que no puede acercarte a los sacramentos, que hay quien te rechaza y, al final, es normal si tiras la toalla”.

Precisamente por eso anima a parejas en su situación a encontrar apoyo espiritual y una comunidad en la que vivir la vida de la Iglesia: “Necesitas a alguien que te dé indicaciones sobre por dónde ir. Solo, es fácil perderse”.

Intercesión del Padre Pío

Un apoyo que también encontraron Paloma Fernández y José María Zavala. Se conocieron en 1999. Ambos estaban divorciados. Esperando su primer hijo comenzaron los trámites para la nulidad. “José María estuvo nueve años…”, afirma.

Sin embargo, un encuentro con la fe a través del P. Pío de Pietrelcina hizo que todo cambiara: “Habían nacido ya nuestros dos hijos y lo teníamos todo: casa, dinero, coches… pero no teníamos nada. José María tuvo un momento de conversión muy fuerte y me dijo que teníamos que separar nuestras habitaciones porque había visto que si seguíamos conviviendo nos íbamos a condenar”, explica Paloma, que también recuerda cómo se reveló contra esa decisión.

“Al principio no lo acepté, pero esto era también parte del plan de Dios. Dios permite estas cosas para que veas tu propia miseria, tu vida y tus fracasos. Me di cuenta de que a través de mi marido se estaba obrando mi conversión. Era el regalo de mi vida. Y por eso hice todo. Todo esto fue permitido por Dios, no es fácil explicarlo. Fuimos a confesarnos a la iglesia de Santa María de Caná, en Pozuelo (Madrid), con un sacerdote que Jose María conocía. Hicimos una revisión de vida de casi dos horas y, cuando nos íbamos, le dijo que él le ayudaría a reactivar el proceso de su nulidad”, recuerda.

Desde entonces comenzaron un camino de vuelta a la Iglesia y de regularizar su situación matrimonial que duró nueve meses “viviendo como hermanos”. “Fue muy duro. O tienes una dirección espiritual y una vida de fe, o realmente es muy complicado”, asegura.

Paloma anima a hablar claro con las parejas divorciadas: “Tienen que saber que no pueden comulgar porque están en pecado mortal”, dice, pero insiste en que es importante que se pongan “en manos de Dios si verdaderamente quieres arreglar tu vida. Él te ayudará”.

Jose María y Paloma escribieron el testimonio de su conversión en el libro Un juego de amor, con el que pretenden mostrar que el matrimonio es “un tesoro que hay que guardar”.

En el nº 2.944 de Vida Nueva

 

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