Francisco quiere “explicitar el genio femenino en la Iglesia”

Valora que las mujeres puedan ocupar cargos curiales, pero pide un cambio más hondo

mano-papa

ANTONIO PELAYO (ROMA) | El planeta femenino gira cada día más cerca del sol. Con esta metáfora –perdonen los lectores esta libertad poética– me refiero a la importancia creciente que el tema de la mujer está alcanzando en el magisterio y en el cotidiano quehacer de Francisco. Desde el inicio de su pontificado, Bergoglio viene insistiendo en la necesidad de profundizar la teología sobre la mujer, de valorizar su presencia en la Iglesia y en la sociedad y de equiparar sus derechos a los del hombre. No hay semana que pase sin que vuelva de una u otra manera a evocar estos problemas.

El 16 de mayo, el Papa recibió en el Aula Pablo VI a una nutrida representación de los religiosos y religiosas que viven y trabajan en la Diócesis de Roma. En vez de pronunciar un discurso, respondió a cuatro preguntas de los presentes; las dos primeras se las formularon dos religiosas, una de Vida Contemplativa y otra de vida activa. Como es habitual en él, abordó diferentes temas con ese estilo directo que le caracteriza. Le cuestionaron: “¿Cómo es posible valorizar la presencia de la mujer y, en concreto, de la mujer consagrada en la Iglesia?”.

La respuesta papal fue muy articulada y, ya casi al final, afirmó lo siguiente: “Algunos me dicen: las mujeres deben ser jefas de dicasterio, por ejemplo. Sí, pueden, en algunos dicasterios pueden. Pero lo que tú pides es un simple funcionalismo. Eso no es redescubrir el papel de la mujer en la Iglesia. Es más profundo y va por este camino. Sí, que hagan estas cosas, que sean promocionadas (ahora, en Roma, tenemos a una que es rectora de una universidad, y sea bienvenida), pero esto no es el triunfo. No, no. Esta es una cosa grande, es una cosa funcional; pero lo esencial del papel de la mujer va –lo diré en términos teológicos– en hacer que se exprese el genio femenino. Cuando nosotros tratamos un problema entre hombres, llegamos a una conclusión, pero, si tratamos el mismo problema con las mujeres, la conclusión será diversa. Irá por el mismo camino, pero será más rica, más fuerte, más intuitiva. Por eso, la mujer en la Iglesia debe desempeñar este papel; hay que explicitar, ayudar a explicitar de muchas maneras el genio femenino”.

Comentando estas palabras en L’Osservatore Romano (edición del 18-19 de mayo), Lucetta Scaraffia, coordinadora del suplemento Donne Chiesa Mondo (Mujeres Iglesia Mundo), que publica mensualmente nuestra revista en español, escribía agradecida: “Bergoglio propone que la Iglesia, hasta ahora dirigida y pensada solo por hombres, comience por fin a respirar con sus dos pulmones, escuchando y dando importancia al punto de vista de las mujeres”.

Con este objetivo se ha celebrado en Roma, del 22 al 24 de mayo, una Conferencia Internacional sobre el tema Mujeres hacia la agenda para el desarrollo post-2015: ¿qué desafíos de los objetivos del desarrollo sostenible?, organizada por el Pontificio Consejo Justicia y Paz y la Unión Mundial de Organizaciones Católicas Femeninas. El cardenal Peter Turkson, presidente de Justicia y Paz, resaltó en su presentación la importancia de que las mujeres católicas “hagan oír su voz antes de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se reunirá en la sede neoyorquina de la ONU el próximo mes de septiembre para tratar la agenda del desarrollo post-2015 y que sus trabajos sean un signo de reconocimiento al papa Francisco, que se bate con la decisión que le caracteriza en su favor”.

El don de sanar heridas

En la sesión inaugural se dio lectura a un mensaje del Santo Padre en el que este pedía a las participantes en la conferencia (más de cien especialistas en diversos campos) que se dejen guiar “por el espíritu de humanidad y de compasión al servicio del prójimo. Que la competencia profesional sea la primera y fundamental cualidad, pero sin individualismo, sin un puro activismo, sino con compromiso generoso. Así, haréis emerger los dones inconmensurables con que Dios ha enriquecido a la mujer, haciéndola capaz de comprensión y de diálogo para recomponer los conflictos grandes o pequeños; de sensibilidad para sanar las heridas y ocuparse de cualquier vida, incluso a nivel social; de misericordia y ternura para mantener unidas a las personas. Estos aspectos, junto a otros, forman parte de ese ‘genio femenino’ que es necesario que pueda manifestarse plenamente en beneficio de toda la sociedad”.

papa-francisco

El domingo 24, en la misa de Pentecostés

Pero la cosa no acaba ahí porque, entre el 29 y el 31 de mayo, el suplemento del diario vaticano Donne Chiesa Mondo, ya antes citado, organiza un seminario internacional sobre La Iglesia frente a la condición de las mujeres hoy. Un programa muy amplio y valiente que tratará, entre otros, los temas de la violencia que sufren las mujeres en diversas partes del mundo, la crisis de la familia, la identidad femenina y la diversificación de la figura materna, y la complementariedad entre hombre y mujer.

Los ponentes serán casi exclusivamente mujeres católicas o no católicas; provenientes algunas de ellas de países tan diversos entre sí como el Congo, Sudán del Sur, Suecia, India, Brasil, Francia, Croacia, Argentina o Estados Unidos. El comité internacional que ha preparado este seminario lo preside Lucetta Scaraffia. El secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, celebrará la misa de clausura en la iglesia romana de Santa María sopra Minerva y las cuatro sesiones de trabajo tendrán lugar en la Casina Pío IV, sede de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales.

Este incansable Pontífice no se ahorra en absoluto esfuerzos, y sus semanas son auténticos maratones. El lunes 18 de mayo abrió los trabajos de la LXVIII Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) con un discurso en el que les pidió a los prelados que la suya fuese una “voz clara contra la corrupción”.

“La sensibilidad eclesial –dijo a los más de 300 obispos que componen la CEI– lleva consigo también no ser tímidos o irrelevantes en desautorizar y derrotar una difusa mentalidad de corrupción pública y privada que ha sido capaz de empobrecer sin vergüenza alguna a familias, jubilados, honestos trabajadores y comunidades cristianas, descartando a los jóvenes, sistemáticamente privados de esperanza sobre su futuro y sobre todo marginando a los débiles y necesitados. Sensibilidad que, como buenos pastores, os hace salir hacia el pueblo de Dios para defenderlo de las colonizaciones ideológicas que le privan de su identidad y dignidad humanas”.

Recordando sus muchos años como pastor de una gran diócesis como la de Buenos Aires, Bergoglio también les pidió a los obispos italianos sensibilidad eclesial para no escribir “documentos que a veces no parecen destinados a nuestro pueblo o a nuestro país, sino a algunos estudiosos y especialistas”, y reconoció que, “en algunas partes del mundo, se nota una difusa debilitación de la colegialidad, ya sea a la hora de determinar planes pastorales o de compartir compromisos programáticos económico-financieros”.

Contra el dios-dinero

Ya al final de la semana, fue el turno de las ACLI (Asociaciones Cristianas de los Trabajadores Italianos), que ahora celebran los 70 años de su fundación y que cuentan con 895.700 asociados en toda Italia. El tema principal de la alocución de Francisco no podía ser otro que el del trabajo.

“La extensión de la precariedad –les dijo a los 8.000 aclistas que asistieron a la audiencia–, del trabajo negro y del chantaje de la mala vida hace experimentar, sobre todo entre las jóvenes generaciones, que la falta de trabajo quita dignidad, impide la plenitud de la vida humana y exige una respuesta valiente y solícita. Repuesta solícita y valiente contra este sistema económico mundial en cuyo centro no están el hombre y la mujer; hay un ídolo, el dios-dinero. ¡Es él el que manda! Y este dios-dinero destruye y provoca la cultura del descarte: se descartan los niños porque no se hacen; se abusa de ellos o se les mata antes de nacer; se descarta a los ancianos porque no disponen de un cuidado digno, no tienen medicinas o tienen pensiones miserables… Y ahora se descarta a los jóvenes. Pensad en esta tierra tan generosa, pensad en ese 40% o un poco más de jóvenes que, de los 25 años en adelante, no tienen trabajo: son material de descarte, son también el sacrificio que esta sociedad mundana y egoísta ofrece al dios-dinero, que está en el centro de nuestro sistema económico mundial”.

En el nº 2.943 de Vida Nueva

Compartir