‘Con la magia en los zapatos’: los pies de Sandler

Fotograma de 'Con la magia en los zapatos'

J. L. CELADA | Ya lo advertía el viejo y socorrido proverbio sioux: “Antes de juzgar a una persona, camina tres leguas con sus mocasines”. Si alguien ha sucumbido a la tentación de calzarse los de Adam Sandler durante una hora y media, habrá descubierto sorprendido que el protagonista de comedias tan estúpidas como Un papá genial (1999) o Niños grandes (2010) –por citar solo dos, entre un largo rosario de despropósitos– es también actor.

Repuestos del shock, descubrimos que su nuevo trabajo constituye una relectura de aquella sabiduría ancestral del pueblo indio, trasladada al Lower East Side neoyorquino. En este barrio de inmigrantes judíos se localiza el taller de zapatería regentado por nuestro hombre, cuarta generación de un negocio familiar asentado en una conocida consigna que ha pasado de padres a hijos: “Para conocer de verdad a alguien, tienes que caminar un tiempo con sus zapatos”. Herencia que se completa con una máquina de coser calzado dotada de poderes mágicos.

Fotograma de 'Con la magia en los zapatos'Solo así podría explicarse el tono fabuloso de la cinta dirigida por Thomas McCarthy, con un arranque propio del género: un cuento en una fría noche de invierno sobre un vagabundo agradecido y un artilugio que permite a su dueño ser la persona que quiera. Basta con usurparles a algunos de los clientes las suelas que le han confiado para su arreglo. Surge entonces la posibilidad de cumplir deseos inconfesables, como ser otro, hacer algo que realmente le apetezca o cambiar de vida.

Sin embargo, esa capacidad tan especial le obliga también al zapatero soñador a ver cosas que no debe, incluso a delinquir en contra de su voluntad. Momento en el que Con la magia en los zapatos enfila la peligrosa pendiente del thriller sin suspense y la comedia sin gracia, confirmando que hasta una buena idea se puede ir de las manos –en este caso, de los pies– si no hay detrás otros recursos o intuiciones que la ayuden a evolucionar.

Por suerte, la insólita contención de Sandler –felizmente secundado por veteranos del oficio como Steve Buscemi, Ellen Barkin o Dustin Hoffman– contribuye a evitar el desplome de una historia que recupera cierta frescura e interés a medida que nos aproximamos a su desenlace. Cuando el protagonista deja de hacer justicia para hacer memoria, la película de McCarthy recobra aquel espíritu mágico de sus inicios y de las antiguas narraciones. Y nos vuelve a hablar de comerciantes buenos y malos, de guardianes de almas o de cómo “caminar con los zapatos de otro no solo es un privilegio, sino una responsabilidad”.

Una moraleja a prueba de públicos y del paso del tiempo, que es bastante más de lo que se puede decir de Con la magia en los zapatos. Los pies del popular Sandler son nuestro mejor guía para seguir esta aventura, aunque ninguno como la mirada ingenua del niño que un día fuimos para no desperdiciar por el camino todo ese caudal mágico que inicialmente se nos prometía, y que a duras penas logra cautivar al espectador.

FICHA TÉCNICA

Título original: The Cobbler.

Dirección: Thomas McCarthy.

Guión: Paul Sado, Thomas McCarthy.

Fotografía: W. Mott Hupfel III.

Música: John Debney, Nick Urata.

Producción: Mary Jane Skalski.

Intérpretes: Adam Sandler, Method Man, Ellen Barkin, Melonie Díaz, Dan Stevens, Fritz Weaver, Yul Vázquez, Steve Buscemi, Dustin Hoffman, Sondra James.

En el nº 2.943 de Vida Nueva

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