Palestina, un Estado entre muros

procesión de cristianos palestinos hacia el Monte de los Olivos en Jerusalén

niño palestino en Gaza

Palestina, un Estado entre muros [extracto]

ANTONIO PELAYO | Tras 15 años de arduas negociaciones, la Santa Sede define a Palestina como “Estado” y anuncia la firma de un Acuerdo Global que secunde la apuesta por los dos estados como alternativa para la paz en la cuna de las tres grandes religiones. Por su parte, las autoridades palestinas aseguran la independencia de la Iglesia a todos los niveles. Israel ya ha mostrado su discrepancia, pero queda por ver cómo influirá esto en el conflicto más enraizado de todos los tiempos.

Todo comenzó con un comunicado aparentemente anodino y repetitivo. Leído con mayor atención, sin embargo, reflejaba un cambio histórico en la política vaticana sobre Oriente Medio. El comunicado en cuestión lleva fecha del 13 de mayo de 2015 y tenía como objeto informar sobre la reunión que ese mismo día había mantenido en el Vaticano “la Comisión bilateral de la Santa Sede y el Estado palestino”. Estas dos últimas palabras eran la gran novedad: “Estado palestino”, expresión que ya había utilizado por vez primera el papa Francisco en su viaje a Tierra Santa, pero que ahora quedaban reflejadas en un documento oficial y público.

El texto que estamos comentando afirma más adelante que “el encuentro se desarrolló en una atmósfera cordial y constructiva. Retomando las cuestiones ya examinadas a nivel informal, la Comisión constató con gran satisfacción los progresos alcanzados en la formulación del Acuerdo que trata de los aspectos esenciales de la vida y la actividad de la Iglesia católica en Palestina”.

“Ambas partes –prosigue el mensaje– coincidieron en que la labor de la Comisión sobre el texto del Acuerdo ha llegado a la conclusión y que este se presentará a las autoridades respectivas para su aprobación antes de fijar la fecha para la firma en un futuro próximo”. La declaración conjunta añade que las delegaciones respectivas estaban presididas por Antoine Camilleri, subsecretario para las Relaciones con los Estados, y por el embajador Rawan Sulaimán, viceministro palestino de Relaciones Exteriores para Asuntos Multilaterales.

Los lectores entenderán mejor la importancia de este acontecimiento si tienen en cuenta que, el 15 de febrero de 2000, la Santa Sede y la entonces Organización para la Liberación de Palestina (la OLP de Yasir Arafat) firmaron un Acuerdo Básico. Durante quince años y a lo largo de sucesivas reuniones de trabajo que tuvieron lugar alternativamente en el Vaticano y en Ramala, los negociadores discutieron y perfilaron los diversos problemas pendientes hasta llegar a la redacción del deseado Acuerdo Global. Finalizan, pues, quince años de exhaustivas negociaciones vaticano-palestinas.mujer palestina en Gaza

Contribución a la paz

Antoine Camilleri, en unas declaraciones a L’Osservatore Romano (edición con fecha del 14 de mayo), subrayaba las repercusiones que la firma del Acuerdo podrá tener en el ámbito político internacional: “También de modo indirecto sería posible que el acuerdo alcanzado pudiera, de alguna manera, ayudar a los palestinos a ver establecido y reconocido un Estado de Palestina independiente, soberano y democrático que viva en paz y seguridad con Israel y sus vecinos, al mismo tiempo, animando a la comunidad internacional, en concreto a las partes más directamente interesadas, a poner en marcha una acción más incisiva para contribuir a que se alcance una paz duradera y la deseada solución de los dos estados. Esta sería una buena contribución a la paz y la estabilidad de una región afligida desde hace tanto tiempo por los conflictos. Por su parte, la Santa Sede y la Iglesia local desean colaborar en el camino del diálogo y de la paz”.

En sus declaraciones al periódico de la Santa Sede, el diplomático vaticano desvela algunos aspectos del Acuerdo: “El texto tiene un preámbulo y un primer capítulo sobre los principios y las normas fundamentales que son el marco en que se desarrolla la colaboración entre las partes. En esos se expresa, por ejemplo, el deseo de una solución de la cuestión palestina y del conflicto entre israelíes y palestinos en el ámbito de la ‘solución de los dos estados’ y de las resoluciones de la comunidad internacional, remitiendo a un entendimiento entre las partes. Sigue un segundo e importante capítulo sobre la libertad religiosa y de conciencia, muy elaborado y detallado. Hay otros capítulos sobre diversos aspectos de la actividad de la Iglesia en los territorios palestinos: su libertad de acción, su jurisdicción, el estatuto personal, los lugares de culto, la actividad social y caritativa, los medios de comunicación social. Por fin, un capítulo está dedicado a las cuestiones fiscales y de propiedad. En resumen, diversos aspectos de la actividad de la Iglesia”.

Preguntado sobre si este Acuerdo podría servir de modelo para otros que pudieran firmarse con países de mayoría musulmana, esta es su respuesta: “Todos los acuerdos que la Santa Sede establece con otros sujetos de derecho internacional buscan adaptarse a la situación concreta del país en cuestión. En este caso, tratándose de la presencia de la Iglesia en la tierra donde ha nacido el cristianismo, el acuerdo tiene una validez y un significado muy particulares. El hecho de que se reconozcan claramente, entre otras cosas, la personalidad de la Iglesia y la libertad religiosa y de conciencia puede ser seguido por otros países, incluidos los de mayoría musulmana, y muestra que tal reconocimiento no es incompatible con el hecho de que la mayoría de la población pertenezca a otra religión”.

Los que habitualmente siguen la actualidad internacional comprenderán muy bien “la importancia histórica y simbólica del reconocimiento del Estado palestino por el Papa” (afirma el politólogo y filósofo francés de origen argelino Sami Nair en El País) y el cambio que supone.

Las relaciones entre la Santa Sede y la OLP se remontan al 26 de octubre de 1994, decisión que suscitó no pocas perplejidades y críticas en algunas cancillerías. Juan Pablo II, sin embargo, no dudó un instante en dar ese paso que entendía como algo favorable a la consecución de la paz. Como se recordará, Yasir Arafat fue recibido en el Vaticano en numerosas ocasiones. Ya entonces se decidió establecer una comisión bilateral de trabajo que atravesó sus altos y bajos, y que solo comenzó a trabajar con continuidad después del viaje de Benedicto XVI a Tierra Santa en 2009.

procesión de cristianos palestinos hacia el Monte de los Olivos en Jerusalén

Procesión hacia el Monte de los Olivos, en Jerusalén

En la línea de la ONU

Otro hecho muy importante fue la resolución adoptada por la Asamblea General de la ONU, el 29 de noviembre de 2012, reconociendo a Palestina como Estado observador no miembro de las Naciones Unidas. Ese mismo día, la Santa Sede (que a su vez es Estado observador y no miembro de la organización) hizo pública una declaración en la que manifestaba su acuerdo, entendiendo que esa votación (muy favorable) ayudaba a la realización de la histórica resolución 181 del 29 de noviembre de 1947, que ya preveía la creación de dos estados, de los cuales solo uno, el de Israel, ha visto la luz.

A nadie se le escapó el hecho de que, durante su visita a Tierra Santa en 2014, Bergoglio usó en más de una ocasión la expresión “Estado palestino” e hizo lo mismo cuando, en junio del mismo año, invitó venir al Vaticano a Simon Peres y a Mahmoud Abbas a rezar por la paz en Oriente Medio, tratándoles a ambos de idéntica manera.

La noticia del Acuerdo, como se dice en estos casos, ha dado la vuelta al mundo en pocos segundos, suscitando reacciones de diverso tipo. Por parte palestina, el agradecimiento a la Santa Sede y al Papa por este paso ha sido inmedato. “El reconocimiento de Palestina y de su pueblo –afirmaba en una nota Hanan Ashrawi en nombre del comité ejecutivo de la OLP– es una contribución importante en favor de la paz, de la seguridad y de la estabilidad regionales. Estamos felices por este reconocimiento y vemos en él un desarrollo positivo no solo desde el punto de vista político, sino también humano y jurídico”.

Absolutamente diferentes han sido las reacciones por parte israelí. Una fuente anónima de su Ministerio de Asuntos Exteriores hizo pública la siguiente nota: “Israel ha lamentado la decisión del Vaticano, que pretende fijar ya desde ahora la fórmula final de las conversaciones entre Israel y la Autoridad Palestina, utilizando la expresión ‘Estado de Palestina’. Este tipo de acción no favorece el proceso de paz; más bien al contrario, empuja a los dirigentes palestinos a no volver a la mesa de las negociaciones directas y bilaterales. Israel estudiará con detenimiento el documento y, en consecuencia, fijará sus consecuencias”. La agencia Europe-Israel era más contundente en su titulación de la noticia: “El Vaticano vuelve a sus viejos demonios”.

encuentro entre el papa Francisco y Mahmoud Abbas presidente de Palestina en el Vaticano 17 de mayo 2015

Efusivo abrazo entre el Papa y el presidente palestino Abbas

Mahmoud Abbas, “ángel de paz”

Tres días después de esta histórica proclamación, otro hecho importante consolidaba la postura de la Santa Sede sobre Palestina. El sábado 16 de mayo tenía lugar otro acontecimiento reflejado en el siguiente comunicado que publicamos íntegramente: “El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia a Mahmoud Abbas, presidente del Estado de Palestina, que posteriormente se encontró con el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, a quien acompañaba el arzobispo Paul Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. El presidente Abbas asistirá mañana a la canonización de las dos beatas palestinas, por las que dio gracias al Santo Padre”.

“Durante las conversaciones –prosigue el comunicado–, desarrolladas en una atmósfera cordial, se ha expresado una gran satisfacción por el acuerdo alcanzado sobre el texto de un Acuerdo Global entre las partes relativo a algunos aspectos esenciales de la vida y de la actividad de la Iglesia católica en Palestina y que se firmará en un futuro próximo. Sucesivamente, se habló del proceso de paz con Israel, con la esperanza de que se reanuden las negociaciones directas entre las partes para encontrar una solución justa y duradera del conflicto, reiterando el deseo de que, con el apoyo de la comunidad internacional, los israelíes y los palestinos tomen con determinación decisiones audaces en favor de la paz. Por último, con referencia a los conflictos que afectan a Oriente Medio y reafirmando la importancia de la lucha contra el terrorismo, se ha subrayado la necesidad del diálogo interreligioso”.

Las imágenes que el Centro Televisivo Vaticano transmitió no dejaban lugar a dudas. Ya desde el principio del encuentro, Bergoglio y Abu Mazen (como también es conocido el líder palestino) se fusionaron en un abrazo muy caluroso, como si se tratase de dos viejos amigos (en realidad, se conocen hace poco más de un año). La afectuosidad no restó nada al protocolo, que fue el reservado a los jefes de Estado: piquete de guardias suizos, saludos de los gentilhombres, subida a la segunda loggia acompañado por el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, y primer encuentro en la llamada “sala del Tronetto”. El encuentro fue, sin embargo, breve (veinte minutos), pero se prolongó durante la entrega de regalos y la presentación del amplio séquito presidencial.

Abbas le traía al Papa algunas reliquias de las dos beatas palestinas. El Pontífice correspondió con la habitual edición de la Evangelii gaudium y un medallón que representaba a un ángel. Y le dijo: “La imagen representa al Ángel de la Paz, que vence al espíritu maligno, y he pensado en usted, que es también como un ángel de paz”. El clima era ya de perfecta armonía y, antes de despedir a su huésped, el Santo Padre saludó al séquito del presidente, del que formaban parte, entre otros, el ministro de Asuntos Exteriores, Raid al Malki, y la alcaldesa de Belén, Vera Baboun, que le había acogido el domingo 25 de mayo de 2014 en la ciudad natal de Jesús. Al despedirse, Abbas y el Papa intercambiaron un saludo amistoso. “Nos veremos mañana”, dijo Francisco. “Sí, nos veremos si Dios quiere…”, le respondió el presidente.

El día siguiente, domingo 17 de mayo, tuvo lugar en la Plaza de San Pedro la solemne ceremonia de canonización de cuatro religiosas: una italiana, una francesa y dos palestinas: Marian Baouardy Hadad (1846-1878), nacida en Ibilin (Galilea) y que, al ingresar en la orden de las carmelitas descalzas, escogió el nombre de María de Jesús Crucificado; y Marie Alphonsine Ghattas (1843 -1927), nacida en Jerusalén, fundadora de la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento. Para asistir a la histórica ceremonia, se desplazaron dos mil personas desde Tierra Santa acompañadas por el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal.

En su homilía, el Papa dijo esto de Marian Baouardy: “Iletrada y humilde, supo dar consejos y explicaciones teológicas con extrema claridad. (…) Fue también instrumento para el encuentro y la comunión con el mundo musulmán”. Y a Marie Alphonsine la puso como ejemplo de “mansedumbre y unidad”. Finalizado el rito eucarístico, Francisco volvió a saludar al presidente palestino, fundiéndose con él en un nuevo abrazo.

En el nº 2.942 de Vida Nueva

 

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