El primer balance cifra en 66 muertos y 1.928 los heridos
M. Á. MALAVIA | Cuando aún se estaba en plena fase de emergencia para responder al terremoto de 7,8 grados en la escala Richter que, el 25 de abril, dejó al menos 8.000 muertos y afectó a unos ocho millones de personas en Nepal, la desgracia se ha vuelto a cernir sobre el país asiático. Así, este 12 de mayo, otro seísmo (de 7,3 grados) devastó dos de las zonas más afectadas ya: Dolahka y Sindhupalchock, a 78 kilómetros al noreste de Katmandú, dejando un primer balance de 66 muertos y 1.928 heridos.
En contacto con Misiones Salesianas, Vida Nueva ha accedido al testimonio que les ha transmitido John Jijo, uno de sus agentes allí (VN, nº 2.939). “Este segundo terremoto ha hecho que la emergencia vuelva a empezar, como si no se hubiese hecho nada”, se lamenta este religioso salesiano indio, impulsor del Equipo de Rescate Don Bosco en Katmandú y las poblaciones de alrededor (hasta ahora, han repartido más de 60 toneladas de ayuda y tiendas de campaña y plástico de todo tipo para los que lo han perdido todo). “La población –prosigue– está muy asustada y muchos más edificios se han derrumbado. La gente ha pasado la noche fuera de sus casas”.
Sin embargo, lo peor puede estar por llegar: “Estamos muy preocupados por las lluvias que se acercan, que empeorarán la situación. Por eso pedimos ayuda para que nos hagan llegar tiendas de campaña, comida y ropa… Muchas familias lo han perdido todo”. Especialmente delicada, advierte, es la situación de niños y jóvenes: “En algunos pueblos nos están pidiendo ayuda para reconstruir las escuelas y para ayudar con el material escolar a los estudiantes. Estábamos pensando en la posibilidad, también, de ofrecer becas para los más necesitados, en una segunda fase, cuando pasase la emergencia”.
Pero este segundo terremoto ha vuelto a complicar toda actuación de socorro, por lo que la etapa de emergencia habrá de ser ampliada. Había escuelas que tenían previsto reabrir sus puertas en los próximos días. Lamentablemente, eso tendrá que esperar.
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En el nº 2.941 de Vida Nueva.
