Mercedes Casas: “Debemos despertarnos para despertar al mundo”

Mercedes Casas, religiosa mexicana, presidenta de la CLAR

Presidenta de la CLAR

Mercedes Casas, religiosa mexicana, presidenta de la CLAR

Entrevista con Mercedes Casas [extracto]

ÓSCAR ELIZALDE PRADA. Fotos: CLAR | Más allá de la dimensión celebrativa, el Año de la Vida Consagrada –que comenzó el pasado 30 de noviembre y se extenderá hasta el 2 de febrero de 2016– es “un año de renovación” para revitalizar la identidad, la misión y la manera en que los religiosos asumen su propia consagración. Así lo plantea Mercedes Casas Sánchez, F.Sp.S., presidenta de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), con sede en Bogotá (Colombia), al analizar las implicaciones de la propuesta del papa Francisco. La religiosa mexicana también se refiere en esta entrevista a los clamores de la Vida Consagrada (VC) en el “continente de la esperanza” y a la necesidad de configurar un “nuevo rostro” menos estructurado y más solidario con los pobres.

PREGUNTA.- ¿Qué representa el Año de la Vida Consagrada para la Vida Religiosa en Latinoamérica?

RESPUESTA.- Es un año de gracia, un regalo que nos ha hecho el Papa, sorpresivo y a la vez esperanzador, porque nos despierta al don tan grande que la Iglesia ha recibido a través de la VC. Representa un año de renovación, de formularnos preguntas sobre nuestra identidad, nuestra misión y la manera en que vivimos nuestra consagración. Este año puede revitalizarnos mucho si lo celebramos también desde la confrontación y la reflexión, generando espacios para escuchar las luces del Espíritu a la VC. De este modo, creo que este año puede suscitar una VC que dé respuestas nuevas al hoy, de tal forma que es un año generativo, que nos lanza hacia al futuro, que nos proyecta.Mercedes Casas, religiosa mexicana, presidenta de la CLAR

P.- ¿Cómo ha interpretado la CLAR la propuesta del Papa a “despertar al mundo”?

R.- Esta frase de Francisco es muy fuerte, simbólica y provocativa. Para la CLAR representa un reto. Si bien es cierto que estamos llamados a “despertar al mundo”, lo primero que debemos hacer es despertarnos. Necesitamos crecer por dentro, no por autorreferencialidad, sino por confrontación y autenticidad, y ello implica despertar en nuestra experiencia de Dios, en nuestra centralidad en la Palabra, en la comunión, en la misión, en la intercongregacionalidad, en nuestras formas de animar la Vida Religiosa, y en la manera en que nos estamos formando para asumir los retos de hoy. Por otra parte, esta palabra “despertar” implica tener la mirada atenta. A veces tenemos los ojos abiertos, pero no atentos. Se trata de un despertar que atrae nuestra atención, que nos concentra en lo esencial de la VC, en aquello que hace parte de nuestra identidad y que simultáneamente nos va ayudando a despertar en la misión.

P.- ¿De qué manera la VC puede “despertar” en la misión?

R.- Es necesario que nos cuestionemos cómo estamos en nuestra misión, y para ello es fundamental que nos preguntemos cómo están nuestros pueblos, nuestros hermanos, de modo que podamos despertarlos desde la esperanza y la compasión. A mí me encanta cómo el Papa insiste en el seguimiento radical de Cristo, que si bien corresponde a todos los cristianos, en el caso de los religiosos consiste en “despertar al mundo”, y despertarlo desde un testimonio alegre que se traduce en ternura y consuelo. Se trata, entonces, de un despertar a través de los gestos, de lo simbólico, de las mismas actitudes, evitando que nuestra misión se vea ahogada y adormecida ante los muchos asuntos que tenemos entre manos y ante las estructuras que a veces opacan lo más importante: la calidad humana, el saber ser más hermanos, más compañeros de camino, más cercanos.

Buscadores de Dios

P.- ¿Cómo se sitúa la CLAR ante el proceso de renovación que está impulsando Francisco en la Iglesia?

R.- Ante todo, somos buscadores de Dios. Todo el caminar de la CLAR ha sido movido por el Espíritu. Siempre ha habido disposición y apertura para dejarse llevar por el Espíritu con humildad, desde nuestra pequeñez y minoridad. La CLAR se sigue moviendo con esta misma convicción, con una profunda pasión por el seguimiento de Cristo y por los pueblos a los que Dios nos ha enviado. Desde ahí experimentamos la mística y la profecía, el discipulado y la misión, con el deseo de que nuestros pueblos “tengan vida, y la tengan en abundancia”. La mística, la profecía y la esperanza nos están ayudando a revitalizar nuestra misión. Hoy queremos seguir escuchando a Dios donde la vida clama, comprometiéndonos ante los nuevos escenarios y los sujetos emergentes del continente, y ese también es nuestro aporte para apoyar el camino de renovación de la Iglesia, respondiendo a los clamores de la sociedad.Mercedes Casas, religiosa mexicana, presidenta de la CLAR

P.- ¿Y cuáles son los clamores de la VC hoy?

R.- En los diálogos que he tenido con las religiosas y los religiosos del continente son reiterativos algunos clamores que nos interpelan y que no podemos pasar por alto. En primer lugar, está la búsqueda de una espiritualidad que sea profunda y que sostenga una vida de entrega y de amor incondicional a la causa del Reino, referida a la persona de Jesús, trinitaria, centrada en la Palabra… es decir, todo lo que implica una espiritualidad honda, que no es otra cosa que vivir con Espíritu. Esto nos llevará a apasionarnos más como consagrados y consagradas, a partir de la acción del Espíritu en nosotros y recuperando la dimensión neumatológica de la VC. Víctor Codina ha dicho que la eclesiología de los próximos años deberá ser más neumatológica, y yo creo que la Vida Religiosa también tiene que profundizar más en este aspecto para refundar verdaderamente su espiritualidad.

Otro clamor que me parece fundamental es la comunión, entendida desde la vida fraterna en comunidad. Aunque creo que se está caminando en crear comunidades en las que se comparte la fe, la misión, y la vida, todavía hace falta mucho para llegar a ser “expertos en comunión”, como nos ha recordado Francisco. Es necesario revisar cómo andamos en humanidad, cómo es la calidad de nuestro diálogo, qué incluyentes somos y cómo está también nuestra comunión con el pueblo y con nuestros laicos, que es otro tema súper importante para dinamizar la VC. Tenemos muchos laicos impregnados de Evangelio y de nuestros carismas, que viven una vida cristiana comprometida, y con quienes podríamos compartir más para enriquecernos mutuamente y llevar juntos la misión. Por eso, carisma y laicado es un clamor que se deriva de la comunión.

Y también considero que hay un fuerte clamor a repensar nuestra manera de estar en la misión. En estos últimos años hemos sentido la necesidad de re-configurar y de re-estructurar nuestras comunidades, porque es urgente aligerar las estructuras, como dice el Papa. “A vino nuevo, odres nuevos”. Y, sin embargo, la primera re-configuración se encuentra en la conversión interior, personal y comunitariamente, que se concreta en nuestros modos de estar con los otros. Así lograremos que circule más la vida que estamos llamados a compartir con nuestros hermanos.

Un nuevo rostro más testimonial

Ante el momento que vive la Vida Consagrada, Mercedes Casas considera que los religiosos y religiosas están llamados a dotarla de un “nuevo rostro”. Según apunta, “debe ser más testimonial, más hermano y hermana, un rostro menos estructurado, más creativo, más fresco, y sobre todo, que se haga presente en las realidades de nuestros hermanos más pobres, de los excluidos, que son el centro de nuestra pasión misionera, dando particular atención a las nuevas pobrezas de nuestro continente, que incluye todo el tema de la violencia, de la trata de personas, la exclusión… que son situaciones comunes a la Vida Religiosa latinoamericana”.

Rostros de hombres y mujeres que, según desgrana la religiosa, “han de estar ahí, que acompañen y ayuden a buscar posibles respuestas, desde la esperanza”.

Finalmente, apunta otro rasgo: “Que sea un rostro que transmita la alegría y la felicidad del seguimiento de Cristo y del compromiso con los más pobres, porque, como dice el papa Francisco, ‘donde hay religiosos, hay alegría’”.

En el nº 2.941 de Vida Nueva

 

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