‘Hipócrates’: medicina interna

Fotograma de 'Hipócrates'

J. L. CELADA | Un joven de 23 años recorre los laberínticos pasillos de un hospital público en Francia. Es su primer día como médico residente. Busca la lavandería del centro para recoger una bata. Usada, pero lavada. “Son manchas limpias”, le aclara la empleada que se la entrega. Esta sencilla escena no solo constituye el arranque de Hipócrates, sino que se erige en metáfora de una profesión habituada a convivir con los lamparones y salpicaduras que la vida deja a su paso. En facultativos y pacientes. Por más que unos y otros se empeñen en blanquear las huellas de sufrimiento y muerte estampadas en su diario caminar.

El nuevo trabajo del cineasta galo Thomas Lilti, licenciado en Medicina, nos sumerge en las entrañas de un universo cada vez más familiar gracias al éxito de las televisivas Urgencias, Anatomía de Grey, House u Hospital Central. Sin embargo, aquí apenas queda rastro de la pátina de heroicidad que adorna a los protagonistas de esas series. Los escenarios de esta cinta son habitaciones y despachos que acogen a seres de carne y hueso, enfrentados a sus límites y sus miedos: doctores y enfermeras que conviven con el exceso de responsabilidad, obligados a olvidar para seguir curando; pero también enfermos y familiares, necesitados de explicaciones, de acompañamiento, de consuelo o de morfina.

Fotograma de 'Hipócrates'De la mano de unos personajes que apelan al humor y la solidaridad (o al corporativismo, según qué casos) para seguir en la brecha, el director nos propone conocer qué hay detrás de un oficio tantas veces idealizado en la pequeña pantalla, cuando la realidad invita casi siempre a lo contrario. Una vocación que degenera en “una especie de maldición” después del primer muerto, de una guardia de 58 horas o de los recortes de personal y material en nombre de una mayor rentabilidad. Poco importan entonces la especialidad –jugárselo a “todo o nada” en Urgencias o pringarse con cada historia personal que yace en una cama durante días– y los años de experiencia; menos aún si, como el compañero del protagonista, se trata de un extranjero.

Frente a la cámara agitada de Lilti, testigo de carreras y protestas, encuentros y desencuentros, la familia hospitalaria comparte con el espectador una cirugía a corazón abierto sobre algunas de sus preocupaciones y objetos de debate más habituales: el ensañamiento terapéutico, los cuidados paliativos, la reanimación… En suma, cuestiones que ponen a prueba los resortes más profundos de la condición humana a ambas orillas del dolor.

Hipócrates es un drama social oportunamente auxiliado por momentos reconfortantes de comedia. Aunque, por encima de todo, supone la ratificación pública de otro juramento no menos respetable que el hipocrático: el del cine francés, comprometido con las inquietudes de sus compatriotas y tan reivindicativo como los propios habitantes del microcosmos clínico. ¡Salud y larga vida a semejante modo de entender este arte!

FICHA TÉCNICA

Título original: Hippocrate.

Dirección y guión: Thomas Lilti.

Guión: Thomas Lilti, Baya Kasmi, Pierre Chosson, Julien Lilti.

Fotografía: Nicolas Gaurin.

Música: Sylvain Dewynter, Alexandre Lier, Nicolas Weil.

Producción: Emmanuel Barraux, Agnès Vallée.

Intérpretes: Vincent Lacoste, Reda Kateb, Jacques Gamblin, Marianne Denicourt, Félix Moati, Carole Franck.

En el nº 2.941 de Vida Nueva

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