Manuel Sánchez Monge: “Lo más urgente es acercarnos a los alejados”

Manuel Sánchez Monge, nuevo obispo de Santander

Primera entrevista del obispo electo de Santander

Manuel Sánchez Monge, nuevo obispo de Santander

Entrevista con Manuel Sánchez Monge [extracto]

JOSÉ LORENZO | Diez años después de llegar a Galicia como obispo de Mondoñedo-Ferrol desde su Palencia natal, Manuel Sánchez Monge (Fuentes de Nava, 1947) fue nombrado el 6 de mayo nuevo obispo de Santander, donde sustituye a Vicente Jiménez, desde el pasado mes de diciembre nuevo arzobispo de Zaragoza.

Pastor de trato cercano, llegó a Galicia tras un cuarto de siglo de ministerio sacerdotal en Palencia, de donde partió siendo vicario general. Doctor en Teología por la Gregoriana, ha escrito sobre la transmisión de la fe y la nueva evangelización. Su talante abierto ha sido muy valorado por los consagrados, con quienes ayudó a tender puentes en los últimos años desde la Comisión Episcopal de Vida Consagrada. De Galicia se lleva morriña –“tengo nostalgia de dejarla, aunque sigo en el Cantábrico”– y gratitud. A Santander –donde tomará posesión el 30 de mayo– va lleno de ganas de compartir su fe en Dios con quienes no le conocen o le han alejado de sus vidas.

PREGUNTA.- ¿Cómo acoge un pastor que ha estado diez años en una diócesis, que además ha sido su primer destino, su traslado a otra?

RESPUESTA.- Es como un trasplante, que después de echar raíces en una tierra, hay que volver a echarlas en otra. Pero igual que aquí empecé mi ministerio confiado en la ayuda del Señor, también ahora confío en ella y en la colaboración de los sacerdotes, de los consagrados y de los laicos, con los que podremos trabajar en Santander en la nueva evangelización.

P.- ¿No sienten ustedes en estos casos al menos un pequeño poso de dolor por lo que dejan atrás?

R.- Y más porque esta es la primera diócesis que me ha tocado pastorear, y eso un obispo siempre lo lleva en el corazón. Aquí he vivido momentos felices. A Galicia, a Mondoñedo-Ferrol, siempre le estaré agradecido, porque me acogió desde el primer día de una manera muy especial, sin conocerme, y eso siempre lo tendré presente.

P.- ¿Se va con la sensación de que deja cosas por hacer o que no ha podido hacerlas?

R.- Me quedan cosas pendientes, pero a lo largo de estos diez años ha habido momentos para ir terminando algunas y empezando otras. Tenía mucho interés en fomentar el laicado y su incorporación a las tareas eclesiales, y mucho más todavía en su compromiso en medio del mundo, en que ofrecieran su testimonio en sus profesiones, etc. También hemos hecho avances en las unidades pastorales, de tal manera que no sean solo una reagrupación de parroquias, sino un nuevo estilo de atención pastoral para que todos salgan ganando y nadie pierda.

Jóvenes, transmisión de la fe, vocaciones y familia

P.- ¿Y con qué espíritu va a Santander?

R.- Con el de conocer y valorar todo lo que hay allí, porque tengo noticias de que la de Santander es una Iglesia viva y rica. He podido ver –gracias a Internet– su plan pastoral y me parece que acierta plenamente en las necesidades existentes, en Santander, pero que son también de otras muchas diócesis. Hablo, por ejemplo, de los jóvenes, de la transmisión de la fe, de las vocaciones, de la familia… Todas ellas, necesidades muy sentidas en la Iglesia en España, y por eso voy muy dispuesto a trabajar en esas tareas, pero también abierto a las sorpresas de Dios, como le gusta decir al papa Francisco. Él también nos sorprende con el Año Jubilar de la Misericordia y tendremos que estar atentos para que el Señor nos bendiga con muchas gracias en este año que vamos a comenzar.

P.- ¿Y qué cree que, como su nuevo pastor, esperan de usted sus nuevos diocesanos?

R.- Bueno, aunque todavía está muy reciente el nombramiento [la entrevista se produce tres horas después de hacerse público], ya he tenido contacto con la diócesis y he encontrado muchas muestras de acogida afectuosa y deseos de colaborar con el obispo, y todos trabajando en favor de la unidad de la Iglesia. Lo que creo que esperan, en primer lugar, es que dé continuidad a todas las tareas que tienen iniciadas o en perspectiva. Y, por otra parte, que todos también nos abramos a una renovación, que siempre es conveniente, enlazando con lo que el Espíritu nos vaya pidiendo. Porque la renovación en la Iglesia no obedece a los planes de los hombres, sino que todo es estar atentos al Espíritu del Señor.

P.- Y dentro de esa renovación, ¿cuál piensa usted que sería el aspecto más urgente?

R.- El acercamiento a los alejados y el no aferrarnos tanto a nosotros mismos, como nos está insistiendo Francisco. Después de que el papa Benedicto nos invitara en el Año de la Fe a encontrarnos personalmente con Cristo, a experimentar que la fe es un tesoro, una riqueza, pues ese tesoro no podemos disfrutarlo nosotros solos, sino que hay que ayudar que los demás se acerquen al Señor y lo disfruten.

En el nº 2.940 de Vida Nueva

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