Karlijn Demasure: “Ser cristiano significa ocuparse de las víctimas de abusos sexuales”

Directora del Centro de Protección de Menores de la Santa Sede

Karlijn Demasure, directora del Centro de Protección de menores de la Santa Sede

DARÍO MENOR (ROMA) | Pocos problemas han hecho tanto daño a la Iglesia católica como los abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes y religiosos. De esta espinosa cuestión lleva 20 años ocupándose la profesora belga Karlijn Demasure, adquiriendo una experiencia que le ha llevado a ser nombrada directora del Centro de Protección de Menores (CPM), un organismo impulsado por el Vaticano para luchar contra los abusos a menores, dependiente de la Pontificia Universidad Gregoriana.

Entre otros proyectos, este centro ha lanzado un curso por Internet para que los eclesiásticos aprendan a establecer protocolos que eviten la pederastia y sepan cómo responder cuando se produce un caso. Aproximadamente mil curas, religiosos y laicos ya han completado el curso.

PREGUNTA.- ¿Cómo se consiguió cambiar la atmósfera para pasar de la ocultación de estos casos a la denuncia?

RESPUESTA.- No todo el mundo estaba de acuerdo. El cambio llegó por distintos motivos. El primero es porque evolucionó la posición del niño. Antes no era algo importante. La familia no estaba tan centrada como ahora en los niños, que habitualmente tenían que trabajar. El feminismo contribuyó a este cambio. Una vez que consiguieron sus derechos, las mujeres fueron a por los de sus hijos. Se impuso el concepto de paternidad responsable, de que si tienes hijos, debes ser capaz de educarles y alimentarles. La situación de los niños ahora ha cambiado, al menos en Occidente. Otro motivo es que el Concilio Vaticano II cambió la posición de los laicos. Antes era muy difícil decir que un sacerdote había cometido un abuso, porque la gente no te creía. En núcleos rurales los sacerdotes fueron durante mucho tiempo los únicos que estudiaron. Con la democratización de la educación, los laicos tuvieron más oportunidad de expresar sus propias opiniones al hablar de estas cosas.

P.- ¿Cómo es el trabajo del Centro de Protección de Menores de la Santa Sede?

R.- Tenemos tres campos de acción. El primero es la formación; el segundo, la investigación; y el tercero, la >organización de conferencias y otros eventos. En la formación tenemos un programa de aprendizaje a través de Internet dedicado a cómo tratar y evitar los abusos. El año que viene tendremos además un diploma por parte de la Gregoriana.

P.- ¿Está satisfecha con cómo se afrontan los abusos durante la formación de los sacerdotes?

R.- Todavía resulta insuficiente. Ese es precisamente uno de los objetivos que persigue nuestro curso. Queremos que en las universidades y seminarios los alumnos sigan el programa en su totalidad. Tiene entre 25 y 30 unidades, y con ellas se aprende cómo afrontar los abusos, cómo reaccionar ante la víctima y el abusador, qué dice el derecho canónico al respecto, cómo reconocer a un abusador, cómo ver si un niño ha sufrido abusos… Queremos mejorar la formación humana de los sacerdotes para que sepan reaccionar mejor a sus propias emociones.

P.- ¿Ha mostrado el Episcopado español interés en el curso?

R.- El obispo de Córdoba estuvo aquí pidiendo información. Estaba pensando en que 3.000 profesores de los colegios católicos siguieran el curso.

P.- ¿Ha afectado de alguna manera a su fe el trabajo de todos estos años con abusos a menores dentro de la Iglesia?

R.- Lo único que cambia es que me he hecho más radical en la defensa de las personas. Veo más claro que ese es el camino por el que hay que ir, que es eso lo que significa ser cristiano. Tenemos que ocuparnos de las víctimas; son los más débiles.

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En el nº 2.940 de Vida Nueva

 

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