En la inauguración de la Plenaria de la CEE, Blázquez reivindica el papel de la Iglesia en la sociedad

El presidente de los obispos recuerda su aportación en la Transición y afirma que “no es un contrincante político”

inauguración de la Plenaria de la CEE

Cardenal Blázquez: “El drama de la inmigración no puede dejarnos indiferentes” [extracto]

JOSÉ LORENZO. Foto: CEE | Regreso al futuro. La Iglesia española redescubre la debilidad, se siente a contracorriente, con los sacerdotes y los consagrados viviendo momentos de tribulación y con escaso ardor evangélico, incluso con un “olvido de Dios y debilitamiento de la fe” en las diócesis. Pero, aun así, invita a ponerse en salida, como pide el papa Francisco, y, con humildad, pero con determinación profética, reivindica su lugar en medio de la sociedad; no como un contrincante político, sino como una entidad que quiere sumar y ponerse al servicio de todos, creyentes o no. El modelo es aquel que no hace tantas décadas propició la Transición política, fruto, a su vez, de la travesía del desierto que tuvo que vivir la propia Iglesia, aun con sus fracturas y tensiones internas.

Este pudiera ser, a grandes líneas, el sentido del discurso de Ricardo Blazquez durante la inauguración de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el pasado 20 de abril en la sede de la Casa de la Iglesia, en la madrileña calle Añastro. En su alocución, el presidente del Episcopado reivindicó no solo el papel de la Iglesia, sino también su lugar en medio de la sociedad en un momento en el que se vive “un complejo panorama político y social”. “Ante esto –afirmó el recientemente creado cardenal–, la posición de la Iglesia no es, como ya viene demostrando nuestra Conferencia Episcopal desde los inicios mismos de la Transición política, la de un contrincante político”.

“Nuestro papel –añadió– no es de orden partidista, sino de orden pastoral, de iluminar conforme al Evangelio la conciencia de sus fieles para que su actuación, con personal responsabilidad, sea coherente con su fe como ciudadanos que son también de pleno derecho”.

Aclarado el “cometido evangelizador” de la Iglesia, el también arzobispo de Valladolid fijó el lugar de la misma en la sociedad, “donde tiene un espacio cualificado por su significación histórica y social, que viene marcado por las coordenadas de independencia y colaboración”. En ese espacio, que, recordó, consagra la Constitución, Blázquez aseguró que la Iglesia siempre trabajará “por los valores innegociables”, como el derecho a la vida, el “verdadero” matrimonio o el derecho de los padres a elegir la educación para sus hijos, algo que “desde el laicismo muchos no entienden”.

Católicos con voz propia

En esa misma “sana sociedad civil”, añadió, “no ha de extrañar” que los católicos tengan su propia voz, por lo que invitó, especialmente a los seglares, a que “vivan la fe en la calle, en la vida social y política”.

Dentro de estas coordenadas, los obispos han trabajado estos días en ultimar “un documento largamente esperado”, en palabras de Blázquez. Se trata del famoso “documento de la crisis” –de la postcrisis, subrayan ahora maliciosamente algunos–, pospuesto para no herir sensibilidades políticas y cuyo estruendoso vacío trató de llenarse infructuosamente con un par de declaraciones menores. Al cierre de este número, los obispos se encontraban trabajando en el último borrador presentado por Juan José Omella, el obispo responsable de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, y se daba por segura su aprobación.

Según han confirmado fuentes de la CEE a Vida Nueva, el propio Blázquez habría puesto mucho empeño en que el texto pudiese ser publicado cuanto antes, y se asegura que podría ser presentado a los medios de comunicación el lunes día 27. Para destacar la importancia y solemnidad del mismo, la Plenaria lo firmaría en Ávila, el 24 de abril, coincidiendo con la peregrinación que todos los pastores realizarán ese día a la ciudad natal de Teresa de Jesús con motivo del V Centenario de su nacimiento, según las mismas fuentes.

Con las víctimas de la crisis

Este documento, titulado ‘Iglesia, servidora de los pobres’, de la CEE, en 20 frases principalesIglesia, servidora de los pobres, quiere concretar la preocupación con la que los obispos observan “el actual escenario social”, en especial, como afirmó Blázquez, “las persistentes consecuencias de la crisis que, con innegables signos de recuperación, todavía afecta muy profundamente a las capas sociales más desfavorecidas, sobre todo al inmenso número de desempleados, y de entre ellos a los jóvenes”.

Conocedores “de primera mano” del sufrimiento de las víctimas de esta crisis”, y “también de las respuestas solidarias de miles y miles de voluntarios de nuestras diócesis”, la visión de la realidad no la contemplan los pastores únicamente desde claves económicas, sino que –subraya Ricardo Blázquez y consagra el propio documento episcopal–, “hay otras causas que proceden de la falta de valores éticos y del sentido trascendente de la persona”.

Se trata, “en el fondo”, de una “crisis antropológica, ética y religiosa en la que ha incidido, en no pequeña medida, el secularismo y el materialismo economicista”, Y, a modo de ejemplo, subraya los casos de corrupción, la idolatría del dinero e incluso la actividad política, “que se convierte en una tecnocracia o pura gestión y no en una empresa de ideas y valores”. Frente a todo ello, la Iglesia quiere proponer, en palabras del presidente de la Conferencia Episcopal Española, “una economía de rostro humano, que ponga a la persona en el centro”, a la vez que se aboga por “una verdadera regeneración moral a escala personal y social”.

En esta recuperada dimensión profética, Blázquez condenó rotundamente la persecución religiosa, y no solo la que en estos últimos tiempos están viviendo sobre todo los cristianos, cuestionando además si las sociedades occidentales están actuando debidamente para “parar estos desmanes”. Igualmente, invitó a “recuperar la compasión” ante el drama de la inmigración y, antes de pedir a los presentes un minuto de silencio en recuerdo de los más de 700 inmigrantes ahogados el día anterior en aguas italianas, reclamó “programas gubernamentales que vayan más allá de la preservación de nuestras fronteras”.

Tras un prolongado aplauso que cerró la intervención de Blázquez, tomó la palabra, como es costumbre, el nuncio en España. En un discurso un poco más extenso de lo habitual, Renzo Fratini fue haciendo alusión a los temas a tratar en esta Plenaria (Plan Pastoral, Sínodo de la Familia, Año Teresiano…) y, deteniéndose en el documento Iglesia, servidora de los pobres, invitó a los cristianos “al compromiso en la solidaridad” con los que más sufren. “No miramos la pobreza con ojos de sociólogo o de una ideología concreta”, dijo. “Miramos la pobreza como reflejo de la realidad del hombre, que es capaz de generosidad”, afirmó.

Un pastoral misionera que sale al encuentro

No faltó en el discurso de Ricardo Blázquez una mirada hacia el interior de la comunidad eclesial. Quienes echaron en falta autocrítica en su texto debieron pasar por alto aquellos párrafos en donde, “sin caer en absoluto en el pesimismo”, el purpurado castellano habla de “reconocer que las circunstancias históricas que estamos viviendo han hecho más difícil y más necesaria la claridad y la firmeza de la fe personal, la vivencia comunitaria y sacramental de nuestras convicciones religiosas”. “Incluso en nuestras propias diócesis –afirmó– están presentes el olvido y el debilitamiento de la fe”.

Frente a esto, y en el contexto del Plan Pastoral de la CEE para 2016-2020 que se debatió en la Plenaria, abogó, en la línea de esa “Iglesia en salida” que propone Francisco, por “una pastoral misionera que nos lleve a todos a reavivar la pastoral ordinaria y a la búsqueda y encuentro de los que se alejaron de la Iglesia o nunca estuvieron cerca”.

Una pastoral que ha de desarrollarse, por otra parte, en un contexto no exento de dificultades, como también reconoció el presidente de los obispos, y que objetivó, ad intra, en el “proceso de debilitamiento” que están viviendo tanto la Vida Consagrada como los sacerdotes por la disminución y envejecimiento de sus miembros. Para los primeros, de nuevo, el cariño y reconocimiento como “don a la Iglesia”, además del compromiso de que, en este Año de la Vida Consagrada, las iniciativas que pongan en marcha “hallan eco en nuestras Iglesias y nosotros, como pastores, las animamos”. Y sobre los presbíteros, recordó que la Plenaria estudiaría un documento (ver VN, nº 2.936) para reflexionar sobre su participación en la labor evangelizadora fuera de los límites de la propia diócesis.

En el nº 2.938 de Vida Nueva.

 

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