Colombia, un proceso de paz en vilo

soldados colombianos junto a los ataúdes de los 11 militares asesinados por las FARC abril 2015

La muerte de 11 militares a manos de las FARC acrecienta la incertidumbre

soldados colombianos junto a los ataúdes de los 11 militares asesinados por las FARC abril 2015

Soldados colombianos junto a los ataúdes de los 11 militares asesinados por las FARC

MIGUEL ESTUPIÑÁN (BOGOTÁ) | Once militares de la Fuerza de Tarea Apolo, pertenecientes al ejército colombiano, perdieron la vida el 14 de abril a consecuencia de un ataque efectuado cerca de medianoche. El destacamento del que formaban parte se refugiaba en el polideportivo de la vereda La Esperanza, municipio de Buenos Aires (Cauca). A la mañana siguiente, los medios de comunicación informaron de que se trató de una acción perpetrada por la columna Miller Perdomo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), organización guerrillera con la que el Gobierno de Juan Manuel Santos lleva adelante un proceso de paz en Cuba.

Hace cuatro meses, esta guerrilla había decretado un alto el fuego unilateral, aclarando que suspendía acciones ofensivas indefinidamente, pero se reservaba el derecho a la defensa. El objetivo –según la revista Semana– era “poner al Gobierno contra la pared para llevarlo a un cese bilateral”. Lo ocurrido el día 14 aleja esta posibilidad. La reacción inmediata del presidente Santos fue ordenar la reanudación de los bombardeos contra las FARC.

Ahora bien, aunque la oposición al Gobierno –representada principalmente por el expresidente Álvaro Uribe– pide una suspensión de los diálogos que tienen lugar en La Habana, Santos ha sido enfático en la necesidad de dar continuidad a la búsqueda de acuerdos que pongan fin a la confrontación armada algún día.

Un camino diferente

El arzobispo de Tunja y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Luis Augusto Castro Quiroga, lamentó el asesinato de los militares, considerando el hecho grave y doloroso; no solo para las familias de las víctimas, sino también para todo el país. “Me parece importante que, en este momento, pese al dolor que embarga a toda Colombia, el proceso de paz siga”, añadió.

El prelado conoce lo que han sido otros intentos de paz con la guerrilla de las FARC. En distintas ocasiones ha señalado que sería una tontería repetir lo mismo de siempre, cuando un acto de barbarie lleva a que los negociadores se levanten de la mesa, justo cuando más se necesita trabajar para llegar al final. “Yo no hablo de cese bilateral, sino de acabar totalmente esta guerra, lo cual implica no solamente el cese del fuego, sino el fin del conflicto; todo lo demás es una tregua, aun afirmar un fin del conflicto y dejar que las armas queden en manos de los guerrilleros”. En su opinión, de lo que se trata es de lograr un acuerdo realmente definitivo, “que trace un camino diferente para Colombia y la lleve hacia unas reformas profundas”.

Comienza a tomar fuerza en la opinión pública la necesidad de establecer y dar a conocer plazos para la consecución de acuerdos derivados de la negociación en Cuba. Castro Quiroga está de acuerdo con que es necesario presionar a los negociadores. Sin embargo, recuerda que el país se enfrenta a temas complejos, como la justicia transicional, la reinserción y reeducación de los guerrilleros… “Estas y otras cosas toman tiempo”, insiste.

Las otras víctimas

En medio de la controversia política, poco se ha oído la voz de los pobladores del Norte del Cauca, región donde ocurrieron los hechos. En un comunicado dado a conocer por Francia Márquez, la líder comunitaria afrodescendiente se pregunta a quién beneficia la guerra en esta parte de Colombia. Hace algunos meses, tuvo que salir huyendo de su tierra, porque actores armados la declararon objetivo militar por oponerse a la minería ilegal y a toda forma de destrucción del territorio. No solo la guerrilla y el ejército se hacen presentes en la región, también los paramilitares.

Ahora que se reanudan los bombardeos, Francia se pregunta: “¿Cómo hacemos para parar la guerra? ¿Qué más tenemos que padecer? ¿Cómo estará la gente que vive en la zona alta del municipio de Suárez y de Buenos Aires?”. Justamente, en Suárez, fueron asesinados recientemente cinco indígenas. Su muerte –que coincidió en tiempo con el deceso de los militares– no tuvo el impacto mediático del ataque en La Esperanza. Según explica la plataforma digital La Silla Vacía, entre un lugar y otro hay apenas unos 50 minutos en carro.

En el origen del conflicto hay una problemática de tierras. “No nos vamos a ir de nuestro territorio”, afirman los pobladores nasa. Sus planes de vida están amenazados por la violencia; y, como en otras partes del país, la posibilidad de la paz se enfrenta a la agudización de la guerra.

En el nº 2.938 de Vida Nueva

 

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