Óscar A. Rodríguez Maradiaga: “El Papa quiere laicos o mujeres al frente de los dicasterios de la Curia”

Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, cardenal de Honduras y coordinador del Consejo de cardenales C-9

Cardenal de Honduras y coordinador del Consejo de cardenales C-9

Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, cardenal de Honduras y coordinador del Consejo de cardenales C-9

Entrevista con Óscar A. Rodríguez Maradiaga [extracto]

ANTÓNIO MARUJO. LISBOA. Foto: JESÚS G. FERIA | El cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, coordinador del grupo que prepara la reforma de la Curia romana, dice que es un deseo del Papa que laicos o mujeres puedan dirigir los nuevos organismos curiales. En Fafe, pequeña ciudad del norte de Portugal donde fue homenajeado la semana pasada, y antes de participar en la 44ª Semana Nacional de la Vida Religiosa celebrada en Madrid, el presidente de Caritas Internationalis compartió con Vida Nueva sus críticas al sistema financiero y aseguró que la solución a la guerra en Siria es interrumpir el flujo de armas para los diversos grupos.

PREGUNTA.- ¿Cuál es el problema del sistema financiero actual, que ha estudiado a fondo y sobre el que se ha pronunciado a menudo?

RESPUESTA.- Respecto a la economía, es haber marginado la ética, haber dejado la ética aparte y no querer incluirla. ¿Cómo comienzan todas estas últimas crisis económicas? Comienzan por la codicia, por ese deseo exagerado de enriquecerse sin ningún tipo de reglas morales, no importando a quién se llevaban por delante. Hay un documental del americano Michael Moore, Capitalismo: Una historia de amor, que describe cómo el hecho de inventar una segunda y tercera hipoteca hizo a tantas personas quedarse en la calle. Eso es falta de ética. Es muy triste, ¡tantas personas perdieron sus casas! Pero no solo eso: eso causó un colapso mundial. ¿Y qué pasa? Que no se buscan remedios. Estoy convencido de que este sistema, al que llaman economía de libre mercado, carece de un componente que es indispensable para que se vuelva humano, que es el adjetivo “social”.

P.- ¿El capitalismo tiene salvación?

R.- Yo diría que todo puede tener salvación. Pero si no se corrige y no se convierte, no se salva. La conversión del capitalismo está en que tendrá que haber siempre una economía con dimensión humana. O sea, una economía social.

P.- Hay también muchos católicos atrapados por el sistema capitalista. ¿Cómo ve esta situación?

R.- Hay una cierta esquizofrenia entre lo que se cree y lo que se vive. Ya lo dijo Pablo VI, después del Concilio Vaticano II: uno de los problemas mas angustiantes de la humanidad es el divorcio entre la fe y la vida.

P.- Ha repetido muchas veces que las cuestiones sociales deben formar parte de la evangelización. Pero hay un discurso de la Iglesia que considera que problemas como la pobreza, el paro u otros no son cuestiones religiosas…

R.- Eso traduce la manía de ponerlo todo en compartimentos estanco, como en los submarinos. Es también una especie de esquizofrenia. La vida del ser humano es una unidad entre materia y espíritu, entre cuerpo y alma… Y no podemos separarlos, diciendo: “Esto pertenece a la fe, y lo ponemos en una nube inalcanzable; y lo que pertenece a la vida lo dejamos aquí en la tierra”. Somos una unidad, y la cultura y la vida tienen que ser una unidad.

P.- Habla de la alegría y la misericordia como palabras clave de la Evangelli gaudium. ¿Podemos decir que todavía no son actitudes clave en la acción de la Iglesia?

R.- Sí. El papa Francisco, comenzando su pontificado, piensa que es indispensable la misericordia con la que él ha vivido, en carne propia, a lo largo de todo su servicio pastoral. Y la alegría, porque no sé cómo el mundo no vive en una depresión colectiva. Si nos damos cuenta de que la mayoría de las noticias que se transmiten son malas, ¿cómo queremos un mundo que tenga esperanza y alegría, si lo único que aparece es el mal? Y hay mayor bien que mal en el mundo; solo que el bien no sale…Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, cardenal de Honduras y coordinador del Consejo de cardenales C-9

“El pobre no puede esperar”

P.- Hoy se continúa viendo a la Iglesia en un papel demasiado asistencialista…

R.- ¿Cuándo podemos poner la línea divisoria entre asistencialismo y necesidades urgentes? Precisamente, Cáritas no favorece el asistencialismo, pero no puede prescindir de acudir inmediatamente cuando hay tragedias. ¿Por qué? Porque el que está sufriendo no puede esperar. El pobre no puede esperar. Tratamos de concienciar a la sociedad de que la solución no es el asistencialismo, sino el desarrollo. Pero si el paciente está enfermo, gravemente enfermo, tenemos que llevarlo a la unidad de cuidados intensivos. Y eso es el asistencialismo, es emergencia.

P.- Una situación de emergencia es la de Siria. El Papa ha hablado mucho de ella, pero la guerra sigue. ¿Qué se puede hacer?

R.- El año pasado, hicimos por primera vez la asamblea de Cáritas fuera de Roma, en Jordania, precisamente para ir a los campos de refugiados sirios y de Irak y llevar directamente un mensaje de esperanza. ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Por qué hay distintos parámetros para afrontar los problemas del mundo? Se cayó un avión de Germanwings y eso dio la vuelta al mundo e inmediatamente apareció la solidaridad y la ayuda. Se cumplen casi cinco años de guerra en Siria y eso no es noticia…

P.- Pero, ¿cómo se resuelve? ¿Se invade? ¿Se combate por la fuerza?…

R.- El problema es demasiado complejo. Yo comprendí esa complejidad en Jordania. No son dos facciones las que están peleando, son nueve distintas. ¿Qué hacer en estas circunstancias? Que se interrumpa el flujo de armas para la guerra. Para todos. Ahí debería terminar la guerra. Pero lo peor de todo es que las grandes potencias, que producen armas, están muy contentas con el negocio. Tristemente, está demostrado que los bombardeos no conducen a ninguna parte. Ningún país sufrió mayor bombardeo, ni en la II Guerra Mundial, que los que sufrió Vietnam. Y después de todas esas bombas, ¿que pasó? Perdieron la guerra los que lanzaron las bombas. Su alegría es que todas esas bombas tienen que ser reemplazadas e, inmediatamente, la industria de guerra se activó para seguirlas produciendo, porque el arsenal no puede disminuir su capacidad, sino que debe estar siempre ahí. Lo mismo ocurre en Yemen. Todo el arsenal de Arabia Saudita lo van a tirar ahí y después hay que comprar más armas y venderlas.

P.- La reforma de la Curia romana ya está en marcha. En este proceso, ¿podemos llegar a tener laicos y mujeres al frente de los dicasterios?

R.- Es uno de los puntos que están encima de la mesa y es el deseo del Santo Padre. Solo hay algunas dificultades jurídicas. Pero estas cosas se pueden discutir. Por ejemplo, ¿por qué no una laica al frente del dicasterio de la Familia, que formaría parte de un gran dicasterio de Laicos, Familia y Vida? ¿Por qué no un médico presidiendo la pastoral de la salud en un dicasterio que se va a llamar Caridad, Justicia y Paz? No hay ningún impedimento, y esto lo vamos a discutir.

P.- ¿Pero siempre con un cardenal dirigiendo el gran dicasterio, o con posibilidad de que haya laicos?

R.- El problema, como digo, es de jurisdicción. Los canonistas están haciendo los estudios, pero el deseo es prácticamente ese.

P.- ¿Deben ser los canonistas o la exégesis bíblica quien determine la decisión? Porque, por ejemplo, encontramos mujeres liderando comunidades fundadas por san Pablo.

R.- Sí, pero tenemos que ser realistas. La Iglesia está regida por una ley, que es el Derecho Canónico. Entonces, no podemos empezar a ver si ha sido primero el huevo o la gallina. Tenemos una estructura que ha venido funcionando durante todos estos siglos y tendrá que seguir funcionando.

“La política se ha convertido en un negocio”

El cardenal Rodríguez Maradiaga sabe del interés del papa Francisco por que los cristianos participen en política, pero reconoce que falta un “concepto claro de la política”. “En muchos países, la política se ha convertido en un negocio”, lamenta. “Durante una campaña política –argumenta el purpurado hondureño a renglón seguido–, se invierte; y durante un gobierno, se colectan los dividendos, generalmente utilizando la riqueza del Estado. Eso es completamente equivocado, y por eso tantos países cambian de un gobierno a otro, y lo único que crece es la pobreza, por la corrupción”. También falta, a su juicio, un interés por la política. Y lo ilustra con un ejemplo: “En la Universidad Católica de mi país, quise comenzar con una escuela de ciencias políticas; me costó cuatro años establecerla, buscar ayuda para financiarla, buscar catedráticos de gran competencia… Cuando la abrimos, nadie se inscribió. ¿Por qué? Porque los políticos a los que invité personalmente piensan que no se necesita formarse para hacer política”. Otra cosa bien distinta son las ciencias económicas y las finanzas. “Muchos piensan que este es el camino para ser rico muy pronto”, reconoce. Por eso, aboga por “volver a lo que dice claramente el Vaticano II en Gaudium et Spes: la actividad política es una actividad noble”. Claro que, “si pregunta al pueblo, la mayoría dice: ‘Los políticos son sucios y corruptos’. ¿Por qué? Porque han desgraciado la política…”.

En el nº 2.937 de Vida Nueva

 

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