Pascua 2015. La Resurrección del Señor, experiencia de plenitud

El encuentro con Jesús Resucitado transforma la vida e impulsa a la misión

portada Pliego Pascua 2015 2936 abril

LÁZARO ALBAR MARÍN, sacerdote diocesano de Cádiz y Ceuta | “¡Cristo ha resucitado!”, es el grito de la nueva humanidad. La última palabra de nuestra existencia no es la muerte, sino la vida en plenitud. La Resurrección es la Esperanza que mueve todas las esperanzas humanas, es la luz que da sentido a nuestra vida, y eso es posible porque Dios nuestro Padre, Padre de misericordia y de todo consuelo, ha infundido su Espíritu a su Hijo Amado, crucificado y muerto por amor para nuestra salvación.

El sepulcro quedó vacío, pero se llenó de la luz del Resucitado, porque, allí donde hay tiniebla y oscuridad, el Resucitado baja para elevarnos y levantarnos. Este es el Sol que ilumina la tierra y a todos los corazones de aquellos que le aman y le buscan, como les ocurrió a los apóstoles Pedro, Juan, y también a María Magdalena y a muchos otros.

Cristo Resucitado es el esplendor de la vida, él nos trae la misericordia divina, el perdón de los pecados y la santa alegría que es la comunión de los hermanos, haciéndonos Familia de Dios.

Sus llagas, que son las marcas de su amor, de su entrega generosa, de los clavos que le han herido, son ahora manantiales de vida, fuentes del Espíritu para penetrar el Misterio Pascual. Manantiales adonde acuden los sedientos para beber el amor derramado hecho sangre que brota del costado del Cordero Místico, del Cristo inmolado.

Y Dios Padre lo ha resucitado, glorificado, ensalzado y enaltecido, le ha llevado a los cielos y lo ha sentado a su derecha. Nosotros, que ahora pisamos esta tierra y este mundo, tan solo podemos contemplarlo con los ojos de la fe y la humildad del corazón. Él siempre se hace presente, basta que le abras las puertas de tu corazón: la de la interioridad hecha oración, y la de la exterioridad en los gestos de amor.

Sí, Cristo Resucitado, eres el Viviente y el Resucitador, contigo todo queda transformado: la tristeza se hace alegría, la violencia se convierte en paz, el individualismo da paso a la comunidad, el luto se transforma en fiesta y la muerte se convierte en un sueño que da paso a la vida eterna.

Ahora recorreremos algunas pinceladas de las escenas de las apariciones del Resucitado, entrando en la experiencia, a fin de que nos sintamos implicados, tocados, transformados, porque todo encuentro con Jesús Resucitado transforma la vida e impulsa a la misión. ¿Es grande el deseo de encontrarte con él? ¿Estarás dispuesto a dejarte llevar por su Espíritu?

Pliego publicado en el nº 2.936 de Vida Nueva. Del 11 al 17 de abril de 2015

 

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