Leonardo Boff: “Francisco me pidió material para su encíclica sobre ecología”

Leonardo Boff, teólogo brasileño

Teólogo brasileño

Leonardo Boff, teólogo brasileño

Entrevista con Leonardo Boff [extracto]

NICOLÁS MIRABET (BUENOS AIRES) | Hizo un instante de silencio y pasó rápidamente las páginas de Don Jaime de Nevares. El ilustre vecino (recientemente publicado por PPC Argentina). Luego, observó la portada del libro y confesó: “Cuando Roma me impuso el silencio, Jaime de Nevares me visitó en Petrópolis [Brasil] y me contó con pena que sus hermanos obispos no lo acompañaban en la lucha por los derechos humanos y contra las torturas de la dictadura, y que quería apoyar mi lucha por los derechos a la libertad”. Con estas palabras inicia su diálogo con Vida Nueva el teólogo brasileño Leonardo Boff.

A sus 76 años de edad, Boff sostiene que “la Teología de la liberación no es una teoría; es un método que parte no de Karl Marx, sino del libro del Éxodo”.

PREGUNTA.- ¿Quién es Leonardo Boff hoy?

RESPUESTA.- Uno cambia con la historia, pero las opciones de fondo son las mismas: estar del lado de los pobres, de los que no tienen voz. Uno de los anhelos fundamentales de la Teología de la liberación en el mundo, y muy especialmente en América Latina, fue constituirse en una voz profética de denuncia y de anuncio; anunciar que algo nuevo puede ocurrir, que viene desde abajo, desde los últimos y no desde las grandes instituciones. En ese sentido, hay un hilo conductor que nunca he abandonado. Todo esto, a lo largo de mi vida, se fue matizando, porque los temas cambian. Por ejemplo, con el tiempo me fui dando cuenta de que no solo hay que hacer una opción por los pobres, sino que, dentro de la opción preferencial por los pobres, hay que poner al gran pobre, la Tierra, que está siendo devastada y explotada. Además, hay que estar no solamente a favor de la paz, sino también en contra de la guerra.Leonardo Boff, teólogo brasileño

P.- ¿Qué opina del papa Francisco y de su Evangelii gaudium?

R.- Francisco es más que un hombre: es un proyecto de humanidad abierta, de diálogo, de renuncia a la exclusividad de la Iglesia, de reconocer todos los caminos espirituales, todas las religiones, y, juntos, estar al servicio del mundo, especialmente de los pobres. Es un proyecto de Iglesia nueva que pone en el centro no el poder sagrado y al Papa como Papa universal de la Iglesia, sino al Pueblo de Dios y al Papa como obispo de Roma. Dicen que el Papa es comunista ¡y claro que es comunista! Es comunista del comunismo de los primeros cristianos, de los cristianos de los Hechos de los Apóstoles.

P.- ¿Cree que esta actitud del Papa está relacionada con su mirada latinoamericana?

R.- Creo que el Papa viene del caldo cultural y eclesial de América Latina. Y en la categoría básica y ecológica de la Iglesia como Pueblo de Dios que se realiza en millares de Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y en movimientos sociales. Los obispos se sienten pastores y no autoridades eclesiásticas. Aunque no en todas partes, esta realidad se ha cristalizado en los documentos de Medellín y de Puebla. Él viene de esto, significa una primavera, y más aún: significa una ruptura, palabras que los dos papas anteriores evitaban absolutamente. Él creó una ruptura. Es otro tipo de Papa, otra imagen de Iglesia que no es una fortaleza: es una casa de todos, sin guardianes de aduana. A Francisco no le importa más que la persona humana. Con el papa Francisco estamos haciendo la experiencia de una Iglesia pobre que tiene en el centro el Evangelio de Jesús.

P.- ¿Confía en que esa nueva mirada del obispo de Roma incida también en los nuevos roles de la mujer dentro de las estructuras eclesiales?

R.- Creo que no, porque en la sociedad hay una tradición patriarcal muy fuerte, y en la Iglesia esa tradición patriarcal está agravada por el celibato y por la acumulación de poder sagrado en mano de los hombres. El cambio vendrá por parte de las mismas mujeres, que eventualmente van realizando sus celebraciones en las comunidades. El 70% de los líderes que animan las CEB son mujeres. Son mucho más capaces que los hombres para conducir una comunidad. Y algunas tienen casi la función de un obispo, porque van de comunidad en comunidad animando, creando lazos de cohesión. No hay que esperar de arriba, porque de arriba no viene nada; hay que empezar de abajo; ellas mismas lo harán, asumiendo un poder y mostrando que son discípulas de Cristo, imagen y semejanza de Dios. De hecho, ellas nunca han traicionado a Jesús y fueron las únicas testigos del mayor hecho de la fe: la Resurrección. Los varones, empezando por Pedro, el primer Papa, traicionaron a Jesús.

Salvar la Tierra

P.- ¿Qué espera de la próxima encíclica del Papa en la que abordará el tema de la ecología?

R.- Yo espero mucho; espero que sea una encíclica útil. En una carta que le escribí, le decía que hoy lo importante no es la Iglesia, sino el planeta Tierra y cómo la Iglesia puede ayudar a salvar las condiciones para la vida de la humanidad. Mediante una conocida mía y amiga de él, Clelia Luro, el Papa me pidió material. En dos oportunidades, yo le envié algunos materiales míos y otros documentos.Leonardo Boff, teólogo brasileño

P.- Más allá del consumo y del sistema imperante, ¿cuál es el vínculo entre pobreza y medio ambiente?

R.- Los verdaderos guardianes del medio ambiente son los pueblos de la foresta: indígenas y campesinos. Ellos son los que están ahí y conocen la lógica de la naturaleza. Pero llega el gran negocio de la agroindustria, que produce una deforestación descomunal y echa a las personas, que se tienen que ir a las favelas, las villas miseria de los grandes centros urbanos. En Brasil, el 85% de la población vive en las ciudades y el campo está vacío. Y los del campo viven en la pobreza, porque no están en la ciudad, sino en las periferias. Son excluidos que el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva intentó incluir, pero no se ha resuelto el problema fundamental, que es la profunda desigualdad social.

P.- ¿Se podrá, a su criterio, superar la crisis ecológica y la desigualdad social?

R.- Hay una discusión amplia en la filosofía de hoy que intenta rescatar la razón cordial, la razón sensible. Esta es una razón que nos da la capacidad de sentir, de amar, de comprometernos. Nosotros hemos evolucionado desde una razón intelectual, analítica, científica; que se ha transformado en el gran instrumento de la dominación de la naturaleza de los pueblos y que ha tratado a la naturaleza sin piedad y sin misericordia. Si no despertamos desde lo más profundo de nosotros esa dimensión que está en nuestro origen, que tiene unos 200 millones de años en nuestro cerebro, nadie se va a empeñar en salvar a la Tierra. Yo creo que hay que tener una revolución en la mente y en el corazón. En la mente, para mirar de manera diferente la Tierra; no como un baúl de recursos para usar, sino como algo vivo, que nos da todo lo que necesitamos. Y en el corazón, porque hay que cuidar la Tierra como cuidamos nuestras manos, nuestro cuerpo. Si no hacemos esa revolución primera, nos seguiremos acercando cada vez más al abismo.

En el nº 2.936 de Vida Nueva

 

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