El Padre Damián, un ‘pelotazo’

padre Damián actuando en el programa La Voz de Telecinco

El Padre Damián, en su primera intervención en el concurso musical La Voz

RAFAEL J. PÉREZ PALLARÉS, sacerdote y responsable de Comunicación del Obispado de Málaga | Hay un sacerdote católico en la edición española de La Voz. Su presencia religiosa viene precedida en la edición italiana por la de una monja siciliana. Por cierto, que cuando ganó la religiosa, animó a rezar un Padrenuestro. El cardenal italiano Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, se posicionó rápidamente a favor de Sor Cristina mediante un comentario en su perfil de Twitter. “Que cada uno, según el don que ha recibido, lo ponga al servicio de los otros (1 Pietro 4,10) #sorcristina”, publicó Ravasi la misma noche del debut de la monja.

¿Qué pintan un cura y una monja en un concurso televisivo? Laura Pausini, al poner rostro a la voz que interpretó Angels de Robbie Williams, afirmó que el joven presbítero concursa para profesar la Palabra de Dios. Y a continuación le espetó un ¡bravo!

Damián María afirma que desea cantar el amor en el mundo. Quien haya tenido la oportunidad de ver los debuts de las dos ediciones encontrará parecidos. La televisión busca sorprender. Y con la presencia religiosa aún sorprende. La Voz en la edición española ha encontrado en Damián un aliado perfecto. Empezó a cantar con su abuela, que era cantaora de flamenco. Su primer sueño fue la música.

Su presencia en La Voz no ha pasado desapercibida. Se han hecho eco medios internaciones como Daily Mail, Il Giornale o Vanity Fair. Los curas venden. Y eso lo saben quienes se dedican al negocio televisivo. Salvo que el interés ideológico ciegue. Hay que remitirse a las audiencias. Los curas dan juego. Basta acercarse a la parrilla de programación de la misma cadena que emite La Voz para ver a Resines en el papel de sacerdote.

Otra cosa es la oportunidad de la participación televisiva. Conviene valorarla. La rectitud de intención no es suficiente. Es necesario sopesar si el tipo de programa es el adecuado. Aunque para gustos, colores. Y hay que tener cierto arrojo en esto de la presencia mediática. Siempre que la actuación sea propia de un sacerdote. Y si, para colmo, está arropado por el guión, mejor. Es el caso que nos ocupa.

Se presentó al joven sacerdote católico como un misionero valiente. Malú valoró que no tuviese prejuicios y lo definió como muy especial. Se bromeó con él y lo encajó bien. Y además se contó que estuvo en Calcuta. En fin, que se arropó al joven presbítero redentorista extraordinariamente. Hasta Laura Pausini, en un momento significativamente testimonial, gritó que ella ama a Dios y a la Iglesia. Televisivamente hablando, un pelotazo. La audiencia respondió. Perfecto.

Juventud, desenfado e identidad son buenos aliados. Damián apareció con clerygman. Necesario para identificarlo. La televisión entiende mucho de esto. Y hay que aprovecharlo. La presencia del sacerdote en los medios de comunicación es necesaria. Pero también la de seglares. No se puede dejar la responsabilidad de la presencia eclesial solo a los miembros del clero.

A la hora de la presencia en el ágora pública, los católicos han encontrado en el papa Francisco a un gran aliado mediático. Hay que aprovechar la coyuntura. Gustan católicos profundamente creyentes, sociales y cercanos. Y en los medios que lo permitan, hay que estar.

El medio televisivo es complejo, pero llega a mucha gente. Por eso la presencia de miembros de la comunidad católica es importante. De manera digna y cuidando la identidad. Hay que reivindicar la normalidad y la pluralidad. Y este tipo de incursión televisiva ayuda, máxime cuando el programa la cuida.

En el nº 2.936 de Vida Nueva

 

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