Joan-Enric Vives: “El país de Jesús sigue sufriendo”

Miembro de la Coordinadora de las Conferencias Episcopales de apoyo a Tierra Santa

Joan-Enric Vives, miembro de la Coordinadora de las Conferencias Episcopales de apoyo a Tierra Santa

El arzobispo Vives en Tierra Santa

JORDI LLISTERRI | En 2001, Joan-Enric Vives comenzó a participar en las peregrinaciones anuales de la Coordinadora de las Conferencias Episcopales de apoyo de la Iglesia en Tierra Santa. En aquel momento era obispo auxiliar de Barcelona y la Conferencia Episcopal Española decidió enviar a un representante.

Después, ha continuado esta presencia como arzobispo de Urgell [fue nombrado obispo coadjutor en junio de 2001 y asumió la titularidad en 2003], lo que le ha permitido ser un buen conocedor de la evolución de la situación social de esta zona y de la realidad en la que viven las comunidades cristianas.

PREGUNTA.- Después de más de diez años viajando casi todos los meses de enero a Tierra Santa, ¿cuál es la conclusión a la que llega sobre lo que ve en la región?

RESPUESTA.- Lo que acabas viendo es que en Oriente Medio confluyen todos los grandes problemas que hoy tiene planteados la humanidad. Norte y Sur. Oriente y Occidente. La globalización y el arraigo. La diversidad de lenguas, culturas y religiones. La dictadura y la democracia. Ricos y pobres. Temas candentes como la educación y la infancia, los jóvenes sin futuro o la liberación de la mujer. El acceso a las materias primas y a los recursos naturales como el agua o el petróleo. O restos de la Guerra Fría y del enquistamiento de grandes problemas a causa de las políticas erróneas de bloques. Es algo que se ve con el problema de los refugiados palestinos, que se arrastra desde hace décadas.

P.- Y, como creyente, ¿cuál es el impacto que produce contemplar esa realidad?

R.- Ves el país de Jesús que sigue sufriendo. Ves el misterio de la Cruz, del sufrimiento. Ves que la Iglesia de Jerusalén, la Iglesia madre, continúa viviendo la Pasión del Señor. Es un hecho que a menudo hemos comentado los miembros de la Coordinadora de las Conferencias Episcopales de apoyo a Tierra Santa con obispos de allí: “Nosotros aún acompañamos al Señor en su sufrimiento”, nos dicen. Y también que son su Iglesia, que son Cuerpo de Cristo.

P.- ¿Los cristianos de Tierra Santa viven la fe de una manera más auténtica que la nuestra?

R.- Son comunidades muy confesantes porque el entorno les es muy hostil. Ser cristiano allí es una cuestión de definición necesaria desde la infancia. Si eres católico, el mismo nombre que tienes ya te diferencia. Todos los cristianos, sean más o menos practicantes, tienen un referente religioso importante. Marcan mucho las familias, los lugares donde viven o las comunidades de referencia.

P.- El fundamentalismo islamista que ha arraigado en Siria o Irak, ¿les está afectando?

R.- No directamente, pero Siria está muy cerca. Es adonde huyó san Pablo cuando lo perseguían. El problema se da con los refugiados. No en Palestina, porque no hay un Estado con capacidad para acogerlos, pero en Jordania hay un millón, y también hay miles en Líbano. Por ello no se puede negar el peligro de que el fundamentalismo termine arraigando después de tantos años de frustración y de dificultades, sobre todo en los campos de refugiados. Si unos jóvenes europeos se apuntan para viajar a Siria, ¿cómo se puede evitar que no se acabe radicalizando esta situación y que también la padezcan los cristianos de Tierra Santa? Hay que evitar las situaciones desesperadas y que este conflicto se interprete como un choque entre religiones.

Entrevista completa solo para suscriptores

En el nº 2.935 de Vida Nueva

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