Los obispos belgas alertan contra la posible eutanasia para personas con demencia

“Perder la autonomía no significa perder la dignidad”

Anciana en silla de ruedas

J. L. CELADA | Conscientes de que “el envejecimiento creciente de la población constituye un gran desafío para nuestra sociedad”, habida cuenta del aumento de los casos de demencia senil que lleva aparejados, los obispos belgas han querido reafirmar La dignidad de la persona humana, incluso demente. Así se titula, precisamente, el comunicado emitido a principios de este mes de marzo por la Conferencia Episcopal de Bélgica y difundido por los periódicos La Libre y De Standaard, saliendo al paso de una posible ampliación de la eutanasia, legalizada en 2002.

Admiten los prelados que su país está invirtiendo mucho tiempo y medios para atender a las personas mayores, a quienes sufren alguna discapacidad profunda o están gravemente perturbados, pacientes en coma o enfermos en fase terminal. Y muestran su reconocimiento a cuantos están “comprometidos en el acompañamiento de estas personas vulnerables”. Saben que dicha inversión “no es económicamente rentable”, pero defienden que “debe ser así”, porque se trata de una convicción que “responde a una elección puramente ética”. Elección que podría ser sometida a “una dura prueba” por “el clima de eutanasia” reinante desde hace más de una década, y que ahora corre el riesgo de “aplicarse legalmente a las personas dementes”.

Justamente, con el ánimo de dar la palabra a “quienes menos pueden hacer escuchar su voz”, los pastores alzan la suya para defender que “la dignidad humana no puede depender de que se posean o no ciertas capacidades”. “Cualquier persona, incluso en un estado de demencia –advierten–, merece respeto y debe recibir, por tanto, los cuidados apropiados”.

Más adelante, el mensaje episcopal pone de manifiesto el valor de la autonomía en la sociedad actual, aunque se cuestiona si “ciertas formas de ponerla en práctica no están marcadas por un individualismo excesivo”. Por eso, reivindica “una autonomía en ‘relación’ o en ‘comunión’”, pues “da cuenta mucho mejor de nuestra verdadera identidad y del funcionamiento efectivo de nuestra libertad”. “Desde el nacimiento hasta la muerte –recuerda la jerarquía católica belga– dependemos unos de otros. (…) “No es necesario ser cristiano para entender lo mucho que nos necesitamos unos a otros”.

A juicio del Episcopado, el problema estriba en la dificultad de ofrecer una definición objetiva del concepto de ‘calidad de vida’, dado que “los elementos subjetivos corren el riesgo siempre de ser preponderantes”. Y eso puede suceder con los dementes: que “terceras personas proyecten sobre el paciente sus preocupaciones y angustias personales”, cuando el encuentro con alguien así “lo primero que debería suscitar es la responsabilidad ética de cuidar de él”, subraya el texto.

“Nunca, en una sociedad verdaderamente humana, el otro puede convertirse en una carga inútil”, sostienen los obispos, abundando en la idea de que el nivel moral de una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más débiles. “Cuando un hermano o hermana en humanidad reclama una atención y cuidados redoblados, esa carga suplementaria se llevará con amor. Esta debe ser la respuesta. Una respuesta –concluyen– que testimonia una solidaridad incondicional. No es la puerta de la eutanasia la que debe abrirse primero, sino la de la fraternidad y la solidaridad”.

Una “deriva” de más de una década

Después de la legalización de la eutanasia en 2002, la Iglesia católica belga predijo “una deriva que se está haciendo realidad”, lamentan los obispos, al tiempo que reiteran su firme oposición a la posible ampliación de la ley, recordando que “una pérdida de autonomía no es sinónimo de una pérdida de dignidad”. Y advierten: “No es un peligro ilusorio querer reservar el concepto de persona humana –y los derechos que le son inherentes– a quienes son capaces de reconocer por sí mismos el valor de su propia vida”. Porque “los que no ya puedan hacerlo corren el riesgo de ser eliminados o de verse privados de los cuidados necesarios”.

Aunque hasta la fecha no se ha presentado ninguna propuesta de ley al respecto, ya en la legislatura anterior, el senador socialista Phlippe Mahoux planteó la posibilidad de ampliar la actual ley sobre la eutanasia a “las personas que sufran una enfermedad neurodegenerativa o cualquier otra afección cerebral en un estado avanzado e irreversible”. La amenaza, por tanto, sigue en pie. Baste recordar, por ejemplo, que, en febrero de 2014, la mayoría de los parlamentarios votaron a favor de la eutanasia para menores.

En el nº 2.933 de Vida Nueva

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