La misión compartida, cruce de caminos

papa Francisco saluda a la gente
responsables de misión compartida Elías Royón, Leonor Ariño, Marcos Vidart y Julia García Monge, miembros del equipo coordinador de la jornada Juntos Somos Más 2015

De izq. a dcha., Elías Royón, Leonor Ariño, Marcos Vidart y Julia García Monge

La misión compartida, cruce de caminos [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: SERGIO CUESTA | Tras el primer encuentro de misión compartida en 2014, más de 500 religiosos y laicos de un centenar de congregaciones se citan en la segunda edición, este sábado 14 en Madrid, para renovar el impulso de algo que no es estrategia, sino toma de conciencia de un estilo de vida. Del simbólico primer abrazo, se pasa a andar por un camino lleno de retos concretos. “Juntos somos más”.

Si el año pasado, con el primer encuentro, el poso fue de alumbramiento de una iniciativa que ya se había encarnado de distintas formas y con experiencias enriquecedoras en cada vez más congregaciones, esta segunda edición del encuentro de misión compartida entre laicos y religiosos, coordinado por la Confederación de Religiosos (CONFER) y que cuenta con el sugerente título de Juntos somos más, supondrá “un tiempo de profundización, de compartir experiencias y de echar realmente a andar”.

Así lo expresa a Vida Nueva Julia García Monge, del Instituto Calasancio de las Hijas de la Divina Pastora y secretaria general de CONFER, en la última reunión preparatoria de la asamblea que tendrá lugar este sábado 14 en el madrileño Colegio Nuestra Señora del Recuerdo.

Nueve días antes, en el mismo centro que albergará una cita para la que se han apuntado 500 personas (por las 300 que en un principio se esperaba), una veintena de miembros del equipo coordinador se reúnen para ultimar detalles. El ambiente es de expectación, alegría, ilusión y, sobre todo, fraternidad.

Un sentimiento desde el que trabajarán a conciencia, pues todos los participantes tienen claro que no se trata de un simple encuentro festivo y simbólico, sino que se trata de aterrizar y concretar en la medida de lo posible lo que se explica como “un modo de vivir la misión de la Iglesia, que nos une por igual a laicos y consagrados”.

De ahí que, aparte de los momentos comunes, como los saludos de Carlos Osoro, arzobispo de Madrid; Luis Ángel de las Heras, presidente de CONFER; o Elías Royón, coordinador de la jornada; se busca que el meollo de la misma se dé en el trabajo en grupos en torno a tres grandes paradigmas: “Misión”, “compartida” y “futuro”.responsables de misión compartida Elías Royón, Leonor Ariño, Marcos Vidart y Julia García Monge, miembros del equipo coordinador de la jornada Juntos Somos Más 2015

Preguntas concretas

Algo que, sin duda, se buscará con la respuesta personal y grupal a preguntas tan pormenorizadas y realistas como estas: “¿Por qué compartimos? ¿Cómo se vive esta inquietud? ¿Es solicitada por los religiosos, o son los laicos los que quieren implicarse más? ¿Se trata de una solución de urgencia o de una convicción de fondo? ¿Qué compartimos? ¿Vida, trabajo, profesión, inquietud evangelizadora? ¿Compartimos espiritualidad? ¿Con quiénes? ¿En profundidad? ¿Con qué medios? ¿Con qué formación? ¿Qué nos aporta?…”. Y así con un batallón de cuestiones a ras de suelo.

Julia García Monge recalca la importancia de la apuesta por la concreción, que, por supuesto, viene ya de un camino previo andado por muchos: “La misión compartida forma parte de los estatutos de CONFER, que hablan de animar a los laicos comprometidos con nuestra misma espiritualidad. No es nada nuevo, pero sí hay que esforzarse siempre para que se asuma con naturalidad en cada vez más realidades”. En este sentido, advierte, “si bien sabemos que los religiosos no somos los dueños de ningún carisma y que hay que huir de los roles y los protagonismos, no siempre ha sido fácil vivirlo con naturalidad”.

Así, como en toda realidad humana, “los inicios siempre son los más difíciles. Y aquí hay que precisar que cada congregación ha tenido sus propios procesos y, en estos, siempre hay diversidad de situaciones según las comunidades locales. Hay quienes lo asumen como un bien para la Iglesia y quienes lo viven como algo conflictivo; de ahí que, como en cualquier caminar, se intercalen los tiempos de avance con los de retroceso. Por eso es tan positivo que vengan grupos que están empezando ahora con este reto. Conocerán todo tipo de experiencias que, a la vuelta, cuando las compartan con sus compañeros, pueden enriquecerles aún más”.

Lo que sí es destacable, como valora la secretaria general de CONFER, es que, en este momento histórico y eclesial, la coyuntura favorece la vivencia de la misión compartida: “Notamos cómo el papa Francisco nos anima para ello, lo que hace que todas las instituciones religiosas lo vean de otra manera. Lo esencial es que entre todos hagamos un trabajo de base y hagamos ver que el único modelo eclesial, el que tiene sentido, es el que aúna a religiosos y laicos”.

Con este segundo encuentro, concluye, “del compartir experiencias tiene que salir una mirada conjunta hacia el futuro, dando los respectivos pasos, según su propio caminar, cada familia religiosa”. Por lo pronto, ya son más. Y es que, si en 2014 se dieron cita 90 congregaciones, este sábado ya superarán el centenar.

misión compartida religiosos y laicos de Jesús-María, Emma Guitart, José Manuel Gómez y Deborah Santamaría, rjm

Emma Guitart, José Manuel Gómez y Deborah Santamaría, rjm

“Una gran familia”

Una de las más implicadas es la Congregación de las Religiosas de Jesús-María, con varios de sus miembros en el equipo organizador de las jornadas. Entre ellos, Deborah Santamaría, religiosa y directora del colegio de la congregación en la madrileña calle de García Noblejas, y los profesores laicos Emma Guitart (compañera de Deborah) y Jorge Botana, docente en otro de los tres centros que tienen en la capital (en toda España son 24), en la calle Juan Bravo. Una charla distendida con todos ellos muestra hasta qué punto tienen asimilada la misión compartida en Jesús-María, donde la práctica totalidad de sus maestros son seglares.

Botana, que ocupa varios puestos directivos en su colegio, lo explica con sencillez: “Somos una gran familia. Independientemente de que solo haya dando clases dos compañeras religiosas de los 80 maestros que somos, la gran mayoría vivimos nuestra tarea como una misión evangelizadora. Lo nuestro no es solo un trabajo. Educamos y anunciamos los valores del Reino, por lo que lo hacemos con entusiasmo y pasión, todos juntos. Particularmente, yo me siento enviado, lo vivo como la realización de una vocación”.

Una experiencia que este padre de familia ratifica en su día a día: “Me da mucha felicidad, es un eje básico de mi vida cristiana. Aparte de las clases, participo en retiros o encuentros, dándome fuerzas la oración y la participación en los sacramentos”. Lo que, entre otras cosas, también repercute en su función docente: “Los alumnos perciben nuestro amor en el trato de cada día. Comprueban que, para nosotros, darles clase no es solo un trabajo. Cuando realmente experimentan eso, ellos mismos tienen más apertura hacia lo que les enseñamos”.

Guitart comparte la misma pasión que su compañero a la hora de vivir la misión compartida en algo que, para ella, va mucho más allá su función laboral como profesora: “Por mi experiencia veo que son una minoría los compañeros de claustro, procedentes además del mundo de la empresa, que no participan de esta vocación. En mi caso, siempre digo que si un día hay que echar lo que entendemos como una hora extra, para mí es una ‘hora maravillosa’. Vivimos nuestra acción con un espíritu de familia evidente. De hecho, mis hermanas siempre bromean conmigo diciendo que parece que tengo acciones en el centro. Y a todos les digo siempre lo mismo: como laica, pertenezco a la congregación de un modo integral”.

En cuanto a este segundo encuentro de Juntos somos más, Guitart se muestra muy esperanzada: “Estamos en un tiempo de toma de conciencia, de pensar y saber dónde estamos. Aún no sabemos exactamente de qué, pero estamos al principio de algo”.

Santamaría, que es directora de un colegio en el que solo hay otra compañera religiosa –“aparte de otra hermana ya mayor, que hace funciones de portería y que, sobre todo, como decimos con cariño, se encarga de pasear el carisma por los pasillos”–, vive el tener al resto de sus compañeros laicos como “una gran suerte, un regalazo”. Y es que, añade, “sin ellos no sería nada y ni siquiera podría haber colegio. Son personas comprometidas con el carisma, teniendo una vivencia de comunidad en el día a día”.

Algo que potencian con frecuentes tiempos de encuentro y formación para ahondar en el carisma, siendo ya un eje fundamental de su congregación “el visibilizar el papel de nuestros laicos, pues no queremos caer en el riesgo de que su valiosa tarea pase desapercibida”.

De cara al encuentro de la misión compartida, como sus dos compañeros seglares, Santamaría no duda sobre la fase a la que se enfrentan: “Si lo del año pasado fue algo festivo, este es el momento de la reflexión, del compartir lo bueno y lo malo, incluso nuestros sueños… Si la otra vez fuimos a escuchar, ahora vamos a compartir. Es la hora de la profundización”.

El camino ya está marcado. Los primeros pasos los dieron algunos hace ya décadas; otros aportarán el brío de la novedad. Con toda esta riqueza, es ya tiempo de echar a andar. papa Francisco saluda a la gente

 

¿La hora de los laicos en el vaticano?

ANTONIO PELAYO (ROMA) | ¿Ha llegado por fin la hora de los laicos? A esta pregunta, muy presente en los círculos romano-vaticanos, suelen darse dos tipos de respuestas; unas, de signo más positivo, subrayan que en la línea reformista de Francisco solo cabe esperar que los seglares tengan una mayor presencia en los órganos de gobierno de la Iglesia; los más recalcitrantes en sus posiciones inmovilistas se tranquilizan diciendo que ya han visto pasar oleadas como esta y que al final todo seguirá como antes.

Hay, sin embargo, algunos datos que ayudan a formular una respuesta ajustada a la realidad: entre las adquisiciones ya definitivas en el proyecto de reforma de la Curia, figura la creación de una Congregación para los Laicos (que reagrupará al menos los pontificios consejos para Laicos y para la Familia, pero quizás también otros organismos). Era incongruente, en efecto, con la doctrina conciliar que si obispos, sacerdotes y religiosos contasen con una congregación curial encargada de su orientación, la inmensa mayoría del Pueblo de Dios no recibiese el mismo trato organizativo.

Pero, como no cesa de repetir Bergoglio, la reforma no es una cuestión de estructuras administrativas, sino de un cambio de mentalidad. Y ahí chocamos con un hueso duro de roer, porque muchos clérigos tienen metido hasta el tuétano el principio de su supremacía y siguen considerando a los seglares, como mucho, buenos colaboradores siempre que les obedezcan. Niegan, en los hechos, la mayoría de edad que no puede negársele al laicado.

Otra consecuencia que debería conllevar este cambio de mentalidades y estructuras es que, en los órganos dirigentes de la futura congregación, los seglares tendrán que tener un papel muy relevante. Ya sé que este cambio obligará, quizás, a una revisión de las normas jurídicas que rigen hasta ahora la vida curial, pero creo que el caso lo merece y lo exige. No bastará con unas poltroncitas subsidiarias cuando haya que sentarse en la mesa de las discusiones y las decisiones, dominada siempre por los sillonazos reservados a cardenales y obispos.

¿Qué responder, pues? A san Juan Pablo II le gustaba repetir: “Chi vivrà, vedrà” (el que vivirá, lo verá). Pues eso.

En el nº 2.933 de Vida Nueva

 

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